La gente del pueblo se había reunido en una esquina a discutir un tema que los tenía a todos muy preocupados. Hombres y mujeres de edad avanzada, que disfrutaban de la vida en el campo después de su retiro, compartían un mismo temor y es que en el pueblo se decía que había un animal suelto, un monstruo que acababa con la vida de las gallinas de la pobre gente.
—Sucede de noche… —decía un hombre muy preocupado— no lo vi bien pero era negro, de ojos brillantes y pequeño, muy veloz.
La gente a su alrededor comentaba que eran duendes o quizás alguna bestia de la que no sabían nombre; otros decían de que se trataba de un lobo muy, muy pequeño que no tenía piedad de nada pues nuevos testimonios indicaban que no sólo las gallinas habían sido atacadas.
Lee JooHeon, que estaba de visita en el pueblo de su abuela, no comprendía lo que decía la gente mayor pero estaba casi tan aterrado como los demás después de descubrir que sus galletas habían desaparecido.
JooHeon trató de decirle a su madre y también a su abuela de las galletas hurtadas, pero nadie parecía oírlo. El niño de cuatro años miró a su alrededor sin soltar la mano derecha de su mamá pero pronto encontró el paquete de sus preciados dulces hacia dónde corrió sin supervisión:
—¡Aquí están! — dijo dando un saltito de emoción. Sin embargo el arbusto que tenía su mismo tamaño se movió creando un sonido digno de película de terror.
Como JooHeon es sólo un niño, se inclinó dispuesto a ver de qué se trataba. La curiosidad era más fuerte que él y no temía a nada, ya que no tenía idea de los rumores que corrían en el lugar.
Cuando el arbusto volvió a moverse de forma agresiva, dejando caer unas cuantas hojitas, JooHeon pensó que podría tratarse de algún animal o quizás su mejor amigo, ChangKyun, quién solía divertirse asustando:
—Chang, si eres tú déjame decirte que no te daré galletas. —le dijo a la nada misma.
Pero el abrupto movimiento se repitió, una y otra vez, hasta que del maraña de ramas y hojas salió la bestia:
Era un perrito.
Ojitos negros; pelaje negro y corto; lengua larga que alcanzó su propio ojo tres veces; tenía el tamaño de un chihuahua ya que KiHyun tenía uno y lo había visto cuando lo visitó una vez, pero este lucía mucho más agradable.
—¡Perrito! — dijo JooHeon antes de sonreírle y tomarlo en sus brazos dándole un besito en la frente.
JooHeon no sabía que ese animal al que acariciaba con tanta emoción era en realidad el criminal más buscado del pueblo, para él era su mascota y con orgullo se había parado frente a su mamá para contarle del nuevo miembro de la familia:
—Mamá, tengo un perrito. —dijo con sus hoyuelos más visibles que nunca y sus ojos tan pequeños que desaparecen tras sus mejillas.
La mujer, que se despedía de su madre antes de volver a la ciudad, le recomendaba a la anciana qué hacer para evitar a la temible bestia y JooHeon sólo recibió un simple «si, cielo. Ve al auto.» entre tanto palabrerío. ¿Pero qué mejor? Ahora tenía mascota y era mucho mejor que el chihuahua endemoniado de KiHyun.
—¿Lo ves, patitas? — le dijo. Así se llamaría su perro hasta encontrarle un nombre mejor.— Te llevaré conmigo a casa y después iremos juntos al jardín. Te presentaré a mis amigos.
Como el viaje al pueblo había sido algo repentino, la señora Lee había llevado a JooHeon ya con el uniforme del jardín de niños, así que al pequeño no le fue difícil meter al perrito en su mochila con ayuda de galletas. La mochila pesaba un poco más de lo normal así que la cargaba al frente, por lo que todo lucía como siempre.
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𝘊𝘭𝘢𝘴𝘦 𝘱𝘰𝘳𝘰𝘳𝘰 ᴹᵒⁿˢᵗᵃ ˣ
Fanfiction"𝘓𝘰𝘴 𝘩𝘢𝘳𝘦́ 𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘥𝘦 5 𝘢𝘯̃𝘰𝘴 𝘺 𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘷𝘪𝘢𝘳𝘦́ 𝘢𝘭 𝘫𝘢𝘳𝘥𝘪́𝘯 𝘥𝘦 𝘯𝘪𝘯̃𝘰𝘴" 𝘥𝘪𝘫𝘰 𝘊𝘩𝘢𝘯𝘨𝘒𝘺𝘶𝘯 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘷𝘭𝘪𝘷𝘦. 𝘗𝘦𝘳𝘰... ¿𝘘𝘶𝘦́ 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘪 𝘴𝘦 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘦 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥? . . . .‿‿...