Aegon terminaba de alistarse con la ayuda de Helaena. La celebración por el onomástico del príncipe Jacaerys era la más grande en años, todo el reino se reuniría en Desembarco del Rey para festejarlo. Estaba nervioso. Ni siquiera podía abrocharse la chaqueta con normalidad. Era la tercera vez que insertaba el botón en el ojal equivocado. Haelena tomó el broche bajo sus dedos y en cuestión de segundos estaba vestido por fin.Su hermana le tendió una copa con agua fresca y Aegon la bebió de un trago. No habría vino para él hoy.
Al menos hasta que anunciaran formalmente su compromiso y todos alzaran sus copas para brindar por la fortuna de la pareja.
Jace había llegado corriendo a su habitación días después de haber desaparecido en medio de la cena. El corazón de Jace aleteaba cual colibrí cuando le tomó sus manos y las puso contra su pecho, una sonrisa se dibujaba en su rostro y sus ojos marrones se cristalizaban con alegría contenida. No pudo evitarlo, Aegon se sintió extasiado con aquella visión del príncipe, emocionado como antaño cuando llegaba hasta él para contarle que había montado a Vermax, volando encima de las nubes y mirando con asombro al sol. Hacía tiempo que no montaba a Fuegosol, pensó en ese momento.
–¿Qué sucede?– preguntó entre risas, pues Jace besaba sus manos provocándole cosquillas.
–Aegon Targaryen– dijo Jace en un suspiro– Príncipe de los Siete Reinos, he venido para pedir tu mano en matrimonio.
–¿Qué?– estaba confundido– Jace por todos los dioses, no sueltes propuestas así sin más.
Jace soltó una carcajada, como si hiciera eso todos los días, pedir matrimonio. –Hablo en serio, tío.
–Sobrino– replicó.– Dime por qué.
–Porque no quiero hacerlo frente a todos los demás exponiéndome a quedar en ridículo con tu negativa. Aunque si me rechazas, puedo aguantar la respiración como Luke lo hacía de niño, hasta que me digas que sí– amenazó.
Jace contuvo la respiración, con las mejillas infladas y los ojos bien cerrados. Aegon rodó los ojos y no dijo ni una palabra mientras los segundos pasaban. Aquella era un actitud ridículamente infantil que no cuadraba con el principie que acaba de proponerle matrimonio y Aegon no le seguiría el juego. Pasó un minuto. Jace comenzaba a ponerse azul y luego morado, las venas de sus sienes saltándole mientras su pulso se volvía más lento.
–¡Bien, acepto!– bramó Aegon, sacudiendo a Jace de los hombros. Lentamente abrió los ojos y se tardó un par de segundos hasta que enfocó la vista, mareado por la privación de aire.– Dioses.
Pasado el momento de angustia, Jacaerys volvía a sonreír de oreja a oreja. Tomó su rostro entre sus manos y lo miró directamente a los ojos. No había escapatoria de aquella mirada marrón. Jace lo miraba como si fuera algo sagrado, como si los Siete lo hubiesen mandado sólo para él, como si fuera alguien que valía la pena. Aegon rehuía de su reflejo en los ojos de su sobrino, cómo podría verse en ellos cuando Jace era tan bueno y Aegon era todo lo contrario.
Sin embargo ahí estaba. Un reflejo apenas distorsionado por las lágrimas, con su camisa blanca y el cabello despeinado, reflejando la luz de sol. Casi podía creerse que era digno.
–Egg– llamó. El sobrenombre lo sacó de sus pensamientos. Jace raramente lo llamaba así, como si fuera él el mayor, como si Jace supiera, sintiera, la fragilidad de Aegon, lo pequeño que se sentía.
–¿Si?
Jacaerys Velaryon tenía muchas cualidades. Era diestro con la espada, hablaba Alto Valyrio con fluidez, podía mantener conversaciones de política y economía con la sensatez de un hombre mayor, aconsejaba a sus hermanos con sabiduría y era un gran amigo, un hijo obediente y un príncipe en toda la extensión de la palabra. Que fuera un buen besador no era del conocimiento de Aegon.
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CABELLOS DE PLATA
FanfictionEl cabello largo y platinado era un rasgo que se apreciaba entre los Omegas Targaryen pues era símbolo de su pureza, belleza y sobretodo fertilidad. Aegon II Targaryen no solo es el primogénito varón del rey Viserys, sino que también es el primer O...