Super saiyajin X2

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El sonido de las aves, que mágico y bello, oír trinar a estos animalitos anunciando la llegada del día, el cielo... el cielo azul y el pasto... ¡verde!. Bulma se tallaba los ojos. —¡Estamos en casa!.— gritaba alegremente la peli azul, parecía que había vivido una película de ciencia ficción, viajes espaciales, naves, y ¿Alienígenas?. Un grupo de al menos un centenar de Piccoros estaba frente a ella, y uno de ellos era Gigante. Los saiyajin pasaban como humanos, pero tanta gente verde llamaría mucho la atención en la tierra. Milk no se sentía nada feliz, se había recuperado de los golpes pero... esperaba regresar del brazo de su prometido, estaba llorando bajo un árbol pues ella misma conocía del poder de Freezer de primera mano y solamente fue un golpe, sólo uno. —¿Que te pasa Milk?.—Bulma preguntaba a Milk, su expresión le parecía extraña... si acababan de regresar sanos y salvos, debería sentirse feliz de volver a casa. La chica de piel de nieve volteaba con una expresión triste y molesta. —¿Es en serio Bulma? ¡Hasta donde se no eres ninguna idiota!.— la mujer gruñía y la científica la miraba perpleja, pestañeando con sus grandes ojos. —No comprendo.— se limitaba a contestar Bulma. —¡NO ESTÁN AQUÍ! No sabemos si saldrán con vida, no tenemos idea si podrán vencer o no a Freezer y a su hermano.— Mientras Milk refunfuñaba, Bulma se daba cuenta de lo peligrosa que era la situación, por una parte podían no salir con vida y además Freezer sabía que todos estarían en la tierra. Tal vez Goku y Vegeta confiaban de más en sus habilidades.

—¡Milk!.— Piccoro llamaba a Milk contento de que su discipula estuviera bien. —¡Maestro Piccoro!.— Milk se limpiaba las lágrimas y corría a abrazar a su maestro. Piccoro trataba de sacársela de encima, sin embargo no era posible soltarse del poderoso agarre de la guerrera sin lastimarla, entonces Piccoro se conformaba en soportar a la pelinegra. — ¡Bulma!.— Gritaba Krillin corriendo hacia sus amigos. Bulma se sorprendía de verlo con vida, no había notado que el jóven revivió en Namek con los demás. —¿Pero cómo? Tu ya habías sido revivido... creí que..— La chica se lanzó a abrazar a su amigo con lágrimas en los ojos. —Jejeje fui yo.— El pequeño Dendé se sonrojaba un poco. — Noté que Krilin no había revivido con los demás y decidí usar un deseo para revivirlo antes de traernos a todos a la tierra, Porunga cumple tres y los saiyajin solo pidieron dos.—La peli azul sonreía y Krillin estaba tan feliz de estar de regreso. —Muchas gracias Dendé, pero Milk tiene razón, no tenemos manera de saber que pasará con Goku y los demás.— El nervio de lo que podría estar pasando, tornaba este momento agridulce, pues la paz en la tierra no estaba garantizada hasta no estar seguros de que Cooler y Freezer estaban muertos.

—Tranquilas, si me concentro lo suficiente puedo detectar el Ki de Freezer, Goku, Vegeta y hasta de la rubia, todos son muy poderosos.— Radditz caminaba hacia las chicas muy seguro de él mismo. Krillin volteaba sorprendido. —P..pero ¿Cómo es eso posible?.— para el guerrero humano era imposible detectar el Ki de sus amigos tan lejos. —Recibimos un entrenamiento especial en Yardrat, generalmente me subestiman porque no tengo tanto poder físico... pero eso no lo es todo muchachito.— Radditz tenía un as bajo la manga y caminaba abriendose paso entre los Namekianos y humanos tocando su cabeza con un dedos y esbozando una sonrisa orgullosa. El guerrero no era tan Bueno realizando los trucos que podría realizar Vegeta o hasta el mismo Kakaroto, pero aprendió a detectar el Ki de quien sea más lejos que nadie, realmente solo Pybara sabía que Radditz era el mejor en eso.... Siempre y cuando no se distrajera con cualquier tontería. —Sugiero que me dejen concentrar y les podré ir diciendo que sucede de acuerdo a sus Ki, si dejo de detectar a alguien, podríamos asumir que murió o está herido de gravedad.— El guerrero se sentaba señalado a Milk .—Y tú cállate o me vas a desconcentrar y dejaré de detectar a tu querido Kakaroto.— Entonces la guerrera lanzaba una mirada asesina a su cuñado, pero se quedaba de pie sin decir nada, dejando hacer lo suyo al mítico saiyajin. La escena parecía un Buda con sus adeptos al rededor esperando noticias de sus amigos en Namek.

Un amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora