ARON SMITH
Tomo uno de mis tabacos cubanos mientras maldigo la hora en que confíe en la capacidad del imbécil de Emil, cometer el error de viajar a Rusia en busca de mis hijas creyendo que nadie podría tocarme por qué él tenía comprados a varios integrantes de la mafia rusa.
Miro mi reflejo en el espejo y maldigo mil veces a ese inútil que deseo desenterrar y matar de nuevo por idiota, mi rostro deja los rastros de la explosión, meses en un jodido hospital clandestino tratando de no morir a causa de las explosiones que los hombres de la bratva causaron.
— estamos listos señor — me habla uno de mis hombres — los centinelas informan que la boda se está efectuando en este momento.
— hay que esperar a que todos estén tomados — me pongo de pie hacia el espejo — solo tenemos unos segundos antes de que se den cuenta de que mis hijas no están.
— es muy peligroso hacer eso en este momento — habla Clement — aún no entiendo porque estás tan obsecinado con ellas si me tienes a mi.
Me miró al espejo y lanzó con molestia el vaso que tengo en mi mano, el rostro desfigurado por el fuego que rodeó mi cuerpo me hace querer matar a todos y cada uno de los rusos que se creen que pueden destruirme tan fácilmente.
— ¿Ya te viste al espejo? — respondo con fiereza — ya estás vieja y no me despiertas nada de nada.
Tomo las fotos que hay en mi escritorio donde se ve a mis presas, están hermosas y sus cuerpos son deliciosamente calientes, ya nada queda de esas niñas que adopte para hacerlas mis amantes.
— si no hubiera sido por el imbécil de Jhon ya las hubiera hecho mías desde hace tiempo.
— ¿Que vas a hacer con tamar?, Esta embarazada.
— espero por su bien que tenga una niña — empiezo a buscar mis armas — solo de esa manera la dejaré que se quede con su hija, para poder hacerla mía y no voy a esperar como lo hice con ellas dos, apenas despierte mi deseo lo voy a saciar.
— ¿Y si es niño?
— se lo mando a su padre en partes — sonrió para mis adentros — ese sería mi regalo de bodas, su hijo hecho pedazos.
Camino hacia la salida saboreando los actos que pasan por mi cabeza, lo que siempre he deseado, tener a mis hijas a mi merced, mis esclavas sexuales personales.
Miro a Clement quien ahora ya no me despierta el deseo de poseerla, ella fue mi primera esclava, una niña con la cual me quedé después de asesinar a sus padres, hija del jefe del clan del sur de California y por la que me obsecione después de verla en una de las reuniones que tuve con su padre en su casa.
Siendo solo una pequeña niña inocente acabe con todo lo que amaba y la hice mía.
Mía en todos los sentidos ya que sin darse cuenta se enamoró de mi y dejando salir todos sus demionios disfruto de cada uno de mis actos sádicos y enfermos, estuvo de acuerdo en todo mi plan de adoptar para hacer de mis "hijas" mis concubinas, aunque se que siempre ha sentido celos de tamar pues es la que obviamente siempre me ha gustado más, sus curvas latinas y sus ojos me enloquecieron desde el primer momento en que la vi.El plan era solo adoptar a una pero cuando vi a Lilith no pude dejarla pasar, sus rasgos más delicados y europeos me hechizaron vi en ella una sumisa perfecta con la cual podría satisfacer todos mis tabúes.
— señor es hora de salir — me avisan apurando mis pasos para hacer lo que tanto he planeado.
— ¿Ya tienen a Lilith? — inquiero porque no debe de haber fallas.
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SIN PUDOR
AléatoireLilith y Tamar son dos adolescentes que no tienen la mejor relación con sus padres, deciden huir de casa para disfrutar de su último paseo con sus amigos, pero ahí todo cambiará, y sus vidas daran giros que las llenara de dolor sexo y lágrimas. Est...