Pálpitos de su corazón ✔️

Cap 3- 17

El le dijo que la amaba, que siempre lo había hecho, que se había enfrentado a sus padres por ir a buscarla, pero por más que buscó y buscó, no pudo encontrarla. Que lamentaba mucho lo sucedido con su madre, era una persona increíble, un ser humano único, puntualizó. Lamentaba mucho haberla hecho sufrir. En ese momento, el día que rompió toda relación con ella, debía hacerlo, no tuvo otra opción. Dependía de sus padres, y aunque la decisión que tomó le rompió el corazón a ambos, así debía ser, era la decisión correcta, en ese momento era lo mejor, aunque ella no lo haya visto así, él tampoco lo entendió, hasta que fue pasando el tiempo y había madurado, por así decirlo, se dio cuenta que fue lo mejor para los dos.

Apenas eran dos adolécete inmaduros, estaban empezando a vivir, no sería sano para ninguno de los dos enfrentar a sus padre para defender aquel amor, el más que nadie sabía de lo que era capaz su madre con tal de sepáralos. Tomó la decisión correcta, estaba seguro de que así era, tan seguro como de que la volvería a encontrar y que serían tan felices como se lo había prometio. El amor que el sentía por ella era verdadero, así como lo era el amor de ella hacia él, estaban destinados a estar juntos, su historia ya estaba escrita y en ella sus caminos enlazados. Solo era cuestión de tiempo para que estuvieran juntos otra vez y poder vivir su amor a plenitud.

—¿De verdad volviste por mí?

—Cuando terminé mis estudios y salí bajo el dominio de mis padres, fue lo primero que hice, pero no te encontré, nadie sabía nada de ti.

Mamá preparó café mientras platicaban. El tiempo pasó muy rápido, cuando quisieron darse cuenta, ya había oscurecido. Al final le dijo que el café sabía horrible, pero que si lo preparaba ella, se lo volvería a tomar.

—Me gusta tu pijama de ositos, me da mucha paz.

—A mí también me gusta —sonrió

—Ellos me dieron el valor para enfrentarme a ti hoy —mamá volvió a sonreír. Y ese era el punto, el la hacia feliz.

—Creo que ya debería irme, por más que me guste tu horrible café, es un poquito tarde y tú sofá no se ve muy cómodo.

—Jeff —volvió a reír.

—Por lo menos te saque tres sonrisas en menos de 10 minutos y te volví a escuchar decirme Jeff, suena tan lindo cuando lo dices, no te imaginas cuanto lo había extraño, cuanto te había extrañado —besó su frente, le pidió que se cuidara y que por favor no cambiara de casa en lo que quedaba de la noche y luego se marchó, dejándola con una sonrisa en los labios que le era casi imposible borrar.