Capítulo 26

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Narra Javiera 

Desde el día que salí de la casa de los padres de Flavia no volvimos a cruzar palabras, realmente me dolía haber perdido la guitarra de mi madre, ella la había tenido desde los 20 años cuando empezó a dedicarse a la música y me la dio poco antes de morir. 

No podía culpar a Flavia, ella no tenía nada que ver con lo que hizo Isidora pero de igual forma dolía y no solo eso, también haber perdido a Mariela por ese maldito accidente. 

Oscar había decidido tomarse un tiempo para quedarse en casa de sus padres por lo que habíamos hablado y decidido pausar todo con la música. 

Escuché el timbre sonar por lo que fui a abrir. Un chico de unos 20 años sostenía una paquete en sus manos.

– Buen dia
– Buenos días, ¿Cáceres Javiera? 
– Si 
– Tengo un paquete para usted de Flavia Betancourt– me paso el paquete y supe que se trataba de una guitarra 
– Gracias– asintió y se alejó. Abrí el cierre de la funda dejando ver que tenía razón, era una guitarra prácticamente igual a la que tenía, solo que mi nombre estaba grabado en dorado y tenía una pequeña nota pegada.

"Se que esto jamas reemplazara el recuerdo de tu madre pero no quiero que dejes de hacer lo que amas. F.B." 

Sonreí levemente al imaginarme a Flavia intentando conseguir una guitarra parecida a la que Isidora había destrozado. La dejé a un lado y tomé las llaves del auto, quería tomar un poco de aire. 

Le escribí a Gonzalo para encontrarnos en la plaza, él seguía siendo lo mejor que me había pasado, mi mejor amigo, mi hermanos, mi padre, mi esposo, mi familia. 

En cuanto llegué a la plaza vi a Gonzalo que ya estaba esperándome, me acerqué prácticamente corriendo a él y lo abrace. 

– Hey hola, ¿todo bien? 
– Si, solo te extrañaba– los dos nos sentamos en el pasto contra un árbol 
– ¿Cómo estás llevando lo de Mariela? 
– Bien… mal… no sé, la extraño, Mariela prácticamente vivió conmigo estos 3 años y es raro que ella no esté– apoye mi cabeza en su hombro– me extraño a mi también
– ¿Cómo es eso?– me miró confundido
– Extraño ser la que era hace tres años, cantar en algún pequeño bar, ser nadie para la gente, que a nadie le importe lo que me pase
– ¿Quieres dejar la música? 
– No, solo lo extraño, me extraño a mi y a quien era… pero no me arrepiento de nada, solo de ese maldito accidente – los dos nos quedamos en silencio durante unos minutos– quiero volver el tiempo atrás y mandar a la mierda todo 
– Tranquila, todo va a estar bien 
– ¿Lo crees? 
--No lo sé, lo único que puedo decirte es que si las cosas no van bien, yo me voy a encargar de hacer que las cosas mejoren para ti 
– Eres la mejor persona que puedo tener a mi lado
– Tu eres lo más importante para mi– dejo un beso en mi cabeza, me sentía protegida a su lado, llevaba conociéndolo desde que éramos unos niños y el siempre se quedó a mi lado

Los dos nos quedamos en silencio unos minutos, Gonzalo pasaba su mano distraídamente en mi pelo, sabíamos que en cualquier momento los periodistas podían hacer aparecer una foto nuestra inventando un romance pero la verdad no nos importaba. Él había hablado con Teresa y le dijo que lo único que le pedía era que respetará nuestra amistad. 

–  Flavia me regaló una guitarra 
– ¿Qué? 
– Dijo que no quiere que deje de hacer lo que amo aunque eso no reemplace el recuerdo de mi madre 
– ¿Entonces…? 
–Voy a hablar con Rocío, quiero presentarme hoy en el bar 
– Iré a verte– sonreí, estaba segura de que él nunca me iba a abandonar 

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