Narra Audrey:
El mundo es injusto, eso ya todos lo sabemos, no es cómo si fuese algo excepcional o novedoso.
Probablemente son muchas las ocasiones en las que esa frase se viene a nuestros cerebros, pero a pesar de la insistencia y el malestar que nos produce la dejamos ahí como dogma sometiéndonos a ello.
Conocer de esas ilicitudes que configuran nuestro sistema lo podemos hacer todos, la diferencia está en lo que se realiza a partir del mismo. El creer que esta estructura de desigualdad es arbitraria es el primer error.
Todo tiene culpable, y todos nos convertimos en él al permitirle vencer.
Siempre se ha dicho que un pueblo se levanta cuando tiene hambre, y es cierto que es la desesperación la que consigue sacar tu fuerza.
Nosotros mismos ponemos límites a nuestras capacidades, llegando incluso a temer ir más allá. Nos entendemos como parte de un mundo material, aceptando nuestra postura en él, sin atender a cómo podemos extendernos mucho más allá del plano en el que nuestra propia mente nos encadena.
Hay distintas maneras de vencerlo, de salir de él.
Las emociones son aquello que nos une a lo que hay más allá del límite material. Una explosión interna de ellas que consiga quebrarte deconstruyendo por completo tu ser es la forma más directa, e incluso, más dolorosa de entrar en contacto con tu propia fuerza interior.
En el punto de mayor vulnerabilidad, es cuando se suele abrir paso la misma, al menos, en mi caso fue de este modo. Y es por ello, son quienes sufren las más abruptas consecuencias de este mundo los que más probabilidades encuentran de extralimitarse resurgiendo en su propio poder protector.
Sería bonito pensar que este poder que algunos han entendido tradicionalmente como magia o brujería pudiera vencer los males del mundo. Pero para ello, primero deberíamos dejar de permitir que nos tengan enfrentadas.
Lo de hablar en femenino no es casual, por supuesto que el acceso a esta fuente de poder interna que extralimita lo materialmente cognoscible es algo a lo que todos podemos acceder. No obstante, la Conformitas (conformidad) es el principal bloqueo al mismo. Quiénes viven en ella, no suelen cuestionarse el más allá, y no es de extrañar, que la mayoría que nunca hemos vivido en ella hayamos sido las mujeres.
El contacto con lo considerado como místico es gradual, había personas que estaban cerca, pero que por algún motivo algo les bloqueaba desarrollarlo en su máxima expresión. Por esto mismo, a diferencia del imperativo legal del Cónclave, yo siempre he sido partidaria de impulsar el poder de todas las personas que hemos sido constantemente víctimas de una estructura sistémica mundial que se beneficia a nuestra costa. Sólo así podríamos llevar a cabo un verdadero cambio, sin embargo, ellos temían el caótico mundo que a su parecer se conformaría.
- ¿Se puede saber qué te pasa?- Me preguntó Noelia. - ¿No se unirá pronto a nosotras?
Tras el encuentro en la cafetería, me dirigí al bar de la autopista en el que solíamos quedar. Cuando la pelirroja llegó, me acerqué directamente a ella, para advertirle que no se acercara a Sophie
- Todavía no, no está preparada. - Comenté. Sophie tenía una marca en la nuca, una alienación diagonal de lunares que era exactamente igual que la mía pero en dirección opuesta. Nunca se la había visto a nadie antes, y menos en el mismo sitio.
- ¿Acaso alguien lo estuvo? Necesitamos toda la fuerza posible, y también has tenido que sentirlo al verla, no será necesario mucho para que desarrolle su potencial.
- No te equivoques Noelia, el propósito no es reclutar poderes. Mi objetivo siempre ha sido que todos tengan la fuerza suficiente como para defenderse y no seguir siendo vulnerables.- Corregí.- Así que, espero que te quede claro, de ella me encargo yo. - Advertí en tono amenazante.
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Llegar a ti
RomanceSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.