CAPÍTULO 14

26.5K 1.9K 87
                                    

Edén saca la última tortita de la sartén a la vez que oye la puerta abrirse. Coloca con cuidado el plato en el centro de la mesa de madera del comedor al lado de las dos pequeñas tazas de café humeantes. 

- Perdona, ¿me he equivocado de casa? Busco a Edén.- La voz que se escucha desde la puerta de entrada se le hace conocida, pero tantos años fuera no le dejan ponerle rostro.

Sin embargo no pierde el tiempo y, cuando Abigail va a gritar para llamarlo, Edén ya está posicionado a su lado, pasando una mano por su cintura de forma sobreprotectora.

No le ha pasado desapercibida la sudadera sobre su cuerpo, pero prefiere no decir nada hasta que el visitante inesperado se haya marchado. Aunque todo se le olvida al verla a ella.

Después de casi veinte años sigue siendo la misma. No ha cambiado ni siquiera su cabello rubio y extremadamente largo ni las botas altas marrones que siempre llevaba. Es como haber parado en el tiempo.

Edén frunce el ceño sorprendido a la vez que la intrusa sonríe altivamente.

- ¡Edén! Veo que tus años aislado en la naturaleza no te han echo nada de mal.- Dice mientras pasea descaradamente su mirada de arriba a abajo por su cuerpo.

- ¿Qué quieres, Maika?

Su voz es gruesa y dictaminante. Convencido de que tenerla ahí no significa nada bueno. Por otro lado Abigail se pega más a su cuerpo asqueada por la forma de mirarlo de la mujer y buscando la protección de su mate por alguna razón.

Maika, cuando Edén mandaba como Beta, siempre había sido la tercera al mando. Una loba ambiciosa, inteligente y descarada que trataba de ganarse el valor y respeto de la manda por medio del poder. Poder que al lado del Alpha y Beta de la manada podía obtener.

Sin embargo pecaba de obstinada, de maliciosa y de envidiosa con todo aquello que creyera mejor que ella.

- Me dijeron que el famoso Edén había regresado. Como la Beta sustituta quería verlo con mis propios ojos.- Entonces su mirada pasa de aquel hombre a la hermosa chica a su lado.- Ahora se por que ayer renunciaste a tu puesto. Para hacer de niñera.

Tal vez es la maldad con la que lo pronuncia o la realidad de algo que nunca nadie había expresado, pero a Abi las palabras le caen como un jarro de agua fría que casi le hace retroceder.

Y tal vez es el estremecimiento de su cachorra contra su cuerpo o la mirada maliciosa de aquella víbora, pero Edén gruñe alto en advertencia.

- Llevemos la fiesta en paz, Maika. Por los viejos tiempos.

La rubia se encoje de hombros como si no tuviesen importancia sus palabras y parece mirar de nuevo hacia Abigail que trata de dar un paso al frente valiente, aunque falla en el intento.

Nuevas dudas surgen en su mente y se lamenta no ser tan fuerte como para detenerlas.

- Soy Maika, Beta de Uskad.- Extiende la mano con una sonrisa ladina que a cualquiera podría dar escalofríos.

- Abigail, mate de Edén.

La seguridad con lo que lo dice y su forma de apretar la mano de la rubia con fuerza, es falsa. Pero hace al hombre a su lado sonreír orgulloso. Su mate, marcando territorio.

Tampoco pasa desapercibido para Maika cuya sonrisa titubea antes de volver a forzarla.

- Debo marcharse... Asuntos de Beta.- Se excusa.- Llámame cuando te aburras de cuidar a la niña.- Sentencia finalmente antes de dar media vuelta.- Nos vemos por ahí.

La tensión en la entrada de esa casa no cesa hasta que la mujer se convierte solo en una mancha entre las casas nevadas.

Solo entonces Edén encara a su cachorra cuyos ojos no le miran realmente, si no que perdidos parecen pensar en todo lo ocurrido.

- ¿Renunciaste a tu puesto de Beta?- Abigail parece incrédula y algo enfadada, sobre todo cuando Edén solo suspira asintiendo.- ¿¡Por que no lo consultaste conmigo!? O me visaste.

El hombre cierra la puerta de entrada y comienza a andar hacia la cocina mientras se revuelve el pelo nervioso. Sin duda, no era la mañana que tenía planeado con cachorra.

- Hunk insistió en que retomara mi puesto ayer. Cuando llegamos a casa estaba muy cansado y se me pasó contártelo. Además, no pienso centrarme en el trabajo ahora que tu padre te amenazó. Debo cuidarte y estar pendiente.

- No soy una niña, Edén.

"Niña" La palabra parece dar en el punto justo. En la duda que aquella rubia instauró en ella. Edén parece notarlo y se acerca con cuidado a la castaña que derrotada lo mira con ojos dolidos.

Todo es nuevo para ella, todo ha ido demasiado rápido, y a veces olvida que hace poco que salió de una relación abusiva en su casa y que quiere que encuentre en él el hogar y la libertad que necesita.

- Eres mi mate, mi pequeña, mi cachorrita.- Se acerca hasta rodearla con sus brazos y elevarla del suelo. Abi enreda sus piernas en su cadera y se deja llevar cuando Edén la deja sobre la encimera de la cocina.- Eres mi mujer, Abi.

Dos almas en una cocina con un desayuno totalmente olvidado. Las tazas de café ya frías, pero no sus cuerpos. Estos parecen arder con cada palabra.

Su voz grave y la cercanía con el cuerpo de Abigail hace que la castaña se quede sin respiración, centrada tan solo en esos ojos azules, ahora más oscuros. Sus respiraciones pesadas se entremezclan y de nuevo aparece esa sensación en ambos. Ese chisporroteo en su cuerpo por tocarse, ese picor en sus labios por besarse, ese lazo que les ruega por juntarse.

- Prométeme que me contarás las cosas, Edén.- Ruega Abi a escasos centímetros de su boca. Necesitando solo eso para dejarlo todo por él.- Que me dirás todo.

- Te lo juro.- Susurra del mismo modo el hombre entre sus piernas deseando besarla de nuevo.

Y por fin ocurre. Pero, al contario que la noche anterior, esa vez la pasión los desborda a ambos. Devorándose con un hambre casi animal. Las manos de Edén viajan sin pensarlo a su nuca para acercarla más a ella como si cada centímetro de espacio quemase en su pecho.

Abigail se deja llevar, sintiendo todas sus terminaciones nerviosas temblar. Apretando las piernas en torno a él, recorriendo con los dedos su espalda y disfrutando del sabor de su boca.

Y cuando pensaba que un beso no podía ser mejor, Edén lo profundiza con fuerza, dejándose llevar por la locura. Por tener a su mate a su lado, rezando por poder descubrir cada rincón de su pequeña cachorra.

Abi está lista par dejarle hacerlo, cuando no puede retener un pequeño gemido que se escapa de sus labios, que el incita a él a gruñir sobre su dulce boca.

******************************

¡CUIDADO QUE QUEMO!

Pequeño aviso de que se viene lo bueno 🔥

No recomendado para almas puras, porque esto va a prenderse como el infierno ;)

Mi CachorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora