Capítulo 3: Los hermanos Vázquez (EDITADO)

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Orión

Abrí la puerta y dos chicos se me encimaron como perros muertos de hambre. Reí estruendosamente al igual que ellos mientras nos levantábamos del frío suelo de granito. Los miré, habían cambiado tanto durante el verano que ya son casi irreconocibles; y más cuando vuelven nuevamente hasta que ya iniciará el periodo de exámenes y vacaciones. No es de decir que no me emociona, son mis mejores amigos después de todo.

—¡Gran idiota, debiste haber enviado una postal!—me gritó el castaño levantándose y empujándome al suelo cuando yo hice lo mismo.

Reí.

—¿Sabes cuánto cuesta mandar una postal hasta México en tan poco tiempo? No soy millonario, imbécil.—lo golpeé en el hombro.

—¿Y Venus?—preguntó su hermano con su acento mexicano que siempre es pegadizo.

—Está en la cocina con mamá y un invitado que llegó ayer. Pasen estamos a punto de cenar.

Me siguieron hasta la cocina donde el sujeto, que no conocía su nombre aún, mamá y Vee aguardaban mientras ellas cocinaban y él tipo veía a una de las dos. No me digan que le gusta Vee ¿De dónde conoce a mi madre? ¿Qué hace él aquí? Vee chilla al ver a Loud y corre hacia él. Lo abraza mientras él le besa la mejilla y mi madre los fulmina con la mirada advirtiéndole a mi mejor amigo que respete la distancia de mi hermana. Río al ver cómo termina obedeciéndola.

Loud y Vee llevan saliendo desde hace seis meses y la última vez que vino a casa, tomó algo que no debía. El postre favorito de mamá. Y esa es la pequeña, y corta, historia que hay entre la enemistad de ellos dos.

—Hola, Señora Miller.—le saludó Loud amablemente.

—Hola.—le sonrió ligeramente, no disimulaba su mal gusto—Hola, Evan.—saludó a mi mejor amigo con notable agrado.

—Mamá—le llamó Venus—¿Podemos ir arriba?—le suplicó.

El teléfono de mamá sonó y ella lo sacó de su bolsillo trasero. Miró al extraño y luego a Venus.

—Sí, Cariño, pero no hagan nada malo.—sonrió y luego salió de la cocina contestando la llamada.

A lo lejos podía oír como decía «Cariño»

Nuevamente ví al sujeto que había llegado ayer. Él miraba por donde se había ido mamá como si estuviera hipnotizado. No sabía nada de este sujeto y tampoco la relación que tenía con nuestra madre. Lo cual me incomodaba porque, para ser menor y tal vez tener nuestra edad, parecía conocer desde hace tiempo a mamá. Además de que hace años que ella no llora así. No así de repentino.

Vee no lo recuerda, pero yo todavía tengo fresca en mi memoria el momento en el que mamá caía en las manos del alcohol. Éramos demasiado pequeños, siempre que encontraba la oportunidad la aprovechaba y tomaba todo tipo de bebidas. Lloraba tanto que cuando nos veía, nos cerraba la puerta en la cara para que no la viéramos caer en la bebida. Estuvo así durante dos años. Ahora era independiente de mis abuelos y sabía manejar toda una compañía por su cuenta; incluso, y muy rara la vez, habían veces en las que nos pedía consejo.

Tal vez esa era la razón de que fuera tan querida por sus empleados y por los docentes de la escuela. A diferencia de nosotros, ella fue el centro de atención y una maravillosa persona. ¿envidiarla? Jamás, aún si ella fuera el único diamante entre toda la escoria del mundo, nosotros siempre brillábamos más que cualquiera. Aunque sea para ella. Un ejemplo de esto es cuando fue una junta de toda su compañía por superar los récords de no sé qué. Nos habíamos quedado en una esquina mientras ella hablaba con otros jefes de compañía, cual antisociales que somos actualmente, de repente ella se fijó en como Vee contaba las rayas del suelo y fue con nosotros.

Ese día no firmó dos contratos importantes por estar con nosotros, así de simple. Sin tener la excusa de falta de tiempo, se quedó con nosotros.

—Ni siquiera la más grande compañía podría reemplazar el tiempo que tendré con ustedes, por más corto que sea, mis niños.—había dicho sonriendo y luego besando nuestras frentes.

Habían momentos en los que yo pensaba que eso lo hacía pensando que nos debía algo luego de sus años con la bebida. Pero simplemente entendí que ella nos amaba, más que cualquier otra cosa. O eso es lo que siempre quise suponer.

—Hola, Orión.—me saludaron.

Miré al sujeto. Sus ojos azules me aturdieron por un momento y juro que hasta el día de hoy pienso que había visto el agua en su iris.

—¿Qué?—le respondí.

—Tranquilo, creo que nunca nos presentamos. Me llamo Jack.—dijo amablemente pero había algo en él que no me gustaba. Tal vez el hecho de que me recuerda a Vee. O la forma en la que, seguramente, vio a mi hermana.

—Iré al punto ¿De acuerdo?—lo fulminé cambiando de tema—No sé que intenciones tengas con mi hermana, pero...

—¿Con tu hermana?—carcajeó—Créeme, lo menos que quiero es a tu hermana. Es linda, pero yo estoy interesado en alguien más...

Sonrió y sus mejillas tomaron un color rojizo.

—¿En quién?

—Creí que no te agradaba.—sonrió de lado.

—Y no lo haces.

—Y me pregunto si se darán cuenta que yo también estoy aquí...

Miré a Evan mientras él fingía cierto interés.

—Hola, brother, ¿Quién eres?—le dijo con su buen humor habitual.

—Me llamo Jack, soy un amigo de su mamá.

—¿De cuándo era maestra o qué?—se burló—Sin ofender amigo, pero tú parece muchísimo menor que ella.

—La verdad es que tengo muchos más años de los que aparento.

—¿Ah, sí? ¿Cuántos?

Aunque la pregunta lo incomodó, al igual que a mí, yo también quería saber cuántos años tenía ese sujeto.

—Treinta y cinco.—mintió, lo noté porque se tensó.

—Necesito que ustedes dos me pasen sus receta para el antienvejecimiento.—dijo Evan acariciando sus pómulos—Ayer me ví unas arrugas que uffff, Dios me perdone para tener sólo diecisiete.

(...)

Luego de que los hermanos cenaran con nosotros y se fueran, el «invitado» volvió a su cuarto, nosotros al nuestro y mamá se quedó haciendo un par de llamadas de la compañía.

No pude dormir durante toda la noche luego de la madrugada de ese mismo día. Había tenido un sueño demasiado extraño. Casi irreal. Ficticio.

Era corto pero lo recuerdo muy bien. Había una chica, una hermosa joven que brillaba. Brillaba tanto que parecía que su propia luz la extinguía poco a poco, a su lado había otra luz. Más cálida y natural que la de la muchacha. Sin embargo ambas estelas fueron opacadas al ser superadas en cuanto a oscuridad, algo que ardía como furia pero no era fuego. Algo que causaba terror a pesar de no tener una forma.

Sólo era una especie de espejismo. Una farsa. Algo que no es real. Algo utópico e inconcluso.

Lo único que pensé en ese momento fue en que quería a mi papá. Por alguna razón necesitaba conocerlo ya.

Sin embargo, al final de todo el sueño, veo a un muchacho. Lo único que logró notar es que llora y sus lágrimas se congelan de inmediato...

—Ayúdame...necesito estar con ella...




NO DIRÉ NADA PORQUE HOY ESTOY DEPRE

Junto A Ti (Jack Frost X Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora