No soy un asesino

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Goku y Radditz llegaron a la montaña Paoz. Un lugar tranquilo y lleno de naturaleza, verdes campos rodeaban la pequeña casita donde alguna vez habitó Goku con su abuelo Gohan. Corría un río cerca y contaba con lo mínimo indispensable, un lugar para cocinar y una cama. No tenía lujos, sólo un altar donde veneraba a su ancestro.

Radditz tenía bastante hambre y decidió que fueran a pescar algo antes de morir de inanición, volaron al río mas cercano, todo se veía muy normal salvo la actitud de Goku, ya no era más el muchacho alegre de hace unos días, se mostraba mas sombrío y solitario. Pasó de un impertinente a un ser callado y serio.

Volaron río abajo hasta llegar a un pequeño manantial, el agua era clara y se veían los peces nadando, así como algunas ranas y demás animales, era perfecto para buscar algunas presas y llevarlas a casa. El lugar era muy pacifico y hermoso, se podían apreciar algunas nubes daban formas graciosas, algunas en forma de pollo, otros tenían forma de Freezer y una que parecía la cabeza de un sabaiman.

—¡Hey Kakarot!, ánimo, acabamos de tener una gran victoria. Los Ginyu eran huesos duros de roer y vaya que los hemos acabado.—Con ganas de levantar una sonrisa en su hermano menor, pero al parecer lo que mas le preocupaba al pequeño, era la primera vez que asesinaba, al menos de manera consciente.

—Lo siento Radditz, no sé que pensar, no creí que pasaría... jamás había matado a nadie, es algo extraño.—La confesión de Goku no era gran cosa para el Saiyan, pues en su mundo era habitual matar a su oponente, las batallas por lo general terminaban en bajas. Ya no sentía nada al momento de cegar vidas e incluso se entretenía haciendo masacres, no podía recordar la primera vez que mató a alguien.

—No lo sé, hace mucho que no pensaba en eso. Creo que todos los saiyan lo traemos en el interior, es nuestra naturaleza.— Comentaba Raditz muy relajado, no sabía como manejar la sensación que tenía Goku, su crianza había sido diferente.

Goku soltó unas lagrimitas, primero en silencio y luego sollozó, su corazón estaba hecho trizas, no era él.

—¡No soy un asesino, yo no soy un asesino!.—Lloraba Goku al darse cuenta que había matado sin piedad alguna, al sentir que se había ido su humanidad y que se había convertido en alguien más, ya no era capaz de reconocerse en el espejo. Su reflejo en el agua era el de un asesino.

Su cabeza estallaba, se había manchado de sangre y al cerrar los ojos veía la muerte de su rival una y otra y otra vez. No era como cuando cazaba para comer, tampoco era como cuando alguien más moría y él estaba cerca. Era diferente, porque sabía que era el juez y verdugo. A veces pensar que fue en defensa propia le podría dar un poco de paz, pero no, no fue en defensa propia. Fue por rabia, por venganza y si, ¿Por qué no? por gusto. Al ver como Vegeta asesinó a Gurd a sangre fría, sin mirar atrás, surgió una especie de competencia con su amigo, una sed de sangre que empañaba sus pensamientos y que había manchado su corazón.

Era demasiado para Radditz, no comprendía lo que sucedía con Goku, no era usual para los saiyan. Pensaba en que podía hacer o decir pero nada se le ocurría, si eso pasara en Vegetasei, muy posiblemente lo hubieran eliminado por llorón. Le pesaba ver a su hermano así, pero no lograba comprender a los humanos.

—Sabes, tu eres un saiyan criado en la tierra. No tienes por que ser tan sanguinario como nosotros, no es tu obligación hermano.—Radditz le acariciaba la cabeza como si de una mascota se tratara. Era su manera de consolar a un hermano que no podía asimilar su nueva realidad.

—¿Alguna vez lo superaré?—Decía Goku con un ápice de inocencia.

—¡Claro, eres un saiyan!, eres Hijo del Guerrero Bardok y un soldado del príncipe Vegeta, claro que vas a superarlo y no te sigas atormentando. Créelo, uno por la vida de muchos.— No sabía que mas decir, observó a Goku ya mas tranquilo.

Un amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora