5. CALABAZAS MUERTAS

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DORIAN

El huerto de calabazas de la señora Mullins queda al otro lado de Salem, por lo que decido que lo mejor es ir en auto y no en bus. O en las escobas, ya que estamos.

Brooke se queda tan quieta en el asiento copiloto que tengo que mirarla tres veces para comprobar que está bien y que sigue respirando. 

Frunzo las cejas, mirándola por el rabillo del ojo. Está tan quieta como una estatua. 

—¿Qué es lo que te pasa?

—Nada —se remueve en el asiento.

No le insisto más, si no me quiere decir por mi está bien. Ya tengo suficientes problemas con la bruja muerta como para crear otro con Brooke. 

Sigo concentrado en el camino. Estamos cerca de la fecha de Halloween y Salem se llena de turistas en esta temporada. Aún es temprano, pero no por eso se ve poca gente. Los locales comienzan a abrirse y los cafés de a poco se van llenando. Además, es fin de semana. La gente se vuelve loca estos días. Incluso la tienda de la familia de Brooke ya está abierta. Por lo que sé, ella y su primo trabajan los fines de semana, lo que me hace preguntarle respecto a eso.

—Owen me debía un favor —ella me gruñe, girando su cabeza hacia la ventana.

Ella dice algo entre dientes que no logro descifrar pero que tampoco me interesa saber, así que el resto del camino anduvimos en silencio.

Brooke alza su cabeza apenas vemos el atisbo color naranja de las calabazas. Había de todos los tamaños y de todos los tipos de anaranjados que puedes imaginar. Me fijo en la hora: mediodía. Ya hay familias escogiendo sus calabazas.

—Está bien, ¿cuál es el plan? —me murmura Brooke cuando comenzamos la corta caminata hasta la entrada.

—Ver si hay algo fuera de lugar —le murmuro de vuelta—. Cualquier cosa extraña.

—Bien —señala con sus dos manos hacia al frente—. Ojos por todas partes.

—Hablaré también con la señora Mullins.

—Eso déjamelo a mí —me da un golpe en el brazo

Me quedo mirando la zona golpeada.

—Me conoce más a mí que a ti —sigue diciendo Brooke—. Parecerá extraño, confía en mí.

—Ya somos los extraños del pueblo.

Brooke me da otra de sus golpizas suaves.

—Para ella no soy una extraña. Yo iré a hablar con ella y tú irás a observar calabazas como cualquier ciudadano que ama estas fechas —me sonríe con todos sus dientes. Luego, de golpe, se gira y alza un brazo moviéndolo frenéticamente—. ¡Hola, señora Mullins! —Exclama con voz alegre antes de alejarse de mí.

Estrecho los párpados y meto las manos en la sudadera a la vez que me voy a pasear entre las calabazas.

Observo con las gafas de sol puestas.

No veo nada raro.

Comienzo por mirar entre las personas. Los fantasmas suelen apegarse a alguien, recuerdo. Y mientras recorro con la mirada me pregunto cómo no conocerá dónde vivo. Los Jