Capítulo 15: Trevils

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Narra Sophie Marthen: 

Cuando todo lo que crees conocer cambia de la noche a la mañana, es difícil saber qué camino tomar. 

Desde que descubrí que Audrey no era quien yo creía, ya no podía confiar en ella. Pero seguía teniendo una estúpida habilidad mística que controlar para poder olvidarme al fin de todo y regresar a mi vida normal. 

Mi hermano fue dado de alta, se encontraba bastante mejor y me aseguró que fue a aquel garaje de casualidad porque unos amigos suyos lo invitaron. 

¿Cómo podía mirarle a los ojos sabiendo que yo pude haber evitado esas quemaduras que le quedaron marcada la piel?

En medio de todo el caos mental en el que me encontraba inmersa se encontraba ella, la chica que de pronto se convirtió en la única persona con la que podía hablar de todo. Ya ni siquiera podía hacerlo con mi amiga Elsa, porque no me entendería. 

- Bienvenida a Trevils. - Comentó la castaña abriéndome la puerta del coche con una sonrisa de emoción.- Esta ciudad que a simple vista es completamente normal es nuestro refugio, ante cualquier cosa aquí siempre estarás a salvo.- Me comentó. 

Eso era exactamente lo que necesitaba, sentirme segura, algo que comenzaba a extrañar en mi vida, pese a que siempre me había considerado una amante del riesgo. 

Ya veía esa atracción al peligro a donde me había llevado...

Acepté ir con ella a la Institución en la que me enseñarían todo lo que necesitaría saber para poder tener el control de mis habilidades. Y me encontré en una bonita ciudad, con un clima de calidez que se extendía nada más contemplar las calles. Niñas y niños pequeños correteaban por las calles, los pájaros reposaban tranquilos en los inmensos árboles que adornaban de verde el ambiente, y una extraña sensación de paz recorrió mi cuerpo. 

- Celeste.- Escuché la voz imponente de una señora bastante elegante que se acercaba hacia nosotras. La mujer adulta llevaba el pelo recogido, un vestido ajustado color morado, unos grandes pendientes dorados, y un collar lujoso que debía costar una fortuna. Pude notar la similitud entre ambas, pero me sorprendía lo fría que se había mostrado ante su propia hija.- Tú debes de ser Sophie, acompañame, te están esperando.- Miré nerviosa a la chica de grandes ojos color ámbar, ella me miró con una sonrisa para darme ánimo, y la seguí sintiendo mis piernas flaquear en cualquier momento. 

La joven del bar me había puesto al día sobre la existencia de los siete Aquelarres, diferenciados por cuestiones genealógicas o temas de valores. Ella pertenecía a uno llamado "Saguesse de la Terre" en castellano sería Sabiduría de la Tierra. Los siete tenían su propio representante en el Cónclave, que era una especie de Parlamento que se encargaba de proteger a todos los que formaban parte de los Aquelarres, y tomaban las grandes decisiones. 

La señora me guió por un gran edificio circular que parecía encontrarse en lo que sería el centro de la ciudad, en una plaza de ambiente festivo, en la que muchos pequeños se divertían haciendo pompas, e incluso vi algunos moviendo el viento y haciendo crecer flores. 

la estructura interna del edificio mantenía esa forma de anillo, la mujer adulta me indicó que me sentara en una silla situada en medio de una gran sala. Y pronto noté que estaba rodeada de otros seis muy elegantemente vestidos que me estaban contemplando con atención. 

- Dinos jovencita, ¿cuál es tu nombre completo?.- Habló un señor de piel oscura que llevaba una especie de sotana de seda color azul. 

- Sophie... Sophie Marthen.- Conseguí pronunciar, me estaba sintiendo altamente juzgada. Menos mal la castaña me avisó que eso solo lo hacían para conocerme, poder otorgarme sus protecciones y que no me harían daño. 

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