El hombre observa sin prisa la bonita escena a su alrededor. Pero, aunque fuerza una sonrisa tratando de mantener su ánimo alegre de siempre, algo aprieta su corazón al ver todas esas parejas que se unen hoy, noche de luna llena, en el lago sagrado.
Una tradición tan antigua como la Tierra misma, en la que las parejas de mates reciben la bendición de la Diosa Luna para marcarse y unirse, una vez al año. Bajo la brillante luz azul de su brillante satélite.
Muchos aprovechan, e incluso esperan todo el año para enlazarse esta noche tan especial, donde la luna ilumina tanto el bosque que casi parece de día. Justo eso ha ocurrido con su amigo y Alpha, que recibirá la bendición hoy para estar junto a su pareja, Aria.
Él no ha tenido esa suerte. Un año más que se encuentra solo, y siente que cada año pesa más en su pecho y que su lobo se lamenta la tortura de esperar, sin éxito, a su propia mate. Una parte tan importante para un hombre lobo como respirar.
Sonríe dándole ánimos a Hunk, cuando este mira en su dirección. Debería alegrarse por él, pero una parte de él también lo envidia.
El rubio se acomoda el pelo algo nervioso cuando las parejas comienzan a ir hacia el lago y sumergirse en él, esperando al ritual y las palabras de su Alpha.
Edén se queda ahí, junto a los humanos que han decidido compartir y aprender sobre su cultura, gracias a que la Luna es humana también, y junto a los pocos lobos que, como él, no han tenido la dicha de encontrar a su otra mitad un año más.
Su lobo salta inquieto dentro de él y debe esforzarse por retenerlo, sin comprender muy bien si esa repentina energía se debe al dolor de estar solo o a algo más.
Es entonces cuando lo siente.
Es tenue, demasiado como para estar seguro. Pero es el olor más malditamente delicioso que ha olfateado en su vida. Su lobo, que ahora gruñe más en su interior pidiendo que la busque, hace que se incorpore de su cómoda posición como un resorte, mirando, algo desesperado, a su alrededor.
Sus zancadas son rápidas y certeras, y ni siquiera es consciente de su Alpha y Luna que se prometen amor eterno con los ojos brillantes. Avandona su puesto sin importarle nada más.
Solo puede pensar en ella. En su mate. Y siente su corazón acelerado incluso por alguien que no conoce aún. Aunque tiene sentido, pues es la mujer que fue creado para él, al igual que él para ella. Un regalo de la Diosa Luna.
Entonces la ve. A una mujer de pelo castaño de espaldas a él, el dulce olor sigue siendo tenue y eso le desconcierta y lo hace avanzar un poco más despacio. Es como si... Es como si solo fuese mitad su pareja.
- ¿Mate?- Su afirmación suena más bien como una pregunta.
De inmediato ella da la vuelta, sorprendida por el llamado de aquella gruesa voz. Es bella, de ojos grandes y piel morena. Sin embargo no es eso lo que llama su atención, si no la gran tripa de embarazada que parece pesarle al girar en su dirección.
Edén primero frunce el ceño asombrado pero luego parece comprenderlo todo y abre sus ojos sorprendido. Asimilando que lo que produce ese dulce y leve aroma a flores es aquel pequeño bulto que aún se está formando.
- ¡Aléjese de mi mujer!- Un hombre grande, de barba poblada y ojos enfurecidos no tarda en aparecer. Un hombre lobo.
Edén está a punto de explicarse cuando ve que, de mala manera, el hombre empuja a aquella mujer haciendo que se tambalee. Sacando sus peores instintos sobreprotectores contra la criatura que se está gestando.
Sin quererlo, un gruñido grave sale de él y eso, lejos de asustar al otro hombre, que es más bajo y en menos forma, parece alentarlo a enfrentar al Beta.
