¿Aún me amas?

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—¡Ya estoy aquí, Bruja!.— Vegeta esperaba en medio del desierto a que apareciera una conocida y peculiar figura. La siempre confiable Uranai Baba, una mujer pequeña de estatura, con algunos cientos de años de edad y flotaba en su esfera. —¡Ah!, vienes con Bulma, hace mucho que no nos vemos pequeña.— la peli azul saludaba a la hermana del maestro Roshi —Uranai Baba, que gusto... pero ¿Que hacemos aquí?.— la chica se preguntaba sobre el lugar donde habían llegado. —¿Tu?, estorbar.— Vegeta estaba de muy mal genio, en parte porque lo que iba a hacer podría tener graves consecuencias para la misma Bulma. —La joven Lázuli me pidió ayuda para el príncipe Vegeta, al parecer tendremos que liberarlo de algo oculto.— Bulma miraba con extrañeza a Vegeta. —No pensé que creías en esas cosas.— entonces Vegeta volteaba la cara. —¡Claro que no! Solo vine porque la rubia me lo pidió.— Vegeta se cruzaba de brazos y la peli azul subía una ceja y apretaba los dientes. —Así que solo venimos porque Lázuli te pidió ver a una bruja.— la mujer se tragaba su rabia, si bien, creía en su amiga, no estaba segura de que la rubia le fuera indiferente a su... ex novio ... "No debería sentirme tan celosa, en realidad... Vegeta y yo ya no somos nada...". La rabia de la científica se transformaba en tristeza, la tristeza que el voluble saiyajin no resistía. —¡Yo no te obligue a venir!, si no te calmas ya te regreso a tu casa.— Vegeta lanzaba una mirada profunda a la mujer y luego la ignoraba para atender a las indicaciones de la vieja bruja.

—Bueno, primero necesito descubrir que es lo qué te sucede muchacho, para eso tenemos que ir a mi casa, síganme.— no se podía observar nada más que desierto. En las aventuras por tantos planetas de Vegeta, había pasado por mundos completamente fuera de cualquier lógica, así que sin preguntar más decidía seguir a la bruja, pero Bulma iba dudando, agorándose en cada paso que daba y sin querer... queriendo, se pegaba del príncipe tomándolo del brazo. —Traer grilletes sería más manejable que tú, mujer miedosa.— en realidad el calor de la mujer se sentía bien, pero temía hacerle daño si el espectro decidía atacar.

Pronto pasaron un umbral secreto y el desierto se transformaba en un lujoso jardín Zen japonés, con una laguna llena de peces dorados, flores y grandes cerezos en flor que pintaban de un bello rosa todo el paisaje, en el centro una gran pagoda con un templo. —¿Está es tu casa? ¡No pensé que fueras tan rica!.— La peli azul se maravillaba del magnífico lugar, la anciana reía. —en tantos cientos de años, te sorprenderías la cantidad de dinero que puedes hacer.— mencionaba la mujer mientras avanzaban hacia su "oficina" —Si, estafando a la gente como la "Terminator", deberías arreglarle las tuercas para que no crea en estas cosas.— Vegeta miraba de reojo a Bulma mientras entraba en la habitación, —¡Ay Vegeta! ¡Que grosero eres!.—

—Bien, mmmm príncipe, necesito que te recuestes aquí.— la anciana le daba un espacio a Vegeta en una cama para examinarlo, el príncipe subió los hombros en signo de conformarse y se recostó. Uranai Baba encendía con su Ki algunos inciensos y veladoras, a la vez que hacía pasar su bola de cristal sobre el príncipe, —¿Que haces?.— Bulma no comprendía bien lo que sucedía, entonces la bruja explicaba. —Investigo... puede ser una maldición, posesión, algún parásito de conversión... hay muchas posibilidades. Es algo nuevo, la semilla de la vida y el árbol de la muerte... pensé que eran mitos, pero estos muchachos hacen realidad lo que no creemos y aquí está, el único sobreviviente de la sabia de la muerte.— Uranai Baba seguía inspeccionando a Vegeta mientras Bulma seguía de curiosa, lo que no dejaba que Vegeta estuviera "adecuado para cualquier procedimiento", fue así que Uranai baba decidía poner a Vegeta en un transe. —Mmm necesitamos ir más allá, toma esto.— la Bruja le daba un brebaje muy extraño al principe. —¡Que asco, esto huele horrible!.— Vegeta no lo quería tomar, como saiyajin comía de todo, pero había límites. —¡No seas mimado, tómatelo y cállate!.— La bruja le daba el cuenco con la mezcla y el saiyajin a regañadientes se lo tomaba. "Mataré a la rubia después de esto".

Un amor de verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora