Capítulo 9: El Jaguar

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Narra Sophie Marthen:

Siempre había estado agradecida con la vida por darme tan buen gusto.

Las mujeres me resultan sin duda demasiado hermosas, la manera en la que cada una expresa su personalidad con su propio estilo, y lo bien que lucen en cada uno de ellos.

No obstante, desde que ella apareció en mi vida era como si ya toda mi fuente de admiración estuviese destinada a su persona. Sentía como una especie de atracción irremediable que llevaba a mi cuerpo a desarrollar el sexto sentido de saber cuando estaba cerca, todo los efectos que producía en mí eran demasiado intensos para las pocas ocasiones que nos habíamos visto, la conexión era latente, sabía que me estaba comenzando a perder por ella, por su sonrisa, la manera que tenía de mostrarse segura ante cualquier situación, la seguridad aplastante que rebosaba sobre sí misma, y la locura a la que me transportaban sus besos. Era como si siempre necesitase más, nunca fuera suficiente, y el aura de misterio que la rodeaba me envolvía entre sus brazos queriendo ir revelándolos uno a uno mientras me perdía en el espesor verdoso de sus ojos.

Aun no entendía posible los niveles de excitación a los que me llevaba con una de sus miradas de autosuficiencia, y cuando pude pasar mi lengua por la suave piel de su cuello para tomar la sal del chupito, me sentí totalmente presa de ella, muriéndome por probar más, por tenerla más cerca, y recorrer cada hermosa área de su cuerpo bajo su atenta mirada que me hacía flaquear de los nervios.

Pero entonces todo se perdió, vi como ese tipo la golpeaba, cómo otros dos me tenían inmovilizada, y cuando noté la mirada lasciva que el que estaba golpeándola le dedicaba no pude contenerme más. Fue como si quisiese gritar, y mi voz no pareciese suficiente para ello, era mi propio cuerpo el que convulsionaba con desesperación cómo si quisiese hacer emanar un chillido poderoso, traducirse él mismo en un lenguaje. No supe de dónde sentí tanta fuerza, pero era cómo un rugido interno rompiese un velo inexistente en mi interior, jamás había sentido tanta fuerza, era una sensación inexplicable con palabras, y de pronto noté un halo de luz provenir de uno de mis tatuajes.

Mi sorpresa fue cuando el mismo jaguar que tenía su rostro grabado en la piel apareció a mi lado, derribando a los dos hombres que me sostenían, en un par de segundos estaban a mi lado desgarrados, y cuando fue a lanzarse contra el que que tenía agarrada a la chica de cabello ondulado, éste ya no se encontraba en ninguna parte.

Los ojos oscuros del animal se encontraron con los míos, y fue cómo si algo lo volviese a arrastrar a mi piel. No dolió nada, pero sí me confundió más. Pretender que lo sucedido en el estudio con Audrey fue algo irreal era algo que podía hacer, pero esto... no podría simplemente ignorarlo, tenía que averiguar más.

- ¿Qué ha sucedido?- Escuché la voz preocupada del moreno amigo de la pelinegra.

Ambos nos acercamos a ella de inmediato, aun me encontraba bastante aturdida, pero me preocupó el verla inconsciente en el suelo.

- Hay que llevarla a un hospital. - Declaré sacando el teléfono.

- Créeme no querrás aguantarla cómo se despierte y se vea en uno de ellos. - Comentó poniendo una mano en mi brazo para detenerme.

- ¿Te ves con fuerzas para conducir?- Preguntó mirándome con curiosidad.

- Pero he bebido alcohol.- Ese comentario pareció causarle gracia.

- Reina, acabas de invocar a un maldito jaguar ¿y ahora te preocupa la normativa legal del tráfico? Créeme los efectos del alcohol ya se te habrán pasado del susto. - Así que lo había visto, debería estar asustado, sorprendido o algo, pero simplemente lo dijo con tal tranquilidad como si fuese algo de su día a día.

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