El día en que papá se despidió, el día que se marchó para nunca volver, ese mismo día mamá perdió la alegría, sus ojos no volvieron a reflejar ese brillo que la caracterizaba, no solo por haber perdido aquel chico que la enseñó a amar y la ayudo a comprender el significado de la palabra amor, que cuando se ama de verdad, los amantes no encuentran palabras para describir lo que sienten, solo se dedican a ser suyo ese sentimiento que provoca tanta alegría, nostalgia, y angustia a la misma vez.
El día en que sus labios se negaron a decir adiós, ese mismo día perdió al único ser que era capaz de dar la vida por ella, misma que la trajo al mundo, su mamá. Murió de un infarto, para ella ese fue el día más doloroso. Se culpó, esa culpa la llevaba incrustada en el pecho. El mundo se le vino abajo en un abrir y cerrar de ojos, la persona en quien más confiaba le había roto el corazón, la había dejado sin la más remota idea de qué hacer con todo el amor que había crecido en ella, al igual que mi abuela, esta la había dejado total y absolutamente sola, en un mundo donde la maldad y el egoísmo, eran triunfadores.
Era evidente que papa tenía sus razones y estaba muy seguro de las mismas, alegó que sus padres no se equivocaban cuando decían que algo entre ellos era un absurdo, algo entre ellos, como si no significara nada para él, la manera en cómo se había referido a la relación que había entre ellos, no fue la más apropiada, la sensación en el pecho de Rebeca le subía a su garganta, provocando que solo una pequeña porción de aire lograra atravesarla. Que venían de mundos distintos... fue muy claro al momento de decir esto.
Lo último que salió de sus labios fueron las palabras que mamá lleva tatuada en el lado izquierdo de su pecho, mismo lugar donde sintió arder el dolor de creer pedido al amor de su vida: haz tu vida, que yo haré la mía.
Eso dolió, pero no insistió, supo disimular muy bien, con tan corta edad tenía un dominio perfecto de sus emociones, fue fiel creyente del dicho que reza: deja ir, si regresa es tuyo, sino, es que nunca lo fue. Por otro lado, siempre fue muy orgullosa y con un ego que rozaba el cielo, el único que pudo con su carácter, fue él, él chico que la había comprendido, enseñado a amor y que también la había abandonado, dándole a probar uno de los tragos más amargos, como lo era el desamor, era lo que ella entendía, el no dio muchas explicaciones, por lo que a ella te toco sacar sus propias conclusiones. Lo único que alcanzó a decirle fue: si romperme el corazón te hace feliz, ve, disfruta de tú felicidad, que esta también será la mía. Fue cuánto...
Al llegar a casa, fue cuando encontró a la abuela tirada en el piso. La culpa no la dejaba en paz, culpa de saber que había salido por sus medicamentos. Esta sufría de presión alta y el calor pegaba fuerte, pero su acalorada discusión con Jefferson, no le permitió llegar a tiempo.
Si las compró. Y aún las tiene, las carga como un amuleto, según ella, para nunca olvidar quien fue la responsable de la muerte de su madre.
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Pálpitos de su corazón ✔️
Любовные романыPrefiero vivir el recuerdo de un amor verdadero, que arriesgarme a volver a intentarlo y perderlo todo en el intento.