Capítulo 34: Hija de Sol

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Narra Jack

Aunque mi cuerpo respondió automáticamente al ver a Venus escapando por la ventana con Alexander sujeto de su regazo, la mano firme de ___ me hizo retroceder. Nuevamente esa melancolía inundaba su mirada, llevaba varios días así y me rompía el corazón porque sabía lo que estaba pensando exactamente por su mente, algo que he experimentado en carne propia y me desgarraba el darme cuenta que, en poco tiempo, mi propia sangre pasaría por la misma experiencia.

Mi dulce esposa se acercó a mí y depositó un tierno beso en mis labios, tomándome de la mano, fuimos al Gran Salón y ahí nos encontramos con los demás Guardianes, quienes parecían esperar noticias respecto al muchacho moribundo.

—¿Qué haremos si algo les llega a pasar y no estamos con ellos? —dijo el amigo rubio de Alexander entre dientes luego de que contáramos cómo ambos chicos se fueron del Taller.

—Vee es lo suficientemente fuerte para protegerlos a ambos —respondió ___ con total calma, sin embargo, su mano que envolvía la mía seguramente del pánico por la idea que el rubio tuviese razón.

—Tu chiquilla estuvo cerca de matarlo, apenas sobrevivió a su ataque, ¿sabes lo que eso significa para nosotros? —contraatacó nuevamente el sujeto, cada vez más cabreado.

—Hasta donde sé, sólo la pequeña Alessia dependía de los poderes de Alexander, esto no tiene nada que ver con ustedes —Conejo respondió también a la defensiva, interponiéndose entre nosotros y nuestros visitantes.

—¡JA! —bufó con sarcasmo —. Poder, es todo lo que ustedes piensan que nos interesa, claro que lo fue al principio, por Alessia, para sobrevivir —hizo una pausa y su amigo castaño colocó una mano sobre su hombro, el rubio pareció calmarse un poco después de eso—. Es nuestro amigo, nuestro hermano, y si su hora está cerca, también queremos estar con él.

—Ya basta —sentencié, apartando a Conejo del camino con mis brazos tratando de mantener distancia —. Lo quieran o no, ahora mismo estamos colaborando juntos, tenemos un enemigo en común y, a menos que hagamos las paces con el pasado, no podremos hacer nada contra el Hombre de la Luna.

—¿Hacer qué contra quién?

Una voz omnipotente retumbó por todo el Taller. Las máquinas pararon, los yetis detuvieron sus tareas, los cascabeles de los duendes dejaron de tintinear y por un momento, las respiraciones de todos lo presentes se pausaron por la ansiedad que esa potente voz inundó nuestros sentidos.

Las miradas se dirigieron a aquel tragaluz de donde los rayos de luz lunar se colaban e inundaban el Globo Terráqueo y de donde una figura, que antes creía ver majestuosa y ahora veo con abominación, descendía con lentitud mas sin embargo, su sola presencia hacía sentir el aire pesado. ¿Se había sentido así todo el tiempo? ¿O sólo ahora que descubríamos la verdad detrás de sus acciones?

Aquél hombre de larga túnica blanca y cabello plateado como la luna se posó con delicadeza sobre el suelo, notándose impávido por la presencia a la defensiva de los presentes.

—Hacía mucho que no los veía, mis Guardianes, aunque en mi horario biológico se siente como si hubiese sido ayer —intentó bromear, pero las risas nunca se hicieron presentes.

Nos repasó a cada uno con su mirada, hasta detenerse en la familia de Alexander, a quiénes les sonrió con un aire de cinismo.

—Pero qué tenemos aquí —decía mientras caminaba hacia los invitados —, hacía tantos siglos que no veía estos ojos rubíes además de los de Alexander —se incó a la altura de Alessia y acarició su rostro con suavidad.

El chico rubio apartó al Hombre de la Luna con brusquedad, protegiendo a Alessia detrás de él mientras que el castaño la cargaba sobre su regazo.

—Mis espíritus preferidos, fuego y niebla —sonrió con orgullo —, quien diría que después de tantos intentos fallidos por mejorarlos, terminarían con una apariencia tan mundana.

Junto A Ti (Jack Frost X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora