Capítulo 16: Veneno

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Narra Audrey Blair:

Hay personas que parecemos condenadas a repetir los mismos errores una y otra vez.

A estas alturas, ya debía haber aprendido que mi karma en esta vida era perder a aquellos con los que me encariñaba.

- El problema ha sido que con tu miedo a su rechazo no has sido completamente sincera, y eso le ha puesto las cosas fáciles a Celeste. - Dijo el moreno mientras tomábamos una botella de vino sentados en el mismo sitio donde un día hacía ya dos meses había estado durmiendo con Sophie.

- Necesitaba mi tiempo, de todas formas está claro que ella no estaba hecha para mi mundo. - Respondí encogiéndome de hombros mostrándome indiferente.

- Ahí es donde está tú problema, te estás autoengañando con que no la extrañas.

- ¿Podemos dejar de hablar de ella? - Hablé algo alterada.- No necesito a nadie. Que haga lo que le da la gana con su vida, ella y Noelia. - La pelirroja era una de las personas, junto con Kai, que más me conocía y aun así también decidió traicionar mi confianza porque tampoco pensó que yo valiese la pena.

- Si tan igual te diera no vigilarías cada vez que sale de Trevils para asegurarte que nadie le hace daño. - No hizo falta más que una mirada para que él mismo supiera que debía callarse.

- Gracias por tu compañía, pero ahora mismo solo quiero la mía. - Hablé con firmeza invitando a que se marchara.

- Sabes que me tienes a mi, ¿verdad? - Preguntó antes de marcharse, no le respondí, vi sus pasos abandonar mi apartamento y cuando estuve encendí los altavoces.

El sonido de la melodía comenzó a inundar la habitación, pareciendo retumbar entre las paredes, y comencé a quitarme la ropa hasta quedarme con la lencería negra de encane frente al espejo.

Admiré mi cuerpo sintiéndome orgullosa de cada una de mis curvas, con cuidado acaricié mi propia piel demorándome en cada una de las cicatrices que me recordaban todos los que habían hecho lo que habían querido conmigo.

Hubo una época que sentí mi propio templo físico como una cárcel, estuve completamente disociada de él odiándolo con todas mis fuerzas. Pero hubo un punto en el que aprendí a amarlo, sabía que era bonita, solía llamar la atención, y me resultaba demasiado sencillo poner nerviosa a cualquiera a quien quisiera acercarme.

Mirándome en el espejo yo misma me daba cuenta de lo sexy que lucía, sostuve la copa de vino en una mano, mientras con la otra me prendí un cigarro que pronto tomé entre mis labios, dejando soltar el humo con lentitud por la habitación.

Aprendí que eso era lo único que merecía la pena de mi, podría llevar a quien sea a la locura con solo contemplarme, pero nadie decidiría quedarse para conocerme más allá. Era cierto eso que decían de que lo bonito por fuera esta podrido por dentro. Así era exactamente como me sentía.

No me costó mucho hacer que Sophie cayera ante mis encantos, pero lo que no pude es conseguir que le gustara lo que había más allá de mi apariencia.

Con una risa amarga caracterizada por  el propio efecto del vino, me puse un vestido negro de tirantes con escote en V, que tenía la parte del abdomen un bordado que dejaba parte de la misma al descubierto.

Sabía que estaban preparando a Sophie en la Institución, y eso era exactamente lo que más me preocupa. Todos tenían una habilidad, pero también una manera concreta de manifestarla.

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