El sudor baja por su frente en formas de gotas, haciendo relucir el sol contra su piel. El viento helado, al contacto con el calor corporal, crea una incómoda sensación que ya ha pasado por alto después de tantas horas. También hace honder algunos mechones de su pelo rubio que escapan de su recogido improvisado.
Supongo que, sobrevivir durante tanto tiempo de su propia caza y trabajo, le han dado la fuerza y conocimiento suficiente para un trabajo así. Sin descanso Edén sube y baja la azada de nuevo, creando con fuerza un agujero para que alguien más se encargue de plantar las semillas y proseguir al riego.
Hay que ir rápido. Antes de que termine el verano, aprovechando esta época en la que Uskad es un poco menos frío.
Prefiere hacer él el trabajo duro, más físico, para que a sus compañeros se le haga más llevadera y sencilla la tarea. Tal vez es su parte Beta la que siente la responsabilidad de cuidar a los de su alrededor y trabajar más por el bien de todos.
De nuevo otro golpe. Sus músculos se tensan y aplican toda la fuerza posible. Sus brazos se hacen más grandes, su mirada brilla por su fuerza animal y, en cierto modo, se desahoga con esos golpes, ya que no puede hacerlo con el verdadero problema de su vida. Víctor.
A pesar de la felicidad que le produce su mate, no puede olvidarse de las amenazas del padre de la joven.
Debería contárselo a Abi. Avisarla de que algo no va bien, de que ha vuelto a amenazarlos y que esta vez puede que no sean palabras vacías. Pero no quiere preocuparla.
No después de haber sido testigo de su animo decaído, del dolor de su corazón y las heridas físicas y psicológicas que ese maldito había dejado. No después de haber conseguido tanto progreso estos meses.
Erróneamente piensa solucionar esto rápidamente y él solo. O eso cree.
- ¿Edén?- La señora mayor que trabaja en la cosecha junto a él, le llama caminando en su dirección con los calores subidos por la caminata.- Tienes visita.
- ¿Quién es?
Dejando la azada a un lado, el gran hombre se seca el sudor de la frente con cansancio. Pero no necesita respuesta cuando, pocos metros más atrás, junto a la valla de entrada a las tierras, identifica la cabellera rubia y brillante de Maika.
A zancadas se acerca al lugar, donde la Beta sustituta solo le espera con una sonrisa y tratando de analizar cada paso de Edén.
- ¿Qué es lo que quieres?- Resopla de mala gana parándose a su lado.- Ya tengo suficientes problemas.
Si. Cuando vivía en el bosque tenía que trabajar más duro que aquí, sin las comodidades de una ciudad. Pero por lo menos nadie le molestaba.
- ¿Por que tan mal humor? ¿Esa niña no te da lo que quieres?
Sin embargo, por el brillo travieso de sus ojos sabe que tan solo se trata de una broma de mal gusto para molestarlo. Así que se limita a sonreír de la misma manera, con autosuficiencia en un claro signo de que si lo hace. De que su cachorrita le da todo lo que quiere y más.
- ¿Solo vienes a molestar?
Entonces del bolsillo de su largo abrigo de piel saca un sobre blanco, algo arrugado, pero que Edén consigue identificar al momento tensándose de repente. Gesto que no pasa desapercibido a la mujer que solo le tiende la carta sin comentar nada al respecto.
- Lo dejaron en la puerta de casa del Alpha. Pensé en traértelo antes de que tuvieses que dar explicaciones.
Sin embargo Edén no escucha. Pudiendo solo centrarse en aquel trozo de papel que de la impresión de quemar entre sus dedos. Todo parece devanecerse a su alrededor con cada palabra en tinta oscura clavada en aquel papel.
" La marcaste. Buen intento para mantenerla lejos de mi.
Pero ninguna norma va a detenerme. No ahora.
Duerme con un ojo abierto, Beta, porque te la quitaré cuando menos te lo esperes.
Victor."
El trozo blanco de papel se hace añicos entre sus manos cuando cierra los puños. Con la intención de reducirlo a polvo. Su ceño se frunce y sus ojos azules parecen centellear en rojo mientras la ira lo invade.
¿Hasta donde piensa llevarlo? No va a rendirse. No hasta que alguien le pare los pies. Recuerda el sabor de su sangre aquella noche, la misma noche que recuperó a su cachorra. Recuerda la pequeña pelea y las advertencias, y lo poco que le habría costado cobrarse su vida. Un recurdo que se convierte en arrepentimiento y cólera.
Tan cerca. Tan cerca de habér acabaado con algo que no debería haber empezado. Tan solo si no se hubiese distraído dos segundos con su pareja para que ese desgraiasdo escapase como un cobarde.
- ¿Esto tiene algo que ver con los problemas a los que te referías?
Tan metido estaba en su propia rabia que no cae en la cuenta de cuando Maika se asoma tras su hombro, leyendo el pequeño papel que tanto parece preocuparte.
Para cuando Edén quiere ocultarlo ya es demasiado tarde.
- ¿Quien es Victor?
- Shh. Cierra la boca, Maika. No te metas en mis asuntos.- Gruñe Edén metiendo la carta en su bolsillo, arrugada, como la última.
Trata de caminar con prisa de nuevo hacia el trabajo, como si quisiese fingir no haberla leído nunca.
- Más bien parecen los asuntos de la niña a la que cuidas. ¿Es un exnovio celoso?- Sin rendirse la Beta lo persigue sin dejarle tregua. Demasiado curiosa ante su comportamiento.
Solo otro gruñido como respuesta y, en un rápido movimiento, el rubio la agarra de los dos brazos con fuerza, acercandola a él con violencia pero sin dañarla, en advertencia. Furioso y aún dandole vueltas a la toruosa amenaza.
- Mantenme el secreto. Por los viejos tiempos.- Trata de persuadirle haciendo que cualquier rastro de picardía se borre de la mirada de Maika.- No quiero preocupar a Abigail.
Con desparpajo y fuerza ella deshace del agarre, cruzando los brazos enfadada, pero bajando la voz para que nadie los escuche comprendiendo la seriedad del problema.
- No soy una experta en relaciones... y yo no tengo mate. Pero no creo que debas ocultarle esto.- Le advierte.
- Prometemelo, Maika.
Tal vez son los ojos enloquecidos del hombre, su aspecto casi animal, salvaje, o la urgencia en sus gestos. Su mirada aguada como si mantener a salvo y lejos de ese tal Víctor a su pareja fuese lo más importante de su vida.
Sea lo que fuere, Maika parece cambiar de opinión, dejar a un lado sus aires de superioridad, y asiente despacio. Cerrando, no muy convencida, un trato que tendría que romper.
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Mi Cachorra
WerewolfUna promesa. Una promesa que llegó demasiado lejos. Encontrarla. A su mate, a su otra mitad. Aquella por la que tanto estuvo esperado. A esa cachorra que se escapó entre sus dedos la noche que se convertiría en la peor noche de su vida. En esa pesad...