CAPÍTULO 24

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La película llega a su fin, con una eternidad de créditos finales sobre un fondo negro. Solo entonces Ethan apaga la televisión, dejando un silencio después de aquella musiquita que anuncia el final.

Cuando Abigail tenía apenas ocho años, su padre le dejó ir al cine por primera y última vez. La paliza fue tan grande, tan dolorosa, que quería recompensarla de alguna forma y decidió por fin cumplir alguna de sus peticiones.

Se sentó la primera en aquella cómoda butaca. Vio todos los anuncios, uno tras otro. Luego la película y, cuando terminó, no se levantó hasta el último segundo. Hasta que apagaron la pantalla y uno de los limpiadores de la sala le hizo levantar para barrer bajo sus pies.

- Sinceramente, y con todos mis respetos, prefiero la primera.

Ethan se levanta, recogiendo los platos de la cena y llevándolos hasta la cocina, con Abigail pisándole los talones.

- ¿Has visto los efectos especiales? ¡La nueva de Avatar es una obra maestra!- Reprocha ella gesticulando aún con entusiasmo.

- Segundas partes, nunca fueron buenas.

Entre risas comienzan a recogerlo todo. Simpre pasan un buen momento. Parece que los dos han encontrado, en esta inesperada amistad, un lugar donde olvidarse de las responsibilidades que los agobian. De la escuela, el trabajo, la manada...

- Gracias por el trabajo, Ethan.- Se sincera ella después de un rato lavando la vajilla.- ¡Ya llevo una semana completa y me han dado mi primer sueldo!

- ¿Qué piensas hacer con él?

- De hecho...- Una sonrisa tímida se cuela en su rostro haciéndola adorable.- Ya he comprado algo... Para Edén.

Señala sobre la mesa una pequeña caja de terciopelo oscuro, que reposa rodeada por un lazo esperando a ser abierta. La dejó allí a primrea hora de la tarde, soñando con la reacción de su lobo.

Ethan no puede evitar sentir esa ternura, el amor que esa pequeña chica profesa a su mate. El amor que alguna vez a él le tocará vivir, si es que la diosa luna es buena con él.

- Hablando de él.- Interrumpe el futuro Alpha la conversación cuando la duda surge en su mente.- ¿Dónde está? No sabía que tenía otro lugar al que i qur aparte de encima de tí.

El sol ya ha desaparecido, y el sobreprotector Beta aún no aparece por ahí. Abi solo suspira contra la nada, secándose las manos con un trapo.

- Se ha apuntado al gimnasio del barrio. No se por que, pero lleva toda la semana yendo cada vez que puede. Aprovechando antes del trabajo, después, a la hora del almuerzo...

Ethan no opina nada, y solo termina de guardar las sobras en la nevera en silencio. Aunque parece pensativo, como si sospechase algo. Lo mismo le ocurre a Abi. A pesar de que ha intentado no presionarle, se le ve perdido siempre en sus pensamientos y tiene miedo de que se haya metido en algún problema del que no quiera hablarle.

Pero como si lo hubiesen invocado, la puerta principal se abre tras un tintineo de llaves y el exquisito aroma de él pega en su nariz como la más deliciosa fragancia.

- ¡Ya estoy en casa!

La voz grabe la roconforta y sube el ánimo de inmediato, dejando escapar una de sus grandes sonrisas.

- Os dejaré un rato solos.- Susurra Ethan guiñandole un ojo, haciendo referencia a la pequeña caja que aún reposa en la mesa.

Para cuando Edén entra, su amigo ya ha desaparecido por algún aldo de la casa. Abi solo tiene ojos para él ahora. Con su camiseta de tirantes algo sudada, su pelo alborotado agarrado en un moño y la mochila colgando del hombro.

- ¿Ese mini Alpha ya vive aquí, o que?- Gruñe el rubio dando los últimos pasos hasta ella.

- ¿Que tal el entrenamiento?- Susurra la castaña contra su pecho, tratando de fundirse con él en un abrazo, sin importarle lo sudado que esté.- Parece que te preparas para una guerra.- Ríe risueña.

Sin embargo Edén no ríe, solo la acerca más hasta su pecho y aspira su aroma. Como si quisiese recordar como se siente para siempre. Grabarlo en su mente.

- Te quiero. ¿Lo sabes?- Su voz suena suave, tranquila, pero turbada a la vez.

- Lo se. Por eso tengo algo para tí.

La alegría de Abigail parece contagiosa cuando se deshace del agarre con cariño y corre hasta la mesa, agarrando el paquete entre sus manos.

- Mi primer sueldo, como te prometí.- Aclara ella se la entrega sin borrar la sonrisa.

- Te dije que no lo hicieras.

- Abrelo, ¡vamos! - Le resta importancia haciendo una la misma sonrisa surgir en el rostro de Edén. Sintiendose bien por fin, al lado de su pareja.

A final acepta el regalo, quitando primero el gran lazo que lo envuelve, y luego abriendo la caja de terciopelo con cuidado. Rozando el suave tejido y dudando, tan solo dos segundos, antes de abrirla de gope.

Un pequeño anillo dorado, algo ancho, espera en el interior. Es elegante, pero juvenil, y está decorado con dibujos negros de piedra que parecen casi palabras, con poco relieve. Brilla al igual que los ojos de Edén, al que nunca le había llenado tanto el corazón un objeto material.

- ¿Me estas pidiendo matrimonio, Abigail?- Trata de bromear al no encontrar palabras para decir gracias.

- No se... Puede ser.- Le sigue la broma con una sonrisa picara en los labios.- Ya me he cansado de esperar a que tu me hagas la pregunta.

Edén ríe a la vez que agarra la cintura de su mate y la acerca a su cuerpo, acurrucandola entre sus brazos con eterno cariño. El anillo ya adorna su mano y no piensa quitarselo nunca más. Como si estuviese soldado a sus huesos.

No puede evitar besar sus labios con deseo. Sintiendo el calor de sus labios y acunando con sus manos sus mejillas. Saboreando su sabor, dejandose ningun recobeco por explorar. Sintiendo a su cachorrita deshacerse junto a él. Su piel reaccionar a su toque.

Sin embargo no puede olvidar que el maldito de Ethan está por algún lado de la casa aún. Y que no puede llevar esto hasta otro nivel.

- Voy a dejar la caja en el dormitorio.- Termina diciendo después de separarse dolorosamente de sus carnosos labios.- Enseguida regreso contigo.

Un último y casto beso y Edén sale de aquella cocina, aún admirando su regalo, y subiendo las escaleras hasta su cuarto.

No ha apartado la mirada de la joya, aún sin creerse el amor que su pareja le profesa y la suerte que tiene por ello, cuando abre la puerta y le sorprende lo que encuentra dentro. 

- ¿¡Que se supone que estás haciendo!?

Ethan gira la vista soreprendido, con el ceño fruncido. Pero, para disgusto de él, con las hojas de papel entre las manos. Algo arrugadas.

- ¿¡Que se supone que es esto!?- Pregunta el más joven del mismo modo.

No tiene que pasar más de dos segundos para que Edén los reconozca. Cartas. Las cartas de Víctor que tan bien creí tener guardadas en el cajón, entre su ropa. Y , por su cara, comprende que el mini Alpha las ha leído todas.


Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora