Capítulo 30: Sin ti

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Narra Sophie Marthen: 

El tiempo. 

Esa construcción humana que deja de tener sentido cuando ya no te guías a través de él. 

Había pasado una semana, y el dolor de su muerte se repetía incesantemente en mi, como si estuviese perdiéndola una y otra vez a cada segundo. 

Todos se preocupaban por mi, escuchaba sus voces de fondo, era como si mi mente las llevase a un segundo plano, mientras todo en lo que podía pensar era en que ya no la tenía junto a mí. 

No podía creer que de verdad la hubiese perdido para siempre, me negaba a aceptarlo, debía haber algo. 

Audrey Blair no podía haber muerto en una explosión sin dejar un solo rastro de ella. Era demasiado para este mundo, y todo el jodido planeta, así como los astros y todas las fuerzas debían haberse inclinado ante ella. 

- Trata de comer algo.- Susurró mi hermano. 

Él no comprendió mucho, solo le dijeron que estuve saliendo con una chica que había muerto en un accidente. Pero no le hacía caso ni siquiera a él. 

Me encerré en el departamento de mi chica, busqué la chaqueta que le había dejado hacía años, y la abrazaba a mí mientras disfrutaba de los restos de su olor impregnado en la misma. No me había levantado de la cama, negándome a cambiar las sábanas en las que dormimos abrazadas la última noche. 

Eso era todo lo que me quedaba de prueba de que ella realmente existió, que no fue una ilusión de mi imaginación, ni mucho menos un sueño. 

- Van a hacerle una escultura en medio de la plaza de Trevils. - Anunció Lily cuando mi hermano nos dejó a solas. 

- La misma gente que la destruyó durante años.- Respondí irónica por la hipocresía. 

- Pero si todavía sabes hablar.- Dijo la chica tratando de hacerme reír sin éxito.- Sé como te sientes, me pasé siglos en el mismo estado que tú. Pero no dejes que su muerte haya sido en vano, búscate un propósito, algo que te haga continuar. - Hasta ella misma sabía a medida que hablaba que no lo encontraría. 

Volvieron a dejarme sola. 

Ya no me quedaban más lágrimas que derramar. 

- ¿Se puede?.- Escuché la voz de Kai a través de la puerta.  

El chico también estaba pasándolo bastante mal, sabía que ellos habían sido casi como hermanos. 

- No quiero molestarte, he estado esperando un poco para decirte esto, pero... - Continuó hablando, una vez abrió la puerta de la habitación. - Me dijo que si le pasara algo, miraras en la caja de su tercer cajón. 

Esa información hizo que me pusiese de pie enseguida, él volvió a darme mi espacio, y corrí a abrir el cajón, encontrándome con una caja redonda color azul. Al abrirla, vi muchísimos fajos de dinero, las llaves de su coche, algunas joyas, y en medio de todo eso una carta. 

Tomé la carta entre mis dedos, con miedo de que la misma desapareciera. Aquel trozo de papel lo había tocado Audrey, sentir el contacto del mismo entre mis dedos era la forma indirecta qu tendría de volver a tocarla a ella. Era lo único que me quedaba, no tenía una timba a la que llorar, nada. SI quería estar cerca suya eran pequeñas cosas como aquellas las que me permitían estarlo. 

"Mi querido angelito. 

Escribo estas palabras con la esperanza de que nunca tengas que leerlas. 

Quería pedirte disculpas por dejarte despertar hoy sola, te prometo, que después de este día no habrá ni uno solo en el que deje que te despiertes sin estar a tu lado. 

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora