Narra Audrey Blair:
A lo largo de mi vida me había acostumbrado a vivir con el dolor. Poner una capa de seguridad, llegando incluso al egocentrismo había sido mi forma de llevar todo aquello.
Mi psicóloga me dijo que tratara de olvidar, pero yo no quería hacerlo. Más bien, quería tener el lujo de disfrutar del momento en el que me vengaría.
Álvaro, el gran líder del momento del Triángulo de Eiden, fue uno de los mayores acreedores de mi padre. Me arruinó la mayor parte de mi infancia, siendo sin duda el más atroz. Aun recordaba la época el que sonaba el timbre y rezaba por ver detrás a cualquier otra persona que no fuera él.
Cuando le veía con esa sonrisa impoluta, ese perfume caro todo en mi se me revolvía. Disfrutaba de verme vulnerable, se burlaba de mi humillación, y mi peor error fue permitirle que años después me arrebatara a Kenneth también.
Olvidar no era una opción, tampoco era posible.
Mientras él pudiera seguir lastimando a niñas, disfrutando de su dominancia, yo no podría continuar en paz.El mensaje que le envió a Sophie fue una señal de que aun quería tener el control sobre mi vida. Que ella viese ese vídeo fue una forma de extender su dominancia, de hacerme sentir de nuevo vulnerable, incluso expuesta.
Aquella había sido la tercera cosa que más daño me había ocasionado de él.
- Cariño, quiero mostrarte algo. - Escuché la voz de mi bonita tatuadora de lindo cabello platino.
Ese cariño me sacó una sonrisa inevitable. Era la primera vez que me sentía tan querida por alguien, y era tan bonito la libertad que eso otorgaba.
Anteriormente, incluso con ella, me mantenía siempre a la espera de que algo se torciese, esperando a que me lastimaran o destruyese yo cualquier tipo de relación. Pero la ojiazul volvió a mi, me escogió entre la facilidad de una vida en el Cónclave, y notaba tanto amor y protección de su parte que me hacía tener la suficiente confianza como para permitirme sentir.
- Esto es... wow. - Dije admirando el pequeño invernadero que había creado. Su poder tenía tanto potencial, ella era una creadora, no podía haber nada más bello en eso.
- Ya que salir es peligroso, quería invitarte a una cita real aquí. - Habló.
- ¿Una cita?. ¿Desde cuando las amigas van de citas?. - Pregunté con diversión.
- Desde que se besan diría yo. - Respondió coqueta, y se me escapó una sonrisa que llamó toda su atención.
Era tan bonita la forma en la que me miraba, era como si realmente pudiese transmitirme todo con sus ojitos.
- Ni siquiera estoy arreglada. - Repliqué viendo que seguía con el jersey largo que apenas cubría hasta mis muslos.
- Estás preciosa así. Además, mírame a mi. - Comentó divertida señalando su vestimenta. Llevaba un top blanco que dejaba su marcado abdomen al descubierto, y unos pantalones de chandal que le hacían un bonito trasero.
- Hermosa. Como siempre. - Le respondí contemplando con admiración cada parte de ella.
- Se te desvió el camino a mis ojos.- Comentó, haciéndome sonrojar al darme cuenta en cómo me había quedado mirando la suave piel expuesta de su abdomen.
- No es mi culpa que me guste admirar la belleza que existe en cada parte de ti. - Encogí mis hombros como si nada, y entré al pequeño invernadero que había hecho.
Mi sorpresa fue cuando nada más traspasar la puerta, un montón de bonitas plantas aromáticas se disponían alrededor de una fuente que expulsaba agua. Junto a ella había una mesa bastante bien decorada, con muchísima comida sobre la misma.
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Llegar a ti
Roman d'amourSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.