Narra Audrey Blair:
La rabia se acumuló en mi pecho cuando vi a Leonard tratando de quedar inconsciente a Sophie.
Mantenerme al margen me estaba resultando de por sí complicado, desde que unos contactos que tenía en Trevils me alertaron de la llegada de los Hijos de Eiden no dudé en presentarme yo misma para asegurar el bienestar de mi chica.
Sabía que tenía un gran potencial, pero al ver lo que hizo con sus poderes me quedé alucinando.
- Suéltala.- Ordené con determinación al viejo miembro del Cónclave. - Ahora.- No lo pensé dos veces antes de utilizar mi poder, ellos ya me veían como un monstruo, y si de Sophie se trataba si que lo pensaba ser.
Trató de resistirse, pero su mano acabó soltando su hombro. Me acerqué corriendo para sostenerla entre mis brazos, y cuando la tuve la acuné contra mi pecho.
- Te voy a sacar de aquí.- Le susurré besando su frente con delicadeza.
- Pues no sé cómo. - Escuché la voz autoritaria de la madre de Celeste. - Porque de aquí no vais a poder salir ninguna.
Celeste, esa castaña que me miraba cómo si quisiera atravesarme con una lanza.
- ¿Estás segura de que no?.- Interrogué alzando una ceja. Odiaban la sosegada tranquilidad que siempre mantenía, y me encantaba ver sus rostros de enojo.- Porque si nos encarceláis sin juicio demostraríais la dictadura que sois, y si hacemos un juicio se revelará quienes son en realidad los villanos.
Una enredadera me tenía las piernas inmovilizadas, pero un rayo cayó sobre ella liberándome.
- Por aquí.- Escuché la voz de una de las más ancianas y poderosas de Trevils. - El aquelarre Chalice está con vosotras.
Me conmovió la ayuda que muchas brujas de allí nos otorgaron, la situación se había empezado a descontrolar, dentro de cada aquelarre estaban de un lado los defensores del Cónclave, y por otro, quienes querían seguir nuestra causa. No supe bien en qué momento todos comenzaron a pelear entre sí, y sabía que eso sólo le beneficiaria a los del Triángulo de Eiden.
- Ya basta.- Ordené consiguiendo que todos se detuvieran.- Si seguimos así sólo estaremos dejando que ganen los que realmente buscan destruir la humanidad. Yo no soy una buena líder, nunca os fiaríais por completo de mí por el miedo a que os anule la voluntad. No es entre vosotros con quienes debéis luchar, pero sí sería bueno que hiciérais unas elecciones reales y deponer a los que llevan años controlandoos.
El tema político no era lo mío, sabía que muchos habían despertado y realmente querían luchar. Eso era todo lo que había soñado, nunca quise volverme líder ni presienta de nada, sólo quería apoyos para acabar de una vez por todas con ellos.
Los miembros del Cónclave estaban acorralados, la atención ya no estaba puesta en mí, por lo que corrí con mi rubia para marcharme de allí.
- Así que siempre fuiste tú eh.- Escuché la voz de un chico moreno acercándose, al principio saqué una daga como autodefensa, pero pude ver que no tenía intención de lastimarnos.- Ya sabía yo que la castaña no le gustaba mucho, cuídamela. - Dijo con una sonrisa.
- Siempre.- Respondí, me conmovió que se preocupase por Sophie. - Estoy segura que ella querrá verte, te avisaremos cuando despierte.- Dije antes de tomar el coche y salir lo más rápido posible de aquel lugar.
Mientras conducía escuché cómo la respiración de la tatuada se volvía más acelerada, hasta que abrió sus ojos como platos.
- Tranquila, estamos a salvo.- Le susurré al ver su cara de desconcierto, ella miró a su alrededor mientras yo detenía el coche en un apartado.- ¿Cómo te encuentras?.- Pregunté tomando su rostro entre mis manos.
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Llegar a ti
RomanceSophie Marthen creía conocer quién era, hasta que se cruzó con ella. Ninguna sabía cómo sus vidas cambiarían al encontrarse, lo que sí estaba claro, es que, siempre hallaban la manera de llegar a la otra para desordenarlo todo.