Cuatro meses después
Ya está anocheciendo. Las pequeñas flores de la entrada aprovechan los últimso rayos de sol- Abigail siempre dice que se ponen más hermosas con el frío del invierno.
Serán las únicas a las que les agrade el invierno porque el hombre está helado, hundiendose un poco más en su abrigo de plumas. Jugando con las llaves entre sus dedos, nervioso.
- ¡Ya estoy en casa!- Grita cuando por fin puede sentir el calor de la chimenea en su piel, quitandose la ropa sobrante.
Volver a la cabaña, sin duda, fue una de las mejores decisiones de su vida. Alejados de la ajetreada ciudad, a pesar de que tenga que hacer más trayecto todos los días. Abigail parece más contenta desde que viven en aquel reducido espacio rodeado de naturaleza. Dejando atrás todo lo que ocurrió.
- ¿Hunk te ha mantenido ocupado? Llegas tarde.
Una dulce voz le hace girar en la dirección de su dormitorio al que se dirige con ansias por volver a tenerla entre sus brazos. Ser Beta es tan duro como recordaba, pero tampoco se había dado cuenta de cuanto lo echaba de menos.
- En la proxima noche de luna llena en el lago coronan a Ethan como Alpha. Y ya han empezado con los preparativos. Aún no me puedo creer que tenga que ser Beta de ese niñato.
Abigail ríe divertida, esperando tras la puerta, escuchando los pasos de aquel hombre contra el suelo de madera.
- De todas formas, ¿a que llego tarde?
🔥
Pero la pregunta se contesta por si sola cuando abre la puerta del dormitorio y sus ojos se topan con Abi. O más bien con el pequeño conjunto de lencería rojo que adorna su cuerpo.
Las cintas en el lugar adecuado, el color carmín contrastando con su pálida piel, su pelo recogido dejando su marca al descubierto.
- ¿Te gusta la sorpresa?- Sonríe pícara y algo intimidada por la mirada caliente sobre su piel. Espectante ante la respuesta que no se hace esperar.
Edén la alcanza en dos zancadas y contornea con sus dedos la copa del sujetador, callado y serio, admirando como la piel de su pequeña se eriza ante el contacto.
- ¿Que he hecho?- Murmura cerca de su oído, luchando para no lanzarse contra su boca.- He creado un monstruo.
La risita de la castaña le llena el corazón, por lo que no puede retenerlo más, tan solo hacen falta dos segundos para que sus manos se cuelen por aquellas cintas y sus labios deboreen con ansias los suyos.
Abigail deja de reír cuando siente las grandes manos de su mate sobre sus pechos y sus labios recorriendo su cuello, hasta su marca. Sintiendo esas mariposas en su estómago bajo que le avisan de todo lo bueno que va a pasar a continuación.
Como cada noche, Edén la carga hasta la cama, apretando sus muslos con lujúria y dejandola sobre las suaves sábanas con devoción.
Las manos traviesas de Abigail se abren paso por su torso, acariciando sus marcados músculos sin dejar de mirarlo, aprovechando que él se quita la ropa con prisa, hasta que llega a su miembro haciendolo gruñir ante el contacto.
Lo quiere. Lo necesita. Y, por la mismísima Diosa Luna, que él está dispuesto a complacerla mil veces. Sobre todo si su mano sigue haciendo esas maravillas con él. Arriba y abajo en una danza que lo trae loco.
Abi trata de retener un gemido cuando los dedos de Edén se hunden en ella estiulandola más de lo que ya lo está. Moviendo sus caderas al mismo ritmo.
- No lo reprimas.- Le susurra entre jadeos el hombre.- Para algo nos mudamos a esta cabaña.
- Yo creí que era porque no te gustaba la gente.- Se hace la ofendida reteniendo otro gemido.
- No me gustan que escuchen lo que es mío.- Gruñe contra la marca a la vez que adentra otro dedo en ella, haciendola ver las estrellas.
Siente que ya está, cuando algo se aprieta en su interior y solo siente la necesidad de él dentro de ella. Va a llegar su orgasmo.
🔥
O eso cree hasta que Edén se detiene de repente, separandose un poco de ella y haciendola fruncir el ceño.
- ¿Por que paras?- Hace un puchero mirando sus hermosos ojos azules.
Sin embargo se queda aún más intrigada cuando el rubio rebusca entre los bolsillos de su pantalón tirado en el suelo.
- ¿Está todo bien?- No puede evitar preguntar sentandose en la cama y dejando a un lado el calentón.
- Encontré algo en el bosque.- Es todo lo que dice aún con la voz ronca y la respiración entrecortada por la lujuria.
- ¿Y me lo tienes que enseñar justo ahora?- Se queja Abigail sin comprenderlo.
Edén se sienta a su lado con algo entre las manos oculto y mirando al suelo como pensativo. Sin embargo no parece enfadado o triste, porque se le escapa una pequeña sonrisa nerviosa.
- He encontrado el anillo.
De entre sus manos saca el preciado anillo dorado con dibujos negros que le regaló su pareja y que estaba perdido. Ha ido todas las tardes que podía al lugar donde sucedió todo, no por los malos recuerdos, si no por buscar como loco entre la maleza aquel regalo como le prometió en aquel hospital.
- ¡Eso es maravilloso!
Abigail besa su mejilla contenta, pero Edén parece tener algo más que decir. Rascándose la nuca nervioso de nuevo como si buscase las palabras adecuadas.
- He comprado uno a juego.- Habla rápido subiendo la vista hasta ella.- Ya sabes... Solo por si estás lista... Para hacerlo oficial... Si quieres.
Primero el shock no la deja responder. Totalmente anonadada cuando encuentra una pequeña caja abierta frente a sus ojos, entre las manos del hombre que ama, enseñando un hermoso anillo sencillo del mismo color que el de él.
- Edén... ¿Me estás pidiendo matrimonio?
Dos sonrisas surgen en sus rostros. Pura alegría que salta en forma de lágrimas.
- ¡Si! ¡Si!
La morena salta a sus brazos tirandolo de nuevo sobre la cama y no tarda en besarlo con pasión. Edén por fin consigue colocar el anillo entre beso y beso en sus delicadas manos. Justo antes de perderse en ella de nuevo, buscando más contacto, más calor, más amor.
Porque, después de veinte años, piensa darle todos los segundos de su vida a su cachorrita. A la que ya amaba antes de conocerla.
ESTÁS LEYENDO
Mi Cachorra
WerewolfUna promesa. Una promesa que llegó demasiado lejos. Encontrarla. A su mate, a su otra mitad. Aquella por la que tanto estuvo esperado. A esa cachorra que se escapó entre sus dedos la noche que se convertiría en la peor noche de su vida. En esa pesad...