CAPÍTULO 2

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Diecinueve años después

Los ojos claros, casi turquesa, de esa criatura admiran el cielo que se extiende entre los arbustos y grandes pinos. Una luna llena que resplandece ajena al sufrimiento que ella significa en su pecho.

De nuevo, el día de la unión en el lago sagrado que solo le recuerda que se cumple uno nuevo desde que conoció a su mate. Y también un nuevo año desde que la perdió. Con este ya se van diecinueve.

Cerrando los ojos se niega a mirar a la luna con la que tan enfadado está cada vez que la ve brillar. Pues siente que se ríe de él.

Sus cuatro peludas patas caminan con fuerza por el bosque, sabiéndose de memoria cada roca, rama y hoyo de este. Dejándose guiar por los olores de la hierva húmeda y los sonidos de los pequeños animales nocturnos, llega a la pequeña cabaña de madera tosca que es su hogar ahora.

El cuerpo de aquel enorme y terrorífico animal se recompone poco a poco hasta formar la figura de un hombre alto y de melena medianamente larga y descuidada, rubio como los rayos de sol que, claramente, no iluminan su alma. No desde hace casi veinte años.

Suspira cerrando la pequeña puerta, por la que apenas cabe, tras él y observa la elegante carta con sello real de Uskad, aún sin abrir.

Pero no le hace falta hacerlo para saber que dirá. Tiene un puñado como esas olvidadas en algún cajón.

Se trata del mismísimo rey de Uskad y su Alpha, Hunk, pidiéndole que vaya a visitarle, que se deje ver por lo menos aquella luna llena. Sin quererlo recuerda las palabras de su amigo hace demasiado tiempo ya.

"- ¿Estás seguro de que es lo que quieres?- Frunce el ceño el hombre frente a él.- Cambiará tu vida para siempre.

Edén solo asiente serio, sin la chispa que solía alumbrar su mirada. Sin atreverse a decirle que le duele vivir en la manada. Que le escuece incluso ver como su amigo tiene a Aria siempre a su lado, incondicionalmente, sabiendo que él ha perdido a la suya.

- No pararé hasta encontrarla.- Es todo lo que dice con una seriedad que entristece a Hunk, sabiendo el sufrimiento por el que su Beta está pasando.

- Está bien.- Dice unos minutos después, sosteniendo aún el papel formal de renuncia a su cargo entre sus manos.

Sin nada más que decir el rubio da media vuelta dispuesto a irse sin mirar atrás. Ya tiene todo preparado. Una pequeña cabaña abandonada en el límite del bosque y una mochila llena de ropa con lo suficiente.

- Edén.- La voz de su Alpha lo detiene una última vez y, girando a mirarle, se encuentra con la reciente sonrisa comprensiva que Aria le enseñó a mostrar por compasión.- Siempre tendrás aquí un lugar, como mi beta y como mi amigo.

El hombre asiente, sonriendo un poco y dejando ver lo que queda de aquellos días en los que era feliz con la esperanza de una pareja, sabiendo que las palabras de Hunk son sinceras. Sin embargo no piensa regresar... No sin ella."

Las primeras semanas la ilusión de dar con ella todavía le motivaban, buscando en cada ciudad y pueblo, incluso entre los humanos. Cuando se cumplió un año ya no era la esperanza lo que le motivaba a buscar a su cachorra, si no los pedazos rotos de su corazón, que vibraban con fuerza en un sentimiento de desasosiego y rabia por aquél opresivo hombre de barba y aquella mujer sumisa.

Tres años después, y después de haber recorrido largas distancias buscando aquel olor, pensó en la posibilidad de que su mate estuviese muerta. De que no hubiese nacido siquiera. De que se la hubiesen arrebatado demasiado rápido. Pero puede sentirla.

Está seguro de que el ritmo de su corazón danza a la vez que el de ella. Seguro de que está en alguna parte, oculta.

Pasada la docena de eternos años parecía un lobo solitario. Un alma en pena que vaga por los bosques por pura rutina, que aparece en sociedad solo cuando le es necesario para comprar algo para sobrevivir. Que caza de noche porque no puede pegar ojo sabiendo que ella no está a su lado.

Tratando de recordar aquél dulzón aroma a flores que le hizo perder la razón hace demasiado tiempo.

Ya no tiene esperanzas, ni siente rabia. Ya ha aprendido a vivir con el dolor en su pecho y la lejanía de su mate. Ya se ha resignado a ser solo la sombra de lo que fue. A dejarse morir como un perro en aquella vieja cabaña.

"- Sabes que puede estar en cualquier lado.- Le advirtió Hunk en algún momento.- Puede que no la encuentres nunca.

Su voz es dura y no mide las consecuencias de sus palabras, como siempre. Así que no se fija en lo que le afecta a un más joven Edén, cuando todavía no había siquiera empezado su búsqueda.

- ¡Hunk!- Le regaña su Luna sentada en el sofá junto a él.

Su mirada dulce se posa ahora en su amigo rubio que parece perdido. Queriendo devolverle todo el apoyo que él le dio cuando llegó como Luna de repuesto a aquella mansión.

- No escuches lo que dice este bruto, Ed.- Sonríe ella tratando de rectificar la rudeza de su mate.- Sabes lo importante que es la pareja para un lobo. No renuncies nunca a ella. Y sobre todo...- Le explica esta vez cogiendo su mano.- No le niegues a tu pareja tener la suerte de tenerte como mate. Si no lo haces por ti... hazlo por ella."

Y es por eso por el que lo hacía ahora. Aún roto. Aún habiendo desistido de encontrarla. Solo por ella.

Suspirando de nuevo mete la carta en el cajón junto al resto. Sabiendo que no va a ir a la ceremonia de la Diosa Luna esta noche. Se recuesta en el polvoriento sofá, escuchando el chisporroteo de la cerveza recién abierta y llevándosela a los labios.

Saboreando su amargo sabor y cerrando los ojos de nuevo. Dispuesto a beberse todo el pack hasta olvidarse hasta de su propio nombre. Hasta entrar en ese curioso limbo entre la realidad y la ficción en la que puede imaginarse, como tantas veces ha hecho, como será ahora su pequeña cachorrita.

Casi veinte años después de aquella fatídica noche.

Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora