Adios hermano

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En la antigüedad

—El año se ha cumplido. ¿Te sientes lista?— la aguda y molesta voz de Mori daba a Echalotte la señal, ella ya se había acostumbrado tanto a su pequeño amigo que ni los rumores de su resiente locura hacían mella en ella. —Han sido 365 noches de estudio y hechizos ... solo para uno... ¡Que cansado!— La princesa se dejaba caer de frente y aterrizaba suavemente en su cama ya exhausta por todo el trabajo realizado, Mori cruzaba lo brazos y subía una ceja —Si contamos todos los días que estuviste echada cuál Vaca solo estudiaste 300, tendremos suerte si logras invocar el cubo.— La mirada inquisitoria de Mori atacaba a la joven de 18 años quien tomaba su almohada y se cubría la cabeza. —Ay soy enfermiza, yo no tengo la culpa.— Echalotte hacía berrinches mientras Mori resoplaba. —Eres una débilucha.— se quejaba el familiar mientras una presencia reconocible se materializaba en la habitación de la princesa.

La bestia cuyas fauces atormentaban a cualquiera que pudiera verla llenaba de alegría el corazón de la joven Echalotte, bien que mal se había acostumbrado a verle seguido aunque las últimas semanas estuvo ausente. —Con razón olía a rancio... la muerte.— Mori se quejaba del aspecto grotesco de su amo, pero Echalotte sonreía. —No seas grosero Mori, siempre es agradable recibir a la muerte.— La muerte suspiraba, sus intentos por ahuyentar a la saiyajin eran inútiles, no importaba lo malvado que fuera con ella, seguía encantada. —¿No te cansas de mi?— La bestia preguntaba con su voz gutural a lo que Echalotte negaba. —De todas maneras debes tomarme como esposa, ya me acostumbre.— La princesa juguetona saltaba de un lado a otro de la habitación.

—Bueno ya par de tórtolos, no se si Echalotte esté lista pero la alineación será en unas horas, debemos prepararnos.— Mori señalaba al cielo y la princesa cambiaba su actitud de juego con un semblante serio. —¿Tienes los báculos?— la saiyajin volteaba en dirección a la muerte, quien aparecía los cuatro bastones angelicales. —¿Pensaste en quien será el campeón? —La muerte cuestionaba a Echalotte quien se mordía el labio inferior. Era lo único que no quería o no podía decidir, el sacrificio de sangre saiyajin no era su parte favorita del ritual. —Este...— la chica dudaba y Morí rodaba los ojos. —Es lógico, ¡Debería ser tu hermano!— el pequeño familiar insistía pero la princesa arremetía contra el ente —¡No! Vegeta tiene que salvar los restos de la sociedad saiyajin y hacerla próspera de nuevo.— Echalotte intercedía por su hermano menor sin notar que éste estaba parado en el umbral de la puerta de su habitación.

—Acepto.— El joven de 13 años entraba en la habitación, apenas acababa de llegar a la adolescencia y su forma regordeta y pequeña estaba dando paso a un chico, pero aún seguía siendo un niño. —¿Qué? ¡Tú no puedes ser el campeón Vegeta!— Echalotte peleaba con su hermano quien la miraba de arriba a abajo. —¿por qué no? Soy el saiyajin más poderoso.— Era cierto, el príncipe era el más fuerte de su raza, aún siendo un pequeño su poder era muy superior al guerrero más experimentado de su ejército. No había mejor opción disponible para debilitar al demonio. —No... no puedes.— La princesa apretaba la boca y soltaba una lágrima, a lo que el príncipe no comprendía el problema. —¡Te exijo que me expliques!— Vegeta primero funcia el ceño y Morí asentía, aunque Vegeta no podía verlo, su hermana con los ojos vidriosos contestaba al familiar. —Porque el campeón deberá sacrificarse para encerrar al demonio y su alma permanecerá encerrada para siempre, no podrá renacer y no podrá escapar.—

El joven Vegeta ladeaba un poco la cabeza —Bien, acepto.— Tomaba su decisión valiente y digno pero dos pares de oídos escuchaban la discusión fuera de la habitación de Echalotte, Gine y su hermano Radditz, a quienes había citado la princesa para explicar el ritual. —Es muy joven para tomar esa responsabilidad señor, permítame con mis hombres elegir al saiyajin mejor capacitado para esa misión. Será un honor.— Radditz se ofrecía con su equipo a sustituir al príncipe y Echalotte derramaba unas lágrimas más. —¡ES QUE NO QUIERO QUE NADIE SE MUERA POR MI CULPA!— la chica chillaba pero Radditz la tranquilizaba. —Princesa, es un honor para los saiyajin sacrificarse por su raza. Somos guerreros dispuestos a morir en batalla. No lo olvide.— El guerrero de largo cabello salió de la habitación en busca de sus hombres, Gine lo miró pasar en silencio mientras la muerte gritaba —Los vemos en el lago en dos horas.— Sin voltear Radditz asintió y avanzó para reunirse con su equipo.

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⏰ Última actualización: Jan 14 ⏰

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