CAPÍTULO 15

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Bienvenidos pecadores!!

Último aviso. Si pasan al siguiente capítulo no os perderéis nada más que un montón de guarrerías ;) 

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El frío de sus manos sobre la calidez de la piel de su cachorra bajo la sudadera es, en si mismo, un sueño húmedo del que no quiere despertar.

Parece una ilusión. Las mejillas sonrojadas de Abigail, el aroma fresco y floral que lo llama a clavar sus colmillos en ella. Reclamarla como su pareja eterna. A aquella pequeña chica de respiración errática y ojos curiosos que piden por más de esas nuevas sensaciones.

Solo quiere verla disfrutar. Solo quiere que gima su nombre marcándolo como suyo una y otra vez.

Su lobo interior lo desea y, por suerte, Abi se encuentra de la misma forma.

Con cuidado acaricia el abdomen de Edén por debajo de su camiseta, al igual que lo hace él, con cierta duda ante el territorio desconocido que se extiende a su alrededor. Sus ojos recorren su piel dorada por el sol, cada cuadro, cada marca y cicatriz de veinte años viviendo en el bosque.

El rubio no pierde la oportunidad de verla distraída para abrirse paso a besos hasta su cuello, donde succiona y lame con gusto haciendo a Abigail apretar su agarre.

Las sensaciones se arremolinan en su estómago bajo, sintiendo la necesidad de acercarlo más y cerrar los ojos. Sus pequeñas manos apretando en puños, con fuerza, la tela de la camiseta que ya estorba en el cuerpo atlético de su hombre.

Sin pensarlo demasiado y de un solo movimiento, Edén carga de nuevo a su mate y la lleva con prisa hacia la habitación casi a trompicones por las escaleras y parando de vez en cuando para besarla con una pasión exquisita.

Abre la puerta con una mano, sirviéndose de la otra para agarrarla y no se detiene hasta que sus pies Dan con la gran cama en el centro.

Solo entonces la deja con cuidado. Besando de nuevo esos calientes labios. Abigail aprovecha para acariciar su rostro y seguir hasta su pelo, donde no puede evitar dar pequeños tirones cuando la lengua del rubio la invade con pasión.

La sudadera de Abi comienza a sobrar, la tela pica contra su piel y solo quiere ser remplazada por las manos de Edén. Él se siente de la misma forma porque, sin separarse, tardan poco en deshacerse de esas prendas. Quedándose en ropa interior y mirándose como si estuviesen ante una obra de arte.

El rubio no puede evitar besar sus rosados labios, acabando en un pequeño mordisco sobre el labio inferior.

Cuando se alejan para coger aire y deslizarse hasta en centro de la cama, la bruma de la lujuria parece dejar espacio a Abi para comprender lo que sucede.

- Edén, yo no... Yo no se...

Sin embargo él no le deja finalizar la frase atacando de nuevo sus labios y dejándola sin respiración, con la mente completamente en blanco. Como solo él sabe hacerlo.

Se toma el tiempo para separarse y observarla una vez más. Sentada sobre su cama, con las mejillas sonrojadas y las pupilas dilatadas, la piel de su cuello roja ahí por donde ha pasado su boca.

Despacio se encarama al borde de la cama y tira de su tobillo con calma pero con fuerza, acercándola hasta quedar a escasos centímetros. Sus piernas abiertas para él, solo para él.

- Yo te enseño, mi cachorrita.- Su voz es tan ronca que parece que es su lobo el que habla por él, enviando escalofríos por el cuerpo de Abigail.

Quiere contestar algo, cualquier cosa para no parecer solo una muda vergonzosa. Sin embargo cualquier palabra se convierte en un gemido, cuando siente los labios de Edén sobre la parte interior de sus muslos. Despacio y cálidos se mueven sobre su piel como mantequilla derretida.

Por mucho que quiera ir despacio, el hombre no puede detenerse cuando siente la humedad de su pareja. Cuando sus manos palpan más allá de sus piernas y la siente tan mojada y lista para él. Cuando la escucha de nuevo murmurar algo inentendible contra el aire.

Maldito paraíso, su calor contra sus dedos, los movimientos tímidos de Abigail que arrima sus caderas deseando más. Más contacto, más profundo.

Más de esas nuevas sensaciones que la dejan en un limbo de placer.

La habitación se convierte en una sauna de gemidos. Un baile dentro de su estrechez mientras Edén observa el espectáculo extasiado.

Abi quiere más. Mucho más. Se siente perdida ante las caricias en su centro sutiles y deliciosas. Algo comienza a formarse en su interior y cierra los ojos con fuerza moviéndose más rápido acompañando los dedos de su mate en su interior.

- Mírame cachorra.- Gruñe Edén totalmente perdido, inclinando para sujetar con su mano el rostro de Abi en su dirección. - Eso. Cabalgame la mano. Dámelo.

Y ella no puede aguantar más. No cuando sus ojos hacen contacto. La mirada azul de su mate quema sobre ella y los movimientos son más duros y certeros llevándola a un primer delicioso y escandaloso orgasmo.

Y solo cuando de nuevo sus miradas se cruzan, cuando pequeñas lágrimas de sudor bajan por ambas frentes y sienten sus corazones bailando al mismo ritmo. Solo entonces comprenden lo que es verdaderamente un mate. Un alma gemela. Una media mitad.

Lo que es esa cachorrita para aquel lobo y lo que significa aquel hombre para ella.

Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora