El silencio en aquel despacho es asfixiante. La tensión se puede cortar con un cuchillo y Hunk solo se dedica a cambiar su mirada de su amigo a su hijo sin decir palabra. Lo cual solo molesta más a Edén que se siente como un niño en el despacho del director a punto de recibir una reprimenda.
Todo por culpa de aquel niñato. Aún su sangre arde ante el recuerdo de la mano de otro sobre la suave piel de Abigail.
- Los críos se comportan mejor que vosotros dos.- Dictamina por fin el Alpha frunciendo el ceño decepcionado.- De ti podría creérmelo, Ethan, a pesar de que me defraudas.
El nombrado baja su mirada cerrando los ojos con fuerza, callando todo lo que tiene que decir. Frustrado ante sus esfuerzos fallidos de contentar a su padre y ganarse el puesto de Alpha que le corresponde.
- Pero de ti, Edén.- Ahora es el turno del rubio de suspirar como si las palabras le cayesen como una jarra de agua fría.- Eres un lobo adulto, y al comportarte así no solo has faltado a tu manada si no también a tu mate.
El recuerdo de los grandes ojos de Abi y su temor repentino por su actitud se clava en él como una espina molesta. Hunk está en lo correcto y eso solo le hace sentir como un miserable que ha perdido toda la razón.
Sin embargo su orgullo le recuerda, hace veinte años, la forma en la que el propio Alpha trató a su Luna. Él mismo le advirtió por aquel entonces y trata de respaldarse en eso para creer que es un hipócrita por reprocharle su comportamiento.
- Me parece curioso que me aconsejes de como tratar a mi mate. Creo recordar que tu no lo hiciste mejor.- Le reprocha frunciendo el ceño.
El rostro de Hunk se muestra contrariado durante unos segundos, el brillo del arrepentimiento aún después de tantos años. Su mirada que rehúye la de su hijo, aunque él también sabe lo que ocurrió en el pasado. Le recuerda que hasta el mejor Alpha del mundo, el más poderoso y fuerte, comete errores.
- Yo casi la perdí por no darle su lugar.- Habla por fin dándole la razón y volviendo a su rostro frío de seguridad.- Pero te ocurrirá lo mismo si, por el contrario, la sobreproteges demasiado, Edén. Cuartas su libertad y la atemorizas.
- ¿Dónde está?- Suspira el rubio derrotado, sintiéndose el peor mate y queriendo solo un abrazo de su cachorrita que le recuerde que todo está bien. Que perdona sus estupideces.
- Aria está hablando con ella. Está bien.- Trata de ser más suave al comprender su dolor.- Dejas que tus miedos se conviertan en un impedimento. Solo eso.
Comprende sus palabras, y le duelen. La realidad de hacerla daño por querer justo que no sufra ninguno. El temor a perderla de nuevo, como hace veinte años. De tener que volver a buscarla desesperado. De que vuelva ese dolor en su pecho todas las noches. Ese sentimiento enfermizo de no separarse ni un segundo de su lado por miedo a que desaparezca.
- Veo que conociste a Ethan.- Sonríe Aria tratando de relajar el ambiente.
Se le da bien, pues Abi sonríe tímida y asiente aunque con pocas ganas, preocupada por lo que esté ocurriendo en la planta superior.
- Es un buen chico.- Continua hablando la Luna sonriendo enternecida.- Aunque se esfuerza demasiado. Hunk no comprende que ya no es un cachorro, pero por otro lado siempre será nuestro niño.
Parece reflexionar más para si misma que para Abigail que solo piensa en Edén y en si estará bien. No hablaron después de la llegada del Alpha y sabe que le hirió con su miedo injustificado. Todo por culpa de su antigua vida de abusos.
- ¿Tienes más hijos?- Trata de seguir la conversación aún distraída.
- Por supuesto.- Ríe Aria recordando la insistencia de su mate después de sostener por primera vez a Ethan en brazos.- Aunque tuvimos que esperar, llegó un niño y una niña hermosa, de diez y siete años. Mis pequeños revoltosos.
La ternura de su voz hace a la castaña plantearse cosas. Hijos, familia... ¿Acaso tendrá algo de eso? ¿Pequeños Edenes corriendo de lado a lado de su pequeño y hogareño hogar?
Sin embargo ni siquiera tiene al marca en su cuello. Algo que no se había planteado hasta que Ethan lo nombró.
- ¿Es dolorosa?