- Es mi última advertencia. Búscate tu propia pareja, muchacho.- Dice con el ceño fruncido en su dirección.- Y tu.- Se dirige esta vez a la mujer que baja la vista sin querer mirarlo, dándole un mal presentimiento al Edén.- Te dejo unos minutos y ya estás ligando con toda la manada.
Otro gruñido, otra advertencia, esta vez al ver como con fuerza agarra la muñeca de la madre de su pareja destinada, dispuesta a arrastrarla y a llevarse a su cría con ellos.
- Es mi mate.- Llama la atención del hombre de nuevo, tratando de retener a su lobo interior y asimilar aún que su mate ni siquiera ha nacido.
- ¿¡Que has dicho, lobo idiota!?- El hombre de la barba comienza a ponerse rojo de la rabia, con apariencia de estar dispuesto a pegarle un buen puñetazo.
Pero Edén se apresura a explicarse, sin querer pegarse con el que resulta ser su suegro... Por muchas ganas que tenga.
- Ella no. Él bebé. Esa cachorrita es mi mate.
Primero incredulidad de parte de ambos. Los ojos de la mujer se abren como platos e incluso pretende retener un sollozo. Sabiendo que ese hombre joven de ancha espalda, que parece tener un rango importante y gran poder, podría llevarse a su hija antes de siquiera conocerla. Llevarse a la única razón por la que soporta el trato de su abusivo esposo.
La rabia de aquel hombre pasa a impotencia y cierto miedo en cuestión de segundos. Sabiendo que claramente no puede enfrentarse a un beta, y mucho menos a uno tan grande y preparado como Edén.
Es por eso que, sin perder tiempo, empuja a su mujer en dirección al parking donde supone que estará su vehículo, haciendo que un nuevo sentimiento se apodere del pecho del rubio. Un sentimiento de agobio ante la idea de perderla. Ante la idea de que sus padres se la lleven lejos de él y no vuelva a sentir ese floral aroma que parece calmar a su lobo.
- ¡No podéis llevárosla!- Gruñe con fuerza atemorizando incluso a algunos que pasean a su alrededor ajenos a la escena. Dejando a un lado a aquel hombre optimista y siempre alegre que ahora siente como le arrancan un pedazo de él.- ¡Es mía!
- ¡No es nadie!- Grita su padre como respuesta, sin perder el ritmo hacia el coche, sin mirar atrás. Haciendo que su mujer apresure los pasos cada vez más.- No ha nacido y por lo tanto no te pertenece. ¡Es imposible siquiera que sepas que es tu mate!
Y sin embargo él lo sabe. Sabe que aquella bebé es todo lo que ha estado esperando estos años y que está a punto de perderla. Sabe que no puede hacer nada mientras el barbudo hombre la empuja dentro de la vieja camioneta.
Pero no puede hacer nada. No cuando aún no ha nacido, porque las leyes de lobos y entre manadas aún no aplican. Y no cuando la máxima autoridad se encuentra marcando a su Luna y no puede contar con su apoyo.
- Por favor.- Sus ojos dan a parar con los de la mujer, pidiéndole que no se la lleve. Pero ella aparta la mirada al mismo tiempo que el hombre cierra la puerta.
Se queda ahí. Con la vista perdida y sintiendo su corazón romperse. Comprendiendo que, cada segundo que pase lejos de ella, seguirá haciéndolo más y más, hasta quedar en solo cenizas negras y marchitas.
Se queda ahí hasta que el coche, que solo acelera con prisa, se convierte en un pequeño punto entre los altos árboles.
Entonces lo hace. Le jura a la luna que no parará hasta encontrarla. Hasta que encuentre a su cachorra.
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Mi Cachorra
WerewolfUna promesa. Una promesa que llegó demasiado lejos. Encontrarla. A su mate, a su otra mitad. Aquella por la que tanto estuvo esperado. A esa cachorra que se escapó entre sus dedos la noche que se convertiría en la peor noche de su vida. En esa pesad...