CAPÍTULO 20

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Siento mucho mi ausencia estos últimos días :( 

Tengo demasiados exámenes y entregas en la universidad y no me he sentido muy motivada.

Hasta el 12 de Julio tengo examenes así que intentaré escribir en mis descansos. Suerte a todos los que estén en la misma situación ;)

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Se siente extraña a medida que se va despertando, distinta. Le pesa todo el cuerpo, pero a la vez se siente más ligera, más llena de energía que nunca.

Abigail no puede ni aclarara sus propios sentimientos. No, hasta que abre los ojos con pereza y se encuentra, inclinado frente a ella y observándola detenidamente, aquel pelo rubio y largo que tan bien conoce. Y que tanto adora.

Edén sonríe con cariño cuando ve los grandes ojos de Abi abiertos por fin. No puede negar que estuvo preocupado por ella cuando, después de dormir y desayunar, ella parecía seguir descansando. 

Pero todos las lobas pasan por esto, por lo que sabía que estaría bien. Es normal cuando las parejas son marcadas, que el cuerpo tarde algo de tiempo en recibir a su otra mitad. Comprender que ya no es una sola si no dos.

"La marca." Como si de repente recordara todo, la castaña se echa la mano al cuello donde puede sentir un poco irritada aquella huella sobre su piel.

- No la toques aún.- Se apresura Edén a apartar con cuidado su mano a la vez que se sienta a su lado.- Aún no ha sanado. Tal vez fui un poco brusco.

Concentrado mira la reciente mordida en el cuello de su cachorra con mimo. Recorriendo con sus dedos y el máximo cuidado la superficie de esta. Mandando una corriente a Abigail por todo su sistema.

Devolviendo, como un recuerdo, todas esas cosquillas que tanto la hicieron enloquecer la noche anterior.

La respiración de ambos se corta. Mirándose a los ojos de repente y ambos comprendiendo y tratando de acostumbrarse a los efectos de su nueva unión. Una unión de mates tan profunda, después de tantos años, que los junta como dos humanes. Con ansias el uno del otro.

El azul de los ojos de Edén centellea y solo entonces Abigail aparta la mirada con las mejillas completamente sonrojadas. Como el primer día.

- ¿Te encuentras mejor?- Susurra a escasos centímetros el hombre, con apenas un hilo de voz suave.

Ella asiente. Segura, sintiendo de nuevo esa sensación de ligereza que la invade.

- Mejor que nunca.- Le responde del mismo modo con una pequeña sonrisa que parece iluminar toda la habitación.



¿Siempre han sido así de verdes los árboles? ¿Es ese el sonido que hacen los pájaros todos los días? ¿Ha dejado de hacer frío? ¿Qué ha cambiado en Uskad de la noche a la mañana?

Nada.

Las calles por las que ahora pasea la pareja es la misma que recorrió ayer. La gente es la misma, los sonidos, los olores y los colores. Los que han cambiado son ellos. Lo que sienten se refleja en su forma de mirar, en su forma de respirar, de oler y de tocar. En su forma de amar.

Pero tiene truco. 

No es solo el amor lo que produce esta magia. Los poderes los tiene uno mismo. Y después de diecinueve años de sufrimiento para ambos, por fin la magia surge en ellos. Sus ganas de ver la vida con otros ojos, de disfrutar de cada pequeña piedra del camino. Y de hacerlo el uno al lado del otro.

El dolor del pecho de Edén desapareció. Ese con el que se había resignado a vivir en aquella vieja cabaña. Las heridas, fisicas y psicologicas de Abigail parecen deshacerse a cada segundo. Tal vez es por eso que se siente tan lijera. Es ese peso el que se está quitando de su espalda.

Sus manos unidas, en aquel paseo improvisado tras un delicioso desayuno, no se sueltan. Aparentemente, una pareja perfecta en un mundo perfecto.

Por un día, solo por uno, las imperfecciones quedan a un lado. Sus problemas, los peligros. El resto de la manada. Los celos, las inseguridades, los temores...

Tan solo son dos almas gemelas que se han encontrado después de tanto tiempo buscandose a la desesperada. Por fin.

- Los estudios me quitan mucho tiempo, pero me gustaría conseguir un trabajo a tiempo parcial.- Continua hablando tranquilamente Abi bajo la atenta mirada de su pareja.- Para contribuir a los ahorros de la casa y solo hasta que recuperes tu puesto, y yo termine de estudiar.

- ¿Que te hace pensar que quiero volver a ser Beta?- La mirada de Edén se pierde en los pinos nevados a su alrededor.

- ¿No es tu deber?- Frunce el ceño en su dirección sin comprender muy bien aún algunos aspectos de una manada. - Los Betas nacieron para serlo. Tu lo llevas en la sangre.

Negar una parte de si mismo. Cualquier lobo, como Abi, se echaría las manos a la cabeza ante el rechazo de su propio destino. Pero para Edén es una parte de él que murió hace mucho. A pesar de que a veces todavía recuerda los buenos momentos junto a Hunk y su gran papel en la comunidad.

- Es cierto.- Suspira comprendiendo su punto.- Pero tal vez podamos volver a la cabaña, cuando Victor deje de seguirnos y estés segura.

Esa pequeña cabaña en la que ha vivido tantos años. Llena de pequeños objetos a los que le tiene demasiado cariño. Llena de paz, soledad y naturaleza. Donde nadie pueda molestarlos. 

Tal vez son los sentimientos de sobreprotección los que hablan con él, después de haberla marcado. Esos pirmeros días de instintos casi primitivos. O tal vez el recuerdo amargo de auquella carta que aún guarda con odio, esperando el próximo movimiento de aquel horrible hombre.

- Mi padre hace mucho que no dice nada. Sus amenazas aquel día en el centro comercial fueron puras palabras vacías.- Sonríe Abigail mirandolo a los ojos. Haciendo que una pequeña espinita se clave en su pecho.- ¡Desapareció! Se ha olvidado de mi y ya somos libres para hacer la vida que nos plazca... juntos.

"Aún no." Quiere decirle Edén comprendiendo que ella no es consciente del peligro que corre. De las amenazas que él mismo le ha ocultado y de las rondas de aquel viejo por la manada. Sintiendose peor cuando no responde, si no que finje una pequeña sonrisa sin atreverse a asentir afirmando sus palabras.

- Aún tenemos tiempo para decidir.- Es lo único que dice aparentemente tranquilo, sin darse cuenta de la pequeña presión que ejerce en sus manos unidas. 

Esa que avisa a Abigail de que algo no va bien.

O tal vez, lo que avisa de que una tormenta se avecina, es la mirada turbada de sus ojos. Esos pozos azules que parecen, aunque simulan agua en calma, un mar punto de romper en grandes olas. 

Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora