Capítulo 5: ¿Desayunamos?

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Narra Sophie Marthen: 

Cuando me pasé en la mañana veinte minutos frente al armario buscando qué ponerme, jamás imaginé que yo misma cancelaría el plan con Audrey. 

Había quedado con la chica que más me interesaba conocer en aquél momento para ir a tomar café y compartir juntas mi tiempo de descanso. Sin embargo, la inesperada aparición de un cliente angustiado por el desastre que le habían hecho en otro estudio, hizo que lo que al principio iba a ser una solución corta acabara demorándose hasta ocupar por completo mi hora del desayuno. 

Se fue satisfecho con el resultado, me hizo ganar una buena cantidad de dinero, pero ni eso consiguió que dejara a un lado mi notorio mal humor. Me asustaba que el mensaje que interpretara la chica de bonitos ojos verdes, fuera de falta de interés o de excusa inventada. 

Aun apenas nos conocíamos, pero quería hacerlo, pretendía saber más de la persona con la que tanta conexión sentí desde un primer momento, y me aterraba que yo misma lo hubiese tirado por la borda. Si hubiese sido al contrario, mi inseguridad me hubiese dicho que no había interés por su parte y optaría por ignorarme. 

- ¿Estás bien?- Preguntó mi amiga Eli, cuando derramé un vaso de agua sin darme cuenta.- Pareces tener la cabeza en otro mundo. Esta mañana estabas que irradiabas alegría y ahora casi parece que vas a arrancar la cabeza a alguien. - Dramatizó. 

- Si, perdona, sólo que estoy cansada.- suspiré.- Vete tú ya a casa, atiendo al último cliente y cierro.

- ¿Estás segura? Puedo quedarme hasta que cierres.- Comentó insistiendo por no dejarme sola. 

- No será necesario, mañana haremos el recuento.- Ella me dio un abrazo de ánimo al notar lo alicaído de mi voz. 

- Descansa bien.- Se despidió. 

No tuve que esperar mucho a que llegara mi otro cliente, por suerte, sólo quería que le hiciera un repaso y no me demoré demasiado. Pese a ello, ir a casa era lo que menos me apetecía, tampoco quería perder el tiempo, y consideré como mejor opción  limpiar el local con música de fondo.

Estaba en mi mejor momento deslizando la fregona con el suelo, cuando decidí volver a mojarla en el cubo, con la sorpresa de que un cuerpo chocó con el mío provocando que casi me diera un infarto del susto.   

- Para la próxima deberías cerrar la puerta.- Escuché una voz serena llena de seguridad que ya tan bien comenzaba a identificar, el verla allí me hizo sonreír, e incluso, puse la canción que estaba sonando en pausa. 

- Normalmente, nadie entra si hay un letrero de cerrado en el cristal, por mucho que no esté echada la llave. - Argumenté, aun sobresaltada por el susto, y nerviosa de que estuviese allí. 

Sus ojos verdes resaltaban por el eye-liner que llevaba del mismo color, combinando a su vez con el verde azulado de su blusa. Comencé a detallarla, pero no pude bajar mucho más la mirada al notar que el primer botón estaba desabrochado y que el segundo parecía querer salirse en cualquier instante. Sus labios de tono rojizo formaban una preciosa sonrisa, mientras todo en ella irradiaba seguridad. Era ese tipo de persona que podría decir que la tierra era plana y nadie se atrevería a negárselo, al menos no yo. 

- Pero ¿y si quisieran atracarte?- Respondió

- ¿Vienes a atracarme?- Pregunté alzando una ceja con diversión. 

- Depende de qué tipo de atraco hablemos.- Habló en tono coqueto.- Porque resulta que me has cancelado nuestra quedada a última hora.- estábamos ya demasiado cerca, cosa que ella no parecía notar porque avanzó aun más hacia a mí.- Y no estoy acostumbrada a que me den plantón. 

Llegar a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora