Capítulo 13: Muñeca

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(N/A: Hola :3*, aviso que el capítulo es fuerte y que los diálogos en cursiva son flashbacks)

Narra Audrey Blair:

Placer.

Hay muchas cosas que te hacen alcanzarlo, y diversas maneras de lograrlo.

A lo largo de mi vida, la sensación de poder que me otorgaba tener el control era lo que mayor sensación de placer me había otorgado.

Especialmente, cuando a los trece años me encontré a mí misma ofreciendo mi cuerpo como medio de pago para evitar que dañaran a mi padre. Me sentí completamente vulnerable, y durante años, regalé a otros el poder de decisión sobre mi propia yo.

Por cada vez que escuchaba el crujido de la puerta de mi habitación cerrarse, una parte cada vez más enterrada de mí moría como si ya no lo estuviese de por sí. Escuchaba la goma de latex que mi padre les concedía como prevención, y luego él mismo venía a agradecerme entre abrazos el haber saldado una vez más sus deudas por sus adicciones.

Me convertí en una muñeca, jugaba a ver cuántas horas podía aguantar fingiendo ser una, permaneciendo completamente inmóvil y permitiendo que otros me movieran a su antojo.

Dejé de ir a la escuela, fingía estar enferma, y me pasaba horas bajo el agua fingiendo no estar en ningún lugar.

Acostumbramos a pensar demasiado en todo, pero en aquel momento, no tenía ni fuerzas para hacerlo. Simplemente, me había habituado a no estar mentalmente en ningún sitio. El color ennegrecido del techo blanco se convirtió en el único lugar al que me podía transportar, era lo único que llenaba mi pensamiento mientras cada día no hacía otra cosa que simplemente estar.

Me volví inexpresiva, me movía pero no estaba viva, y quien si alguien me veía me esquivaba pensando que tenía algún tipo de trastorno por la facilidad con la que parecía no habitar en mi propio cuerpo. No era difícil de notar que simplemente vagaba, sin señal alguna de humanidad.

No me importaba nada, tampoco me preocupaba nadie, yo misma me convertí en inexistente, podría ser un fantasma más, con la diferencia de que a mí si se me veía deambular.

Recuerdo aquel día, con diecisiete, tuve que ir a comprar para tener algo que cenar. Me dirigí al super mercado de 24 horas, a las doce de la noche esperando que no hubiese ya ninguna otra persona que tuviese que ir a comprar. El local estaba vacío, excepto por la dependienta que me miraba cómo si acabase de entrar algún tipo de enfermedad en su negocio.

Me era totalmente indiferente como lucia físicamente, realmente, mi único esfuerzo por aparentar estar bonita era cuando así me lo ordenaba mi padre porque alguien iba a llegar a verme.

- Perdón. -Escuché la dulce voz de una chica que chocó su mano con la mía al coger una lata de cerveza.

Todavía rememoro cómo, el simple contacto de su mano chocar con la mía, pareció devolverme la calidez a esa zona de mi cuerpo. Sus bonitos ojos azules hicieron contacto con los míos, y una palabra se formó en mi mente. Por primera vez en años, algo más que la nada se instaló entre pensamientos, fue como si la palabra bella escrita en cursiva retumbase cada parte de mi cabeza con fuerza. Había olvidado esa sensación cosquilleaste que envolvía el estómago hasta llevarte a sonreír.

- ¿Estás bien?- Volvió a hablar con su acento marcado, por primera vez me sentí avergonzada por no haber mirado mi aspecto antes de encontrarme con ella.- Estás muy pálida, seguramente tengas frío.- Comentó analizando el vestido de gasa blanca que llevaba.- Toma.- Ofreció su chaqueta de color negro con letras rosas. Recuerdo que me quedé totalmente sorprendida por su preocupación, dejé que me envolviera en su chaqueta que tenía un bonito aroma a su perfume, y después de eso se marchó.

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