Narra Audrey Blair:
Notaba la constante respiración de su pecho contra mi cabeza, y una de sus manos se encontraba apoyada sobre la piel desnuda de la zona trasera de mis mulos. De algún modo, a lo largo de la noche pasamos de estar guardando una prudencial distancia a estar recostada casi encima de ella.
Aproveché esos instantes en los que aun disfrutaba de su sueño para admirar su piel ligeramente bronceada, con pecas sutiles en la zona de la nariz y mejillas. Se veía tan en paz, tan ajena a lo que se le vendría.
Que hubiese desarrollado su poder por mi culpa, y tan pronto no era algo que me enorgulleciera. Todavía no comprendía qué era exactamente lo que podría llegar a hacer, pero trataría de averiguarlo con ella.
- Hmmm - se quejó revelando sus bonitos ojos azules.- buenos días. - escuché su voz ronca de por la mañana.
- Buenos días. - Devolví con una sonrisa.- ¿estás cómoda?- comenté divertida señalando la mano que estaba casi envuelta en la piel desnuda de mi nalga.
Ella abrió mucho los ojos dándose cuenta de aquello, y la apartó de inmediato. Consiguiendo hacerme reír en el proceso.
- No era yo la que estaba recostada encima de ti, no es mi culpa.- Argumentó. - Por lo que veo estás mucho más recuperada. - dijo tomando con suavidad mi rostro entre sus manos y examinando el golpe.
- Así es.- le respondí con una sonrisa. - ¿Tú cómo te encuentras?
- Bastante abrumada si te soy sincera.- La miré con comprensión, salí de la cama notando la zona a la que fueron a paras sus ojos y poniéndome un pantalón me giré a mirarla.
- ¿Qué te parece si comenzamos por desayunar? - Ofrecí, sabiendo cuál sería su respuesta.
Pronto ambas estuvimos en mi cocina, insistí en que yo cocinaría para ambas, por lo que ella sacó el bloc que siempre llevaba encima para comenzar a diseñar un tatuaje que tendría hacerle a un cliente.
La primera sorpresa vino cuando tras darle la vuelta a la primera tortita noté algo rozándome el hombro, levanté la mirada y había doce mariposas azules recorriendo la cocina, la rubia parecía estar inmersa en su dibujo sin notar nada de su alrededor, con una sospecha en mente me acerqué hacia donde estaba. Efectivamente, estaba dibujando una mariposa azul.
- Soph.- Hablé tratando de llamar su atención.- ¡Sophie!- Dije sacudiéndola ligeramente para que me atendiera, ella me miró confundida por instantes hasta que notó como todo estaba lleno de la misma mariposa que había estado dibujando, ahora eran quince, parecían idénticas pero todas tenían algo ligeramente distinto según la rubia había ido retocando su diseño.
- ¿Qué?- Miró a su alrededor confundida.
Con cuidado extendí mi palma consiguiendo que una de ellas se posase en ella, la observé detenidamente y era demasiado real como para ser algún tipo de ilusión.
- Me da que estas pequeñas van a tener que buscar un nuevo hogar.- Comenté abriendo las ventanas, con la intención de que se fueran.
Sus ojos azules miraban a su alrededor asustados, y algo comenzaba a aclarase más en mi mente. Lo que resultaba cierto era que la bonita tatuadora tenía un poder que tampoco era del prototipo común, lo cuál la ponía en mayor riesgo de exposición y eso era lo que menos quería para ella.
- ¿Ellas...salieron de aquí?- Me preguntó señalando su propio dibujo.- Pero eso no es posible...
- Bienvenida al mundo de las brujas, supongo.- Respondí con una ligera sonrisa, burlándome de la connotación de la palabra.- lo que me temo es que tendrás que cuidar lo que dibujas, si hubieran sido elefantes en lugar de mariposas estaríamos en graves problemas.
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Llegar a ti
RomanceSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.