Narra Sophie Marthen:
Había llegado el día.
Pensaba entrar en la biblioteca aprovechando que el Cónclave estaría en la plaza celebrando la Gran fiesta de gala de la unión de aquelarres, y confiaba en conseguir que Celeste me ayudara a acceder a la sección oculta.
- Parece que alguien se divirtió anoche.- Escuché la voz de mi amigo Lucas, quien me miraba con diversión.
- ¿Qué?- Pregunté confundida, y con la cámara frontal del móvil me di cuenta de la marca que tenía en la zona derecha de mi cuello. - Mierda.- Susurré, corriendo de nuevo a mi habitación para tapármela con maquillaje.
- Podrás tapar eso, pero no la extraña alegría que desprendes. No sabía que Celeste y tu iban tan en serio, ya sabes, casi pensaba que te había comenzado a desesperar.
Si supiera que la chica con la que estuve el día anterior se trataba de la misma Audrey se quedaría de piedra.
- Todavía es un secreto, y no le gustará saber que te lo conté.- Advertí para que no hiciera ninguna referencia al respecto frente a ella.
- Soy una tumba. - Declaró.
- ¿Con respecto a qué?.- Preguntó Lena que recién se unió a la conversación.- Vaya Soph, nunca te había visto tan contenta. Tienes una sonrisa de enamorada que no te cabe en el rostro.
- Ay, dejadme en paz.- Me quejé, no quería que hicieran más preguntas o no tardarían en adivinar que lo que me tenía así no tenía nada que ver con la castaña, sino más bien con la bonita ojiverde que me dijo que me quería.
El ambiente que se respiraba aquel día en Trevils era de entusiasmo frenético, todos parecían demasiado ocupados ultimando los detalles del menú, la decoración y de los espectáculos.
Los sueños extraños persistían visitándome cada noche, pero aquella vez fue diferente. No me encontré con ese bonito bosque de árboles altos, ni con el sonido de dos jóvenes riéndose mientras corrían a través de él, sino que más bien, todo estaba oscuro. El frío envolvía el ambiente haciéndome temblar, y cuando quise moverme era como si cada músculo de mi cuerpo estuviese impedido de hacer cualquier movimiento.
Cuando abrí los ojos fue como si algo me arrastrara de nuevo a mi propia yo, y sobresaltada confirmé que había estado soñando.
- ¿Cómo estás cielito?.- Escuché la voz de la castaña interrumpir mis propios pensamientos.
- Hola.- Hablé con una sonrisa, permitiendo que me besara.
- Estoy muy emocionada de esta tarde, es la primera vez que tengo la oportunidad de ir a la gran gala con una chica tan linda que me quiere. - Realmente sonaba entusiasmada y me sentí mal de estar utilizándola.- Ya tengo ganas de que veas lo bonito que se pone todo.
- ¿Más que tú?.- Coqueteé haciéndola sonrojar.
- Creo que te gustará mi vestido.- Dijo sonriendo.- Especialmente, la apertura que tiene en mi escote.- Susurró en mi oído antes de irse guiñándome el ojo.
Diosito, ¿en qué me metí?.
Odiaba jugar con las emociones de la gente, y saber que eso era precisamente lo que ella había estado haciendo conmigo no mejoraba la situación. Por otro lado, no quería hacer daño a Audrey, ella misma me dijo que siguiera con la farsa, pero sabía que en el fondo eso le dolía, e incluso aunque no lo fuera a reconocer la volvía insegura.
Mientras me ponía el bonito traje azul marino de lunas plateadas por el que conocí a mi bonita pelinegra, repetía una y otra vez en mi cabeza que todo iba a salir bien.
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Llegar a ti
RomansaSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.