Aria parece no comprender de que le habla hasta que sigue su mirada hasta la gran marca en su cuello. Su marca de pertenencia y amor. Sus mejillas se tornan rojas solo de recordar el momento y Abigail no puede evitar notar que es la primera vez que ve a la fuerte Luna de Uskad avergonzada por algún pensamiento.
- Si lo dices por cuando tu recibas la tuya, es una sensación buena, muy buena.- Es lo único que especifica.- Sí, quema un poco al principio, pero te dará un sentimiento de felicidad y plenitud únicos. No te preocupes por ello.
- No se siquiera si Edén quiere marcarme. Seguramente no ocurra pronto.- Se excusa sintiendose incomoda y algo desilusionada por alguna razón.
Sin embargo la peli blanca ríe y ella la mira confundida por su reacción esperando una explicación a eso que le hace tanta gracia.
- Creeme, si Ed no ha dado el paso es solo por esperarte.- Sonríe sincera.- Aún recuerdo cuando me describió el sentimiento de los lobos por tener a su mate. Como sus ojos brillaban deseando encontrar a la suya. Encontrarte a tí.
El silencio en el coche es algo incomodo. No han dicho ni una palabra desde que salieron de la mansión y Abigail teme que esté enfadado con ella. Que lo haya decepcionado por no defenderlo ante toda la situación con Ethan.
Edén mira al frente centrado en la carretera. Con los pensamientos arremolinandose en su mente como fantasmas recriminatorios en un juicio en el que él es el acusado y no tiene abogado ni cuartada.
- ¿A donde vamos?- Susurra la castaña temerosa de romper el silencio, pero dandose cuanta de que hace mucho que se desviaron del trayecto a casa.
No contesta de inmediato, si no que el coche rueda durante unos minutos más, antes de detenerse literalmente en mitad de la nada. Las luces se ven lejanas a sus espaldas y, cuando bajan del vehículo, el viento frío se cala en su piel, parado solo en parte por los grandes árboles a su alrederor.
- Es el límite de la ciudad. Justo por aquí salí hace diecinueve años.- Se sincera Edén con la vista perdida en el oscuro bosque que se extiende más allá, con voz baja y sin atreverse a mirarla aún- Creyendo que volvería pocos meses después con un bebé en brazos.
Su sonrisa amarga duele en el pecho de la chica que se acerca a él para sostenerle la mano, cálida y enorme comparada con la suya. Solo entonces, al sentir el contacto, Edén es capaz de girar en su dirección. Clavando los azules ojos en su pequeña cachorra que lo mira aún sin comprender.
Solo silencio, el susurro del viento y el latido de dos corazones sincronizados.
- Si quieres volver... Salir de aquí. Eres libre de hacerlo.
- ¿¡Que!?- Abi mira incredula al hombre a su lado, con la barbilla temblando ante el llanto que se avecina-¿Me estás echando?
- ¡No, Edén! Prometo portarme mejor y seré la mejor mate. Aprenderé lo que quieras, por favor.- Ruega Abigail .
Sin querer se hunde en una espiral de desesperación. Al igual que cuando su padre dictaminaba alguno de sus castigos y ella prometía que no volvería a hacerlo. Que no la lastimase.
Su voz se rompe con cada palabra y siente unas terribles ganas de llorar. Un terrible sentimiento de no haber sido suficiente para un lobo tan magestuoso y fuerte como él.
- ¿No lo entiendes? Cuarto tu libertad, Abi. Solo he hecho que arrancarte de tu hogar para traerte aquí, sin tener en cuenta tu opinión.- Alza un poco la voz, sin llegar a gritar, como si le doliesen ahora sus propias acciones.- Si quieres una vida normal, te la mereces. Encontraré la forma de cuidarte desde aquí. Yo... Siento lo de hoy, y siento no ser el mate que se perdió hace veinte años.
- Edén.- Un sonrisa calida en sus suaves labios descolocan al hombre. El infinito cariño con que ella lo mira a pesar de las lágrimas que aún corren por sus mejillas.- No se mucho de hogar, porque nunca he tenido uno... hasta ahora. Soy libre de decidir, y decido quedarme contigo.
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Mi Cachorra
WerewolfUna promesa. Una promesa que llegó demasiado lejos. Encontrarla. A su mate, a su otra mitad. Aquella por la que tanto estuvo esperado. A esa cachorra que se escapó entre sus dedos la noche que se convertiría en la peor noche de su vida. En esa pesad...