Durante la semana que la Peli Celeste se fue, los chicos hicieron grandes progresos, Radditz apenas podía creer que Vegeta aceptara hacer cosas vergonzosas, como ir a cazar o pescar para alimentar a esos humanos, o las miles de series de ejercicios que ordenaba el viejo. En éste punto, pensaba que su príncipe había enloquecido.
Vegeta era un alumno con gran talento y potencial. Se trataba de un tipo disciplinado y constante. Pocos guerreros tenían esa tenacidad y necesidad de superación, era su gran virtud y fortaleza. Su maestro no sabía si tenía que ver con su sangre noble o si era cuestión de mero orgullo. En definitiva no tenía que ver su raza. Radditz era de la misma estirpe, pero no tenía esas ganas de ser el mejor.
Pronto su técnica era prácticamente perfecta, una patada hacia el triple de daño que antes de que entrenara. Crecía como guerrero, esa competencia también impulsó a Goku, quien de tener un poder insignificante, desarrolló casi la fuerza de Radditz.
—¡Insecto te estás rezagando!.— Vegeta hacía el comentario molesto con el desempeño de Radditz. Apenas daba crédito que el inútil de Goku pudiera ganarle a su hermano mayor.
—Lo siento.—se limitaba a decir el soldado e intentaba seguir el entrenamiento, aunque por el contrario de Vegeta, no le interesaba tanto en aumentar su poder. En realidad , se interesaba más por la comodidad que ofrecía la tierra que por aumentar su poder. Sabía que no tenía oportunidad contra Freezer, así que ¿Por qué no disfrutar la vida?. Aún así, tenía que esforzase por su príncipe.
Vegeta se sentía vivo con el entrenamiento, en el servicio de Freezer solo era ir a destruir cosas, pero nunca se preocupaban por qué fuera mejor guerrero. Sin embargo, en específico, ese día miraba al cielo... esperando.
—¡Concéntrate Vegeta!.— gritaba el maestro Roshi mientras le daba un golpe en la cabeza con su bastón.
—¡Escucha viejo!.— de inmediato Radditz se ofuscó, apretó los puños y se lanzó contra el anciano.
—¡Radditz, preocúpate por ti, yo puedo solo!.—lo detuvo el príncipe antes de que pudiera llegar al viejo, Radditz bajo la mirada y se fue a seguir entrenando.
La nave de Bulma aterrizaba en la isla, traía mucha comida y ropa para los chicos. Bajaba corriendo mientras saludaba a todo mundo. Vegeta miraba desde lejos con una media sonrisa en el rostro, por dentro estaba sumamente feliz, pero como siempre, le costaba demostrar cualquier cosa que no fuera enfado.
—Hola Vegeta, ¿me extrañaste?.—saludaba la chica de manera coqueta. Ella sonreía, se sentía muy emocionada de verlo, la verdad, poco a poco se había acostumbrado a su peculiar mirada y su espantoso carácter. Lo que antes le parecía grosero y pedante, ahora le parecía en cierto grado, tierno.
-Y ¿Por qué habría de extrañarte?.- contestaba arisco el saiyan. Creía que la chica era muy boba, no veía por qué la extrañaría, pero también estaba feliz de verla.
Bulma sonrió y le dió un beso en la mejilla, ella comenzaba a interpretar los silencios de Vegeta y sus miradas. Tal vez, esa contestación tiempo atrás, hubiera sido detonante para una pelea pero ahora era una excusa para ponerlo nervioso.
—Yo también te extrañaba.— Acto seguido entró a la casa y dejó que continuaran con su entrenamiento. La mujer los miraba a lo lejos, su mente de inmediato recordó los acontecimientos de la semana anterior, Bulma no paraba de pensar en las atrocidades por las qué pasó Vegeta y quería ayudarlo, pero no sabía cómo.
Cayó la noche y todos cenaban, ahora venía con más comida, pues había un tercer saiyan que alimentar y tal como lo imaginaba, era un troglodita. Menos mal, la señora Panchy se puso bella y compró víveres como para todo un regimiento, no quería que sus "niños" pasaran hambre. Mientras todos comían, la chica sintió la necesidad de respirar un poco de aire fresco.
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Un amor de verdad
Fanfiction¿Qué pasaría si Bulma pidiera su deseo original de un novio guapo que la quiera? Ella consigue su deseo y se encuentra con serios peligros y un amor que se sellará para la historia.