Cada roce de las sabanas contra su piel producía descargas eléctricas. Dolorosamente placenteras. La necesidad de restregarse contra el colchón dominaba su cuerpo.Todavía conservaba el regusto metálico de la sangre de Aemond en su boca, revivía la sensación de su suave piel bajo sus labios y manos, el olor a limón dominando su sentido del olfato. Lucerys se deshizo del pantalón y la camisa, incómodo entre sus ropas y se metió dentro de las sábanas porque pensaba que lo que hacía era algo indigno.
El celo lo golpeó tan súbitamente que era difícil mantener la compostura. Ni siquiera recordaba cómo es que uno andar todo el camino desde la habitación de Aemond a la suya, con prisa y vergüenza. Sabía que estaba faltando a su propósito como alfa y que en un principio, el deseo de tomar a Aemond era fuerte imposible de ignorar, sin embargo no podía valerse solo de su instinto. Ademas quería que ambos fueran conscientes de la unión y aunque Aemond negó importarle, sabía que tarde o temprano se arrepentiría de hacerlo sin la bendición de los dioses.
Había sido tan idiota, infantil e impulsivo. El celo en solitario era suficiente castigo, estaba dispuesto a pasar los días que fueran necesarios hasta que su cuerpo dejara de doler clamando por su omega.
Tenía los ojos fuertemente cerrados como si de esa manera pudiera eludir la figura de su tío casi desnudo ante sus ojos, no estaba funcionando. Cada vez que los cerraba, imágenes pecaminosas eran creadas. Ese no era él, Lucerys Velaron no era quien imaginaba a su tío desnudo bajo su cuerpo. Con su nívea piel uniéndose a la suya, mejillas rojas y el ojo violeta cristalino, inundado en placer. Se restregó contra las sabanas de nuevo y se detuvo cuando escuchó su puerta siendo golpeada.
No se sentía capaz de emitir palabra sin soltar quejidos lastimeros. Estaba empapado en sudor y no era una vista que ningún habitante Marcaderiva debiera ver en el futuro Señor de las Mareas. Al parecer eso no le importaba a quien sea que llamaba pues la puerta fue empujada, rompiendo pestillo de paso y haciendo que Luke se cubriera hasta la cabeza con las mantas.
–Traje un supresor– la voz de Rhaena era suave. Escuchó el repicar de la cerámica sobre la madera, tan solo el olor del té caliente le produjo alivio, el suficiente para asomar la cabeza y mirar a su prima.–Apestas a alfa necesitado.
Ignoró su sonrisa socarrona y estiró la mano para tomar la bebida y llevársela a los labios, desesperado por sentir alivio, algo de cordura. El liquido se escurrió de sus labios al empinar la taza, podría estar hirviendo pero le resultó tan fresco que lo terminó de un trago. Poco a poco, sintió su instinto adormecerse, el dolor en su cuerpo y sus extremidades disminuyó y fue capaz de pensar con claridad. La necesidad como alfa aun estaba latente en su interior y el té le permitía unos momentos de control.
–Por los dioses, Lucerys– su camisa chocó contra su rostro, Rhaena se dio la vuelta. –Vístete.
–¿Qué haces aquí? –Se colocó su camisa y encontró su pantalón revuelto con las mantas. Hizo lo que su prima pedía y se sentó en la cama.
–Vine a ver cómo está el alfa que ha reclamado a mi prometido y huido de su habitación– burlándose, Rhaena se paseó por la habitación, tomando cualquier cosa entre sus manos y desechándola con desinterés– ¿Qué haces tú aquí? Deberías estar con él.
Lucerys se removió incómodo. No tenía las agallas de contestarle y dudaba que su prima hiciera otra cosa mas que reírse por su inaptitud.
–No sé cómo- confesó el alfa. Rhaena se giró y lo miró con desmedida sorpresa.
–¿Quieres que te traiga algunas mujeres? Es prácticamente lo mismo– soltó una carcajada al ver el rostro de Luke desencajado, temeroso– Puedo buscar un omega si quieres, que se parezca a tu precioso dragón blanco.
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CABELLOS DE PLATA
FanfictionEl cabello largo y platinado era un rasgo que se apreciaba entre los Omegas Targaryen pues era símbolo de su pureza, belleza y sobretodo fertilidad. Aegon II Targaryen no solo es el primogénito varón del rey Viserys, sino que también es el primer O...