Capítulo 4: Narcisismo

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Narra Audrey Blair:

La palabra imposible no existía en mi vocabulario.

Todo lo que quería lo obtenía, y lo que pretendía lo alcanzaba.

Muchos me llamarían narcisista, ególatra, e incluso, presuntuosa. Y para qué engañarnos, lo era, pero cuánto amaba serlo.

No siempre tuve esa confianza, de hecho, no fue hasta que me ví completamente ultrajada de mí misma, cosificándome de la forma más humillante, que una fuerza abrupta me invadió en una explosión de poder renacido en la propia ira.

- Ya le he dicho que no puede pasar.- Habló el guardia de seguridad de uno de los almacenes más importantes de la ciudad, era conocido como Los Almacenes Fons.

- Oh, ¿no cree que debería volverlo a considerar? - Insistí con mi tono de voz más persuasivo.- Ábrame la puerta.- El guardia pareció vacilar unos segundos, pero de inmediato llevó a cabo lo que le ordené. - Apague las cámaras. - Conseguí que lo llevase también a cabo, e incluso que copiara una grabación de otra noche.

La manipulación era otra de mis principales características, y probablemente la que me ayudó a convertirme en quién era. Sentía que era una práctica demasiado demonizada por la corriente popular, lo cuál me resultaba ridículo teniendo en cuenta la propia estructuración mundial, por la cuál todos estamos en cierta forma instrumentalizados para ser productivos.

Una vez en el almacén no me costó demasiado encontrar la oficina de la dirección, era la más espaciosa, contenía montones de libros en las estanterías, y en el centro del escritorio me esperaba mi objetivo. El ordenador sería el modelo más actual y grande del mercado, pero acceder a su contenido me resultó demasiado sencillo.

¿Quién seguía poniendo de contraseña la fecha de su nacimiento?

Me sorprendía que ni siquiera tuviese seguridad el acceso al contenido de las cuentas, copié todo en mi pendrive, y tras un agradecimiento al segurata salí de la oficina para dirigirme a la cafetería de la autopista en la que había quedado con Noelia.

- ¿Lo tienes?

- Cariño, tu duda me ofende.- Respondí irónica mostrándole el Pendrive. - ¿Cuando no he conseguido algo?

La pelirroja me miró con una sonrisa, con aquella información al fin podríamos desmantelar la implicación de uno de los almacenes más populares en una red de trata.

- Estás muy guapa.- Alagó.

- Lo sé, me gusta como me queda esta chaqueta.- Usualmente nos enseñan a recibir los cumplidos con un agradecimiento, e incluso con culpa, nosotras nos conocemos mejor que nadie y sabemos perfectamente cuando lucimos mejor o peor. La mayoría de las veces, antes de que nos lo dijeran ya lo sabíamos pero necesitábamos que nos lo reafirmaran tontamente. Depender del resto para estar bien y ser sincera con una misma no debería de ser una opción.

- ¿Te apetece que vayamos a algún sitio? Podríamos divertirnos.

- La verdad es que hoy estoy cansada Noe, ¿nos vemos mañana?. - Ella me miró con algo de decepción pero asintió comprensiva.

No duramos mucho más en la cafetería, me apetecía regresar a mi casa y meterme en la cama cuanto antes.

Conduje el coche en dirección a mi casa, lo de la publicación de la noticia sin duda era algo positivo, pero sabía, que era insignificante con todo lo que quedaba por hacer.

No tardé demasiado en estacionar, e ir directamente a mi cuarto. Cambiar la ropa de la calle por la comodidad del pijama era una de las cosas más satisfactorias existentes en la vida, cuando al fin estuve envuelta entre las mantas encima de mi cama, saqué mi celular y al ver una notificación de Sophie mi sonrisa se reveló.

Cuando la conocí en aquella tienda, enseguida me di cuenta de que había algo especial en ella. Había un fuerza peculiar en su mirada que ella ni siquiera parecía notar.

El que coincidiéramos en su estudio de tatuajes no fue casualidad, al menos no para mí, que incluso conseguí que su último cliente cancelase la cita.

La constelación que tatuó sobre mi piel fue la confirmación que necesitaba para saber que no estaba equivocada, plasmó literalmente la que estaba en cierto modo vinculada a mi.

Sabía que por su propio bien no debería seguir acercándome a ella, pero me era inevitable, algo en mi interior se estaba encaprichando, y eso no podía significar nada bueno. Hacía demasiado tiempo que no disfrutaba de notar los nervios que causaba en la otra persona, me divertía el ver cómo parecía querer controlar la situación cuando estábamos cerca, pese a que ni siquiera podía hacerlo consigo misma. Y el que me coqueteara de aquel modo tan directo realmente me comenzaba a gustar.

Habían pasado dos días desde que nos vimos en el bar, esa misma noche me llegó su solicitud de seguimiento en Instagram, y a la mañana siguiente subí un selfie desde la cama con una taza de café en la mano. No tardó mucho en llegarme su respuesta, recuerdo que me escribió: "No pues invita... JAJSAJJA espero que este mensaje te resulte más original que el emoji de corazón o del fueguito".

Desde entonces habíamos mantenido una conversación constante, que se veía interrumpida en nuestras horas de trabajo, pero llenaban nuestros tiempos libres

@ sophie_marthen: " Te ha compartido un reel"

Yo: "JAHAJJ"

@ sophie_marthen: "¿Sigues despierta?"

Yo: "No pues, es un fantasma el que ha cogido mi móvil."

@ sophie_marthen: "Qué graciosa"

Yo: "Lo sé. ¿Qué tal ha ido tu día?"

@ sophie_marthen: "Terrible, aun no se ha solucionado el problema con los equipos de calefacción. ¿Y el tuyo?."

Yo: "Aburrido, hasta que vi tu mensaje".

@ sophie_marthen: "Muy básico ese coqueteo".

Yo: "¿Quieres darme clases?"

Tardó unos segundos en contestar y sonreí imaginando que estaría nerviosa buscando qué respuesta ingeniosa darme.

@ sophie_marthen: "Para eso sería mejor quedar, ¿no crees?"

Yo: "No soy yo la que tiene una agenda tan ocupada".

@ sophie_marthen: "Podría encontrar un hueco".

Yo: "Lástima, no me vale con un podría, no soy una persona de ambigüedades. "

@ sophie_marthen: "En tal caso, ¿Qué te parece mañana a las 11?"

Le envié un selfie de buenas noches sonriendo, en el que le contestaba que mañana nos veríamos. Y ella me envió otro, estaba realmente preciosa, sus ojos azules claros resaltaban por la luz, y su brazo lleno de tatuajes sobresalía sobre las sábanas, haciendo que por la postura se le marcase sutilmente la vena.

El ir al día siguiente era totalmente lo contrario a lo que debería hacer, pero sabía que iba a ir de todas maneras porque, en cierto modo, me había encaprichado, y ni yo misma me podía impedir obtener lo que quisiera.

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Llegó el capítulo narrado por Audrey.

La trama entiendo que aun debe ser algo confusa para ustedes ahora mismo, pero pronto irán comprendiendo más.

Espero se encuentren bien, mañana no podré publicar nada que me toca estudio intensivo.

Les envío dos abrazos (uno por día)

Mery <3

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora