Dicky, Dicky... grité en el jardín del vecino, este salió y se asomó a la verja y le pregunté si podía jugar con Dicky a lo que respondió que solo un ratito, lo llevaría al veterinario con la señora Daminson.
Al regresar a casa, encontré la mesa puesta, mamá me pidió que me sentara, me negué pero insistió, antes lavé mis manos, duramos alrededor de 20 minutos en la mesa y más hablaron ustedes que no estaban ahí que nosotras dos. Al terminar levanté mi plato y lo llevé al fregadero, subí a mí recámara y me quité el uniforme, estaba de asco, había estado todo el día con él, hasta jugué con Dicky, mamá lo notó y no dijo nada.
Eran alrededor de las tres de la madrugada cuando siento algo acariciar mi cabello, doy varias vueltas y despierto, veo el rostro de mamá, me pidió que no dijera nada, que solo durmiera, obedecí quedándome rendida nuevamente.
En la mañana me preparé para ir al colegio, al bajar encuentro listo el desayuno y mi lonche, al lado había una nota: Que tengas un lindo día... mamá. Sonreí para luego gritar: mamá, no responde por lo que vuelvo y digo: mamá... escucho la bocina del bus y salgo, sentí una sensación extraña que me decía que mirara hacía atrás, lo hice y ahí estaba ella, parada en la puerta, observándome.
Me inquietaba su actitud. Papá no volvió, tampoco volvió a llamar. Fueron pasando los días mamá se hacía más dulce y él no había aparecido, parecía que se lo había tragado la tierra. Mamá era diferente, pero no me hablaba, por más que intente que lo hiciera.
Dicky se había convertido en mi mejor amigo y mamá sonreía, se sentía raro, pero era lindo. Tenía la sonrisa más hermosa que había presenciado, la veía hacerlo, pero nunca me había regalado una, hasta ese día en el jardín, cuando Dicky jugaba con su vestido.
Lo más sorprendente fue verla jugar con él y su pelota, parecía una niña correteando y gritando el nombre de Dicky por todo el jardín, para que fuera por la pelota. Jugamos por una media hora, hasta que pisó en falso y se fue al suelo, su rodilla se raspó horrible, pero ella no lloraba, solo tenía los ojos llorosos, haciéndose la fuerte, fui por el botiquín para que la herida no se infectara, recogió su vestido, yo miraba su rodilla y era tan sensible, tuve miedo, no me atreví a tocarla, nunca lo había hecho, me dijo hazlo y respondí que no, que no podía y me gritó:
—Hazlo Azul...
—No puedo mamá, no puedo hacerlo, no te quiero lastimar, no quiero que me culpes —salí huyendo y me encerré en mi recámara. Mamá luego de varios minutos tocó la puerta, pero me negué a abrir, dijo que me entendía y que estaría en su recámara por si quería hablar. No fui...
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Pálpitos de su corazón ✔️
RomancePrefiero vivir el recuerdo de un amor verdadero, que arriesgarme a volver a intentarlo y perderlo todo en el intento.