Capítulo 15: Mírame a mí.

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Jack

El amor de mi vida cruza los brazos frente a mí visiblemente molesta. En parte por mí, sin embargo, sabía que no toda su ira era dirigida a mis errores pasados sino al futuro que nunca pasó. Al causante de todo este desastre.

Alex era el culpable de nuestra separación, siempre lo fue desde que Pitch lanzó esa flecha que cortó la vida de mi pequeña. Razones me sobraban para odiarlo, y lo haría pagar finalmente por todo en cuanto lo encontrara.

Pero primero quería reparar lo que yo había causado.

Recordé un brillo, un reflejo tan profundo como la herida de una navaja. De inmediato mi rostro se contorsionó en una sonrisa pues recordaba en lo que había trabajado por tanto tiempo.

Tomé la mano de ___.

—No quiero ir, Jack —me dijo, con una mirada triste y leyendo mi mente —. Ya no quiero seguir huyendo contigo.

—No huiremos más —dije —, no huiré de ti ni tu de mí.

Su mirada me da el permiso que necesito para llevármela del Taller aunque su cuerpo se resigne a acompañarme. Recordaba las escapadas que frecuentábamos, las sorpresas que yo le preparaba para enamorarla más. Y ella cedía sabiendo que le mostraría algo de lo que no se arrepentiría.

Amaba esa confianza que ella depositaba en mí.

Finalmente cedió y ambos fuimos tomados de las manos.

Juntos volamos hasta aquel lago donde todo pareció haberse arreglado. Era una época perfecta, el invierno ya había llegado y el lago tenía una capa delgada de hielo cubriéndolo. Bajo él el agua cristalina era perfecta, la primavera dejaría un paisaje perfecto cuando llegara. La Luna se reflejaba perfecta sobre la escarcha y los árboles cobraban otro tipo de vida.

Por la mirada de ___ supuse que no había estado en ese lugar desde la vez que la traje. Posiblemente le habrá tenido rencor a este hermoso lugar y no hubiera querido visitarlo por temor a recordarme. Sin embargo, yo visité aquél lago cientos de veces por ocho años hasta que me di por vencido al pensar que ella jamás volvería ahí sabiendo que me encontraría esperándola.

La miré.

La adulta se había desvanecido por completo. Frente a mí tenía a la vieja ___, la dulce y sentimental. La que no teme llorar frente a mí. Su nariz roja por el frío inhala los mocos mientras se seca las lágrimas con sus manos desnudas.

Algo que aprendí de ella era que, cuando tenía un sentimiento profundo, jamás lo olvidaba. Y, si llegase a hacerlo, sólo tenía que recordarle ese vibrar. Lo que le removía el corazón. Lo que la quebraba.

—Quiero irme de aquí sollozó.

—Todavía queda más que mostrarte —le dije, tomando sus manos y depositando un pequeño beso en su frente.

Caminamos unos minutos por el bosque hasta que encontramos un túnel por donde habría de agacharse. Le pedí que entrara y eso hizo.

La seguí y cuando entramos en mi escondite ella se echó a llorar.

Era una pequeña cueva que había encontrado hace diez años y donde me refugiaba de Conejo de vez en cuando. No tenía mucho que esconder, salvo un frío mortal que resguardaba figuras de hielo.

Las paredes, cubiertas por escarcha y diseños dibujados por una rama puntiaguda, el piso de nieve y un pequeño hoyo en el techo que apuntaba perfectamente donde estaba la Luna.

En una pequeña mesa estaban figuras de hielo creadas por mí.

La mayoría eran bloques de hielo sin terminar con la silueta de ___ y los demás eran pequeños animales que había creado en cada cumpleaños de mis hijos.

Junto A Ti (Jack Frost X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora