No quiere admitirlo, pero regresar a casa genera a Edén un mar de emociones que se le hacen difíciles de controlar. Jamás estuvo tan nervioso y dubitativo como frente a aquella puerta por la que tantas veces entró como el dueño de la casa, solo para molestar a Hunk con sus visitas sorpresa.
Pero esta si sería una visita sorpresa de verdad. Después de tantos años no sabe con que cara volver pidiendo el espacio que tenía antes de marcharse.
Espera que no sea demasiado tarde ya que el sol ya ha desaparecido. Respira hondo ese helado aire, del que casi se había olvidado, antes de llamar con fuerza a la puerta, tratando de trasmitir una seguridad que no siente.
Esperaba que le abriese alguna de esas gruñonas señoras del servicio que Hunk solía contratar. Es tal vez por eso que se queda sin palabras cuando ve, frente a frente, a esa persona que le recibe igual de sorprendida.
- ¡Ed! ¿De verdad eres tú?- No puede responder antes de que el pequeño cuerpo choque contra el suyo en un gran abrazo.- No puedo creerlo.
Y él tampoco. De alguna forma ese hogareño abrazo le hace recordar sus eternos días y noches en la soledad del bosque. El dolor de no tener a su mate, pero tampoco a sus amigos, a su verdadera familia.
Tal vez por eso aprieta a su amiga contra su pecho, reteniendo el momento ybel sentimiento unos segundos más.
- Aria.- Susurra soltándola por fin.
Si. Es ella, aunque un poco cambiada. Es más mayor, más adulta. Su pelo blanco tan característico está más corto, y unas pequeñas arrugas, casi imperceptibles, al sonreír se forman bajo sus ojos.
- ¿Cuándo has vuelto? ¿Qué ha pasado? ¿La encontraste?
Con una pequeña sonrisa ladina, Edén mira hacia atrás donde Abigail mira sus manos tímida e intimidada por todo el entusiasmo y la energía de aquella bella mujer. Una humana. La famosa Luna humana de Uskad.
Y del mismo modo que se había lanzado a los brazos de su mate, parece olvidarse por completo de Edén para saltar sobre ella con los brazos abiertos.
El rubio está a punto de retenerla, para que no agobie a su cachorrita y la atosigue con preguntas, cuando una voz en la entrada de la casa lo hace girarse.
- Si siguen gritando así, despertarán a los niños.- Gruñe Hunk desde el marco de la puerta.
El despacho sigue tal como él lo recordaba, al igual que su Alfa. Sigue siendo igual de frío y ilegible. Desde que lo vio en la puerta de su casa se ha mantenido con el gesto serio y el ceño ligeramente fruncido. Dándole una mirada a la pequeña niña que lo acompañaba y pidiéndole a Edén que lo siguiese hasta su despacho para hablar en privado.
Está nervioso, si. El rubio tiene miedo de que no lo acepten. De no conseguir esa seguridad que necesita para Abiail. Y por otro lado, el rechazo sería como negar su amistad.
- Dilo.- Suspira listo para la bronca.
- Diecinueve años y ni siquiera te dignaste a responder las cartas que enviamos.- El tono de voz que utiliza Hunk es como una sentencia y el rubio se siente mal enseguida.- A mi no me importa, pero a Aria si.
Edén baja la mirada y trata de pensar en cómo justificarse.
- ¡Que mierda! A mí también me afectaba.- Confiesa Hunk con gesto enfadado.- No me es sencillo hacer amigos como para que desaparezca de la faz de la Tierra el único que tengo.
- Sabes lo doloroso que es estar separado de tu mate...- Trata de justificarse.
- Si. Pero no parece que los años hayan pasado por ti.- Gruñe con una ligera sonrisa tratando de sonar más agradable.- Me haces sentir viejo.
- Abigail no había nacido por lo que no cuenta como haber "visto" a mi mate. Aunque puedo asegurarte que dolía igual.
- Así que... ¿Abigail, ehh?
- Así que ¿hijos?- Responde el rubio de la misma forma, tratando de molestarlo.
Pero lejos de ver ese conocido ceño fruncido, su Alfa le sonríe. Una sonrisa real que está seguro que sólo ha surgido con su mate y sus cachorros. Cuando está completo.
- Ahora que estás de vuelta, puedes volver a ocupar tu puesto como Beta, desplazaremos al sustituto , y tu antigua casa sigue sin ser habitada.
Ahora la sonrisa surje en el rostro del rubio. Sin embargo poco después se borra.
- Aceptaré la casa, pero siento decirte que aún no puedo hacerme cargo de mi puesto de Beta.- Hunk frunce el ceño y decide explicarle.- Ahora mismo mi prioridad es mi cachorrita. Hace poco que la encontré por fin y no quiero separarme de ella hasta que esté segura y protegida. Es mi vida, Hunk, y no quiero perderla. No otra vez.
Abigail se siente algo incomoda observada por aquella mujer de aspecto amigable pero dura. La tormenta de preguntas terminó en una taza de té caliente entre sus manos y ambas sentadas en un gran salón de muebles modernos y cómodos.
Edén desapareció ya hace tiempo detrás de aquel serio hombre y solo espera que todo esté bien y que regrese pronto.
- ¿Y como te encontró?
De nuevo la pregunta. La peli blanca parece tan interesada que no sabe como evadirla durante más tiempo. Además es cariñosa y agradable y está claro que es muy amiga de su mate.
- En realidad yo lo encontré a él. Buscaba ayuda cuando...- Las imágenes de aquella noche la callan de golpe.- Necesitaba un lugar donde quedarme y él me ayudó.- Resume saliendo del apuro.
- ¡Me alegro tanto por vosotros!- Sonríe Aria a la pequeña niña que obviamente se ve intimidada.- Cuando marchó a buscarte pesé que nunca regresaría. Sobre todo cuando se cumplieron diez años de aquella noche.
- ¿¡Díez años!?- Ahora es Abigail la que pregunta, casi escupiendo el caliente líquido al oírla.
- Por supuesto.- Aria frunce el entrecejo levemente confundida.- ¿Es que no sabes la historia?
La castaña se apresura a negar con interés. El ambiente de aquel salón se torna tenso cuando ambas se inclinan para acercarse como si compartiesen un secreto.
- No se si debería decírtelo pero...- Aria no puede negarse a la mirada perdida de aquella joven.- Edén te encontró mucho antes de lo que la Diosa Luna tenía planeado. No habías nacido cuando su lazo le reclamó dese el útero de tu madre.
La mayor coje aire como tratando de buscara las palabras adecuadas.
- Tus padres no querían... El caso es que... Ed decidió dejar su puesto y la manada para ir a buscarte... Supongo que pasaron demasiados años. Tal vez este Ed nunca vuelva a ser el mismo que aquel que se marchó.
- Veinte años.- Tan sólo es un susurro, una aclaración, pero pesa como piedras en su consciencia.
Aria se da cuenta de que tal vez fuese demasiado dura con ella. ¿Qué culpa tenía aquella pequeña chica de los errores que cometieron sus padres? Ninguna. Y sin embargo puede sentir como su ánimo decae por segundos como si cargarse con el dolor de su mate.
- De todas formas, sirvió para traerte a tí, y ahora estará completo, como siempre ha soñado.- Trata de devolverle una sonrisa antes de dar un último sorvo a aquel té.
Sin embargo no sirve de nada. Ya la duda y la culpa se ha instaurado en la mente de Abigail que parece hundida en sus pensamientos hasta que unos fuertes pasos bajando las escaleras la despiertan.
O más bien el delicioso aroma que bajan por ellas.
Edén sonríe en cuanto la ve. Mirándola como al última gota de agua en el desierto. Como si aquellos minutos alejados hubiesen sido toda una vida. ¿Como serían entonces veinte años?
- Nos vamos, cachorra.- Sonríe bajando los últimos escalones pero sin apartar la mirada.- Nos vamos a casa.
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Mi Cachorra
مستذئبUna promesa. Una promesa que llegó demasiado lejos. Encontrarla. A su mate, a su otra mitad. Aquella por la que tanto estuvo esperado. A esa cachorra que se escapó entre sus dedos la noche que se convertiría en la peor noche de su vida. En esa pesad...