Narra Sophie Marthen:
Había muchas formas de despertarse tras un sueño.
Pero verme de pie en medio de una biblioteca oscura que no conocía demasiado bien, con mi pijama de "Las Chicas Superpoderosas" o como dicen en España "Las Supernenas" , no era la mejor forma de salir de los brazos de Morfeo.
- ¿Estás segura de que podremos controlarla?.- Escuché una voz que me resultaba familiar, enseguida me escondí entre las estanterías temiendo que alguien notara mi presencia. - Ya vimos lo que pasó con Audrey.
- Audrey es del linaje de Lily, y todos saben la falta de cordura que les acompaña. - Escuché la voz de la madre de Celeste, no pude evitar quedarme a tratar de averiguar más.- Los Marthen siempre han sido más sensatos.
- Cómo Sophie se pusiera de su lado, todo el sistema entraría en crisis. Son muchas en cada aquelarre que también quieren pasar a la acción.
- No te preocupes por eso, su habilidad resultó una decepción para muchos. Que dependa de tener material para dibujar es visto como una debilidad, ni siquiera su poder es letal.
Auch.
Vale que no era la más poderosa, que había quienes podían incendiarme con la mente si querían, pero escucharlo así me afectó.
- Sin embargo ella pudo crear algo sin dibujar una vez.- replicó el hombre que comenzaba a identificar cómo otro de los miembros del Cónclave.
- Nadie sabe eso, ni tienen porqué enterarse.- corrigió la mujer adulta, a quien estaba comenzando a detestar.
Escuché pasos acercándose, por lo que contuve mi aliento y me pegué contra las estanterías esperando que no me viesen al pasar. Una puerta de la pared se cerró tras ellos, y me di cuenta de que tendría que hallar el modo de acceder a ese cubículo.
Mientras volvía a mi habitación pensé en lo mucho que extrañaba mi vida normal siendo tatuadora, yendo al gimnasio, haciendo de dj en alguna fiesta y saliendo con mis amigos.
Después de haberme alejado de Audrey se suponía que todo sería más fácil. En Trevils me había comenzado a sentir más cómoda, conseguí hacer amigos, y hasta tenía algo con la bonita chica de ojos color ámbar a que me trataba como a cualquier le gustaría que lo hicieran. Sin embargo, la conversación que había escuchado en la noche se repetía una y otra vez en mi cabeza, a lo cual se sumó la desconfianza que comenzaba a sentir hacia la propia Celeste, por ser su madre la que parecía estar ocultando y tramando cosas.
- Buenos días cariño.- Comentó la castaña dejando un pequeño beso en mis labios nada más verme llegar a la mesa en la que me solía sentar.
Ahí estaba la segunda cosa que me atormentaba, cada vez que nos besábamos había algo en mi interior que me recordaba que no eran los labios de la Audrey.
La mirada de dolor que vi en los ojos de la pelinegra la última vez que tuve ocasión de estar a su lado se me quedó grabada, durante esos segundos pude ver a través de ella como si hubiera abierto la puerta al dolor que contenía en su interior. Después de eso no podía verla como la chica por la que mi hermano casi muere, más bien, me sorprendía pensando en cómo me gustaría abrazar ese sufrimiento hasta reconfigurar cada una de sus piezas.
- No lo entiendo, ¿no se supone que deberíamos apoyar una movilización así?. Y más si va contra los Hijos de Eiden. - Hablaba la chica de cabello teñido mientras se recostaba en la silla. Parecían estar teniendo una conversación sobre las marchas y quejas que habían iniciado contra muchos hospitales.
- ¿Se te olvida quién es la que está detrás de la misma?.- Preguntó Celeste.
Y ahí estábamos otra vez.
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Llegar a ti
RomansaSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.