Capítulo 30: La niebla

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Alexander

Si bien el traicionar, mentir y hasta matar son parte del propósito que busco y que cada movimiento sin excepción fue planeado con meticulosidad hasta el más mínimo suspiro, el estar enamorado después de haber fingido estar enamorado, fue la copa de vino más agria y áspera que pude haber tomado, pues, aunque disfrutaba del sentimiento de ebriedad que conllevaba, mi boca seca no me dejaba disfrutar de sus consecuencias.

Sé que pude haber recurrido a un plan menos elaborado, incluso en las noches mi mayor remordimiento es el preguntarme por qué planeé con tanta cautela este golpe a diferencia de los otros y por qué me salió tan mal de la misma manera. Porque mientras una llama ardiente se encendía y apagaba mientras parpadeba, me reprendía a mí mismo de las palabras que habían salido anteriormente de mi boca.

Me merecía la paliza que me estaba dando Venus, incluso la muerte, cosa que sorprendentemente no había llegado todavía, sin embargo, la sorpresa más grande que me llevé fue la intervención de un Guardián en mi ejecución adelantada.

No pude escuchar mucho después del primer golpe, aunque sé que debí hacerlo, quería prestar atención a cada grito de furia, pero me era imposible hacerlo después de la sordera que me provocó, sin embargo, sus sollozos después de que dejó de martirizarme eran inconfundibles mas nuevamente no era yo quien consolaba a la persona que amaba.

Mi visión, nublada por hilos de sangre y tierra, fue capaz de ver como Venus era sostenida en brazos de Ademir mientras lloraba desconsoladamente y aunque no pude evitar que los celos me invadieran, esa voz no cínica que tenía en la cabeza me decía que estaba en el lugar que le correspondía junto a personas que, aunque no le dirían la verdad todo el tiempo, la protegerían más de lo que yo pude haberlo hecho.

Intenté ponerme de pie mientras veía como se daban la vuelta en dirección al portal, con Alessia, Erik y Zelaya de rehenes; mientras mi mano se estiraba, la cabeza me daba vueltas por el mínimo esfuerzo de sostenerme solamente con las manos y cada parte de mi cuerpo me rogaba que cediera ante el peso y me dejara caer.

–Ya has hecho suficiente –dijo Jack, acercándose a mí y levantándome en brazos.

–Tráiganlos al Taller y encierren a Alexander en el bloque de hielo más frío que pueda haber —ordenó Norte mientras los Yetis tomaban entre sus brazos a Erik y Zelaya y Orión escoltaba a Alessia al interior de la casa.

Aún no cruzábamos por completo el umbral cuando sentí los párpados tan pesados y el frío congelando y haciendo doler mis articulaciones mallugadas y no pasó más de unos cuantos segundos que vi venir un cansancio extremo, dejándome inconsciente mientras era sostenido por Jack Frost.

La oscuridad me envolvió de inmediato y no pude hacer nada más que abrazarla como una vieja amiga y contarle de mis pesares como si ella pudiera escucharme, y le pedí disculpas mientras fingía que era alguien más, imaginando, tal vez, que dentro de esas vastas y densas sombras podrían aparecer frente a mí dos orbes azules que harían caso a mis plegarias y que, con una penitencia bien recibida, mis lamentos serían escuchados y callados por sus reconfortantes palabras saliendo de aquellos delicados labios.

Pero aquella bella imagen me duró apenas unos segundos cuando mis ojos volvieron a abrirse y mi cuerpo tiritaba de frialdad.

–Parece que despertaste después de todo, temíamos tener que encerrarte sin sacarte la verdad.

Una figura avanzó de entre las penumbras y con su asfixiante mirada se acercó a mí, atacándome y acuchillándome con todo lo que su rabia podría expresar en sus ojos.

—Hola, querida —la saludé con sarcasmo —. ¿Hace cuánto no tenemos una charla los dos solos? ¿Cómo te trata la familia?

___ tomó su cayado entre sus manos y lo alzó frente a mí, prosiguiendo a golpearme con la punta en el rostro, dejando un hilo de saliva combinada con sangre a sus pies.

Junto A Ti (Jack Frost X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora