Capítulo 14: Ilusionismo

397 41 7
                                    

Narra Sophie Marthen:

Al abrir mis ojos, me encontré con el rostro relajado de la bonita chica de cabello ondulado.

Su respiración calmada acompañaba el suave movimiento de su cuerpo que se aferraba la sábana como si buscara cubrirse con ella. Se veía absolutamente preciosa, me quedé un buen rato observándola hipnotizada, mientras me preguntaba cómo había acabado teniendo acostada a mi lado a esa diosa.

Decidí dejarla descansar e ir yo a comprar el desayuno en una cafetería que quedaba cerca de su casa. Aquella noche pude notar como tuvo varias pesadillas, se despertaba temblando, y no dejó que en ningún momento me acercara. Sabía que tendría que tener paciencia si quería que se abriera conmigo, y tiempo era todo lo que tenía para darle.

Me di una ducha, me cambié por ropa holgada que encontré en su armario y me dirigí a por el desayuno. Tuve que esperar bastante para que me atendieran, y luego se demoraron preparándolo.

- Deberías tener cuidado.- Escuché la voz dulce de una chica que interrumpió el movimiento que estaba haciendo mi mano de forma involuntaria al dibujar con uno de los bolígrafos que había sobre la barra en una servilleta que inconscientemente tomé.- Estás llenando la barra de dientes de león. - señaló mostrando el ramo de flores que se comenzaban a aglutinar a mi derecha.

Abrí mucho los ojos, sorprendida, ni yo me había dado cuenta de lo que yo misma estaba causando. Asustada por haber sido atrapada, rompí el dibujo, tomando el ramo y la bolsa del desayuno. Sin embargo, ella me detuvo tocándome el brazo.

-¿Qué quieres?- Pregunté confundida, pese al tono no demasiado amigable de mi voz ella mantuvo su cálida sonrisa, mirándome con amabilidad.

- Ayudarte, mi nombre es Celeste Giovanni.- Se presentó.- Sé que eres nueva en esto de la brujería, y que deberás estar muy confundida. - Ante mi mueca de confusión ella continuó hablando.- Las noticias corren entre nosotras.- Rió con ternura.

- Bien, Celeste, gracias por tu ayuda y todo eso, pero supongo que también habrás escuchado que ya tengo a quién me está guiando. - Respondí pensando en la bonita sonrisa que me regalará la pelinegra cuando vea los buñuelos que tanto le gustan.

- Eso es precisamente lo que me preocupa.- Comentó con seriedad.- Mira, ¿Sophie, verdad?- Preguntó y le di un leve asentimiento.- Ahora mismo estás en una situación en la que cualquiera podría aprovecharse de tus poderes, e incluso ponerte en peligro. Seguramente ella no te dijo nada, pero existe una institución en la que se nos enseña a utilizar nuestras habilidades, aprendemos a controlarlas y todo lo que queramos saber de ellas. Allí hay mucha gente como tú, personas que acaban de encontrarse con que han conectado con sus poderes. - Trató de explicarme.- Ella es una de las desterradas, no dejes que te convierta en una de ellas. Su mundo de violencia no es el nuestro.

¿Y se suponía que debía de fiarme de una desconocida random que se había acercado a hablarme?.

- Disculpa, pero me están esperando.- Respondí quitando su mano de mi brazo. Quería llevarle el desayuno preparado a la cama a la chica de cabello ondulado que se preguntaría por mi paradero si no me veía. - Siempre me ha atraído el peligro, creo que podré soportarlo.- Respondí recordando con una sonrisa cómo me encantaba que Audrey siempre hiciera lo que quisiera, saliéndose con la suya. Lo de desterrada sonaba a que no habría cumplido alguna especie de norma, y solo había que conocerla un poco para darse cuenta de que a ella no se le podría retener con ninguna.

Lo que si me inquietaba era que igual si iba a la institución que me comentó, podría aprender más rápido a hacerme con mis habilidades y podría volver a mi estudio.

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora