Corazón de principe

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Nappa aterrizaba y buscaba con su scooter la forma de vida más poderosa para poder encontrar a Vegeta. El número era muy bajo para su príncipe pero encontró la dirección en la que debería ir.

Voló desesperado hasta una isla con una casita en el centro. Había un namek, un viejo y unos niños.

La forma más poderosa de vida en la tierra era el joven namek, que estaba relegado en una esquina. Los demás, no eran más que insectos.

—¡Tu debes ser Nappa.— Decía una joven con cabello azul, traía ropa sugerente. Bastante bella pero su poder era de 5.

—¿Quién eres tú niña? ¿Donde está Radditz.—preguntaba mientras apagaba el scooter.

—Soy Bulma Briefs, novi.. amiga de Vegeta, te estábamos esperando.—comentaba la bella celeste al guerrero gigante. Lo miraba altanera, como si no corriera peligro alguno en frente de semejante ejemplar. Nappa no podía creer la insolencia de ran débil criatura.

—Bien Bulma Briefs, ¡no te creo!. ¡El príncipe no tiene amigos y menos una tan débil!, ¿En donde lo tienen?.— Insistía de manera petulante el guerrero. Bulma abrió la boca para decirle sus verdades a ese pelón grosero, no era posible que un recién llegado tratara de esa manera a la gran Bulma Briefs. Nadie osaba gritarle tan despectivamente. A punto estuvo de hablar cuando interrumpió el maestro Roshi.

—Los muchachos se encuentran entrenando en una dimensión diferente a la de nosotros. Ya no deben tardar en llegar, pasa, siéntate a comer, necesitarás fuerzas.— Invitaba amablemente el maestro Roshi al Saiyan. La joven observaba la escena, no con mucha alegría, pero las esperanzas de ver a Vegeta la hacían soportar con buena cara al recién llegado saiyan.

Había un banquete esperando solo para Nappa, los humanos ya estaban al tanto de los hábitos de alimentación de los Saiyan, lo que sorprendió gratamente al fornido, calvo y alto soldado. Al cabo de un par de horas llegaron los tres saiyan, no pudo detectar el Ki, puesto que no sabía sentirlo; pero los demás presentes en la casa excepto Bulma pudieron sentir el poder que emanaba el trío de Saiyans.

Salieron todos corriendo y admirados ante el poder de los tres, los recibieron con alegría. Menos Yamcha a Vegeta pues ya sabemos el chisme del baja novias.

El namek palideció ante Goku y los demás saiyans, pero quedó quieto esperando y escuchando atento a todo lo que decían los demás. Prácticamente era invisible.

Nappa salió atrás de los demás y observó a los dos chiquillos y Radditz.

—¡Príncipe!.— Se arrodilló Nappa ante el muchacho de ropas des-prolijas, pues solo traía harapos. Había destruido su ropa en el entrenamiento; así como Goku, pero Vegeta se negó a usar un dobok, prefería la ropa que le había dado Bulma.

—¡Vegeta!, ¿Qué fachas son esas?, súbete a bañar de inmediato... y ustedes dos también, si no se limpian no hay comida, huelen a rayos—Regañaba la joven de bajo poder mientras los chicos saiyan obedecían.

Nappa apenas podría creer como es que la muchacha de prácticamente nulo poder lograba hacer que la obedecieran los individuos mas fuertes del planeta.

El primero en bajar fue Radditz y se sentó con Nappa.

—¡Radditz!, no entiendo por que usas esa ropa terrícola, te ves como un payaso.— criticaba el calvo al de cabello largo.

Radditz portaba unos jeans deslavados con una playera tipo polo negra des fajada y tenis tipo Vans negros.

—Son órdenes del príncipe, necesitamos parecer terrícolas para no asustarlos. Además lo único diferente es nuestra cola... así ya no necesito cinturón, ¿ves?.—Decía alegre de encontrar un nuevo uso para su cola. Siempre tan vulgar.

Un amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora