23. LAS MARCAS

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Alek kovalenko

Gotas de sudor bajan por su cuerpo, la imagen de su cabello pegado a su cuello mientras me cabalga me tiene embelesado, mis manos se deslizan por su cuerpo y mis sentidos se agudizan.

Sus besos en mi boca y cuello me elevan mientras las estocadas son certeras llevándonos al límite, me hace vibrar todo con su forma tan salvaje de hacerme sentir que es mía, mi mujer, mi reina.

- no pares - pido en medio del éxtasis que me brindan sus pechos subiendo y bajando al son de sus movimientos.

El sonido de sus gemidos me engatuza, el calor de sus paredes me atrapa y su humedad me enloquece, es una jodida diosa del inframundo que me quema en las llamas del infierno, tan hermosa y sensual, y es solo para mi, llevo mis manos a sus caderas intensificando sus movimientos absorto en las tantas cosas que me hace sentir. El final está cerca y conecto sus ojos con los míos dejándome llevar por mi liberación sintiendo la suya, su canal apretando mi verga me lleva al infierno donde seguramente somos el incubo y súcubo más caliente de cualquier legión.

- eres hecha para mi - abrazo su espalda mientras ella regula su respiración apoyada en mi pecho aún sentada sobre mi.

- creo que somos hechos el uno para el otro - se baja lentamente y acuesta a mi lado recostadndo su cabeza en mi pecho.

Pienso en todo lo que ha pasado desde que llegó a esta mansión, la única mujer que ha podido derrumbar todas las barreras haciéndome tragar mis propias palabras y haciendo que rompa mis propias reglas.

«unica e irremplazable»

- ¿estás cansado? - indaga mirándome fijamente - se te nota.

- la verdad es que si - acarició su espalda - esta guerra me tiene astiado y creo que necesito un descanso antes de seguir.

Emil obsesionado con ella me tiene cargado de furia, el hijo de puta inicio una guerra solo por que no quise venderle a mi mujer, «payaso», payaso el y payasos todos los que crean que pueden tener lo que es mío.

- creo que todos estamos igual - acaricia mi pecho con sus manos y no puedo evitar pensar como una mujer tan linda y con un rostro tan angelical pueda hacer lo que ella hace.

- que tal si antes de acabar con Emil nos tomamos unos buenos días de descanso - le tomo la barbilla y beso sus labios - lejos de acá, con la familia o solos, como tú quieras.

Su mirada se ilumina y creo que la conozco lo suficiente para saber que va a pedirme que lleve a su hermana y amiga y yo estoy tan perdido por ella que no se lo voy a negar, quiero poner el jodido mundo a sus pies.

- eso sería genial - me mira de una manera que quiero meterla en una burbuja de cristal donde nadie pueda lastimarla, tamar es una mujer polifacética y creo que por eso nos entendemos tan bien, porque yo soy igual aunque en una versión más intensa - ¿pueden ir Lilith y Mila? - me mira de forma suplicante - te juro que no van a intentar escapar.

Se que no lo van a hacer en los últimos días he visto muy cómodas a las mujeres, al parecer cada una encontró en este lugar algo que las apasiona y en eso están concentradas. Además de que saben muy bien que la única forma de salir de la bratva es muertas.

- ¿a donde vas? - me quejo cuando se pone de pie, «parezco un maldito loco»

- quiero escuchar un poco de música - camina desnuda por toda la habitación buscando el control del stereo, su cuerpo tubo que haber sido tallado con un molde del infierno, porque está hecho para pecar, su suculento culo me hace agua la saliva y sus largas piernas torneadas son una invitación, y sus tetas, joder sus pechos son un manjar para dioses, o demonios y yo soy el peor de todos que tiene la fortuna de disfrutarlos.

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