Esperanza

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Era un caluroso día de verano, la temperatura oscilaba los 37 grados centígrados, el cielo era completamente azul y no había una nube a varios kilómetros a la redonda. En la mansión de los Briefs, se ofrecían limonada y bebidas frías para mitigar el calor que hacía afuera.

Vegeta se quedó junto a Goku, pues era lo único que le resultaba familiar. Bulma fue a buscar a los dos chicos ya que hacía un calor endemoniado y estaban solos bajo la sombra de un árbol.

—¡Chicos!, vengan a la casa, les va a dar un golpe de calor allá.— gritaba Bulma desde la seguridad de su casa, observándolos y algo preocupada pues no era "humano" tener a sus invitados así.

—Vamos Vegeta, la verdad yo si me estoy asando aquí.— le dijo el pequeño Goku a su ahora compañero de aventuras, lo miraba tratando de descifrarlo, pero era inútil.

—Ve si quieres yo me quedo aquí.— siguió con sus brazos cruzados recargado del árbol. Sentía algo de temor disfrazado de apatía y se renegaba a entrar a la casa, no sabía con que clase de gente podría mezclarse.

—Está bien, como quieras, si te aburres puedes entrar a la casa.—se fue Goku dejando a Vegeta. No volvió su vista, en realidad no le preocupaba el chico extraño, si era como él, seguro tenía mucha resistencia.

Vegeta miraba al cielo, estaba pensativo, a estas alturas ya debería estarlo buscando el lagarto por todo el universo, al menos eso dibujaba su mente, imaginaba que sus soldados ya estaban en alguna misión de rescate por no poder tener comunicación con él; en realidad sólo quería creer que era importante para alguien.

El joven guerrero se esforzaba por entender que había pasado, pues en un momento se encontraba en la nave de Freezer y luego apareció en un lugar sin mucho sentido para los estándares que conocía. Cerraba los ojos y trataba de concentrarse.

—¡Ven, te vas a sentir mal con este calor!.— una voz chillona y molesta retumbó en sus sensibles oídos. —Yo se lo que te digo. Cuando era muy niña me dió un golpe de calor por estar de desobediente, justo como tu ahora y me sentí realmente mal. Me dolía la cabeza y sentía mucha náusea.— La chica del cabello azul nuevamente invadiendo el espacio personal del príncipe, ya lo estaba hartando con esa actitud, hablaba mucho y no decía nada interesante. Quería golpearla, pero percibió ese aroma.

Él se sonrojó solo de lo bien que olía la niña de cabello azul , lo que hizo que abriera sus ojos y pudiera observar sus grandes ojos acercándose, cielos era realmente hermosa y no lo había notado por estar pensando en el lagarto y compañía. Apretó sus puños, los saiyan no se fijan en bellezas, es sobrevalorado en una sociedad que lucha por su supervivencia. Tomó aire con el embriagante aroma.

—¡¿Qué nadie te enseño buenos modales?!.—replicó enojado Vegeta, la mujer faltaba al respeto siendo tan igualada y vulgar para su gusto,

—¡Oye!, ¡el que carece de modales eres tú!. Mis padres que son como los reyes de la tierra están esperándote y tu no te mueves. Eres muy grosero.— la mujer hacia berrinche y fruncía el ceño empuñando sus manos hacia abajo, Vegeta en ese instante se incorporó completamente y comenzó a caminar hacia la casa.

—Haberlo dicho antes.— dijo en un tono bajo y molesto, siguió su apresurado paso sin esperar a Bulma, quien pegaba de gritos por el mal rato que la estaba haciendo pasar el guapo visitante.

—¡Oye, no me dejes aquí, Vegeta espérame!.—gritaba la chica y pegó una carrera para alcanzar al muchacho que le llevaba mucha ventaja, de verdad caminaba muy rápido.

El muchacho entró en la casa e hizo una elegante reverencia. No se fijó en el entorno, ni los detalles, eso no le interesaba, quería salir de ese lugar y pensó que los padres de Bulma eran de momento, su única opción.

Un amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora