PARTE IX

1.6K 173 16
                                    




Recorrió el camino hacia Pozo Dragón en la más completa calma. Las calles aledañas estaban prácticamente vacías pues el pueblo se congregaba fuera de la fortaleza, esperando ver al príncipe Jacaerys para arrojar flores a su paso. Lucerys debía darse prisa, alistar a Arrax y volver a tiempo para el anuncio del compromiso.

Los guardias que custodiaban la entrada inclinaron la cabeza cuando pasó entre ellos casi corriendo. Su dragón dormitaba en su caverna y alzó la cabeza cuando sintió su presencia. Soltó aire caliente por la nariz a modo de saludo, Luke palmeó la escamosa cabeza, aún era un cachorro pero necesitaba que se comportara y obedeciera sus comandos.

Hola amigo– el dragón hizo un sonido gutural.– Tranquilo.

Cuando Luke sacó la camisa que pertenecía a Aemond, Arrax se removió nervioso. El pequeño dragón aun conservaba las memorias del ataque de Vhagar, que le había dejado un ala herida y sin poder volar durante meses, no podía acercarse a la dragona sin ponerse a la defensiva e incluso cuando Luke aparecía con el olor de Aemond impregnado, Arrax no se dejaba montar. Comprendía a su dragón, él mismo había temido por sus vidas al salir de Bastión de Tormentas. Afortunadamente nadie se enteró de la persecución que su tío encabezó buscando venganza por un ojo perdido, desencadenando la manifestación de Luke en pleno vuelo.

A pesar de la herida de Arrax, el dragón logró maniobrar él solo hasta una playa cercana. Luke cayó de su montura con la sangre hirviendo, la lluvia que caía hasta empaparlo se evaporaba al entrar en contacto con el cuerpo. Aemond llegó unos instantes después, con el puñal en la mano. Apenas vio a Luke, se deshizo del arma y montó a Vhagar de nuevo, desapareciendo entre las nubes de la tormenta.

Cuando el calor pasó y su cuerpo dejó de convulsionar, Arrax no estaba en condiciones de emprender el vuelo, por lo que tuvo que permanecer en la playa hasta que la lluvia paró. Encontró a unos pescadores tierra adentro, a los que pagó por cuidar a su dragón y por un caballo para volver a Rocadragón. Semanas más tarde pudo volver en busca de Arrax, descubrió su ala en una extraña curación hecha con cuerdas de redes para pescar, agradeció a los pescadores y ordenó enviar un cofre con oro, dos caballos y media docena de botes nuevos. Arrax no volvería a ser tan ágil pero al menos podía volar.

Su madre nunca se enteró de aquello y gracias a los dioses que no, de lo contrario habrían vuelto a la Fortaleza como una visita bélica y no como una familiar.

Comprendía al dragón pero necesitaba de su cooperación si quería que el plan funcionara. Por eso tendió la prenda y obligó a Arrax a familiarizarse con el olor. Escapar en Vhagar habría levantado sospechas y la enorme dragona ya no era ni tan rápida ni tan ágil como antes. Por el contrario, Arrax creció lo suficiente ese par de años como para llevar dos jinetes, su misión era de conocimiento de los guardias y no le impedirían salir de Pozo Dragón en cualquier momento.

Si todo resultaba de acuerdo al plan, se encontraría con Aemond a las afueras de Desembarco, siguiendo la ruta hacia el norte sin levantar sospechas, y en cuanto alzaran el vuelo, el dragón se perdería entre las nubes y desviaría su camino, retornando hacia Marcaderiva. El dragón olfateó. No estaba contento con el aroma pero al menos no lo había calcinado. Luke volvió a guardar la camisa y palmeó al dragón, sonriendo.

Cuando volvió a la Fortaleza encontró a Harwin y Laenor apostados en la salida que Luke utilizó. Ambos tenían una expresión inescrutable, pero el brillo de sus ojos delataba el conocimiento de sus planes, sin embargo no dijeron nada, Laenor le echó un brazo encima de sus hombros y lo condujo dentro.

–Espero que los dioses bendigan su camino hasta Invernalia, príncipe– dijo Harwin, la risa de su padre vibró junto a él. Luke tragó saliva.

–Gracias, Ser Harwin.

CABELLOS DE PLATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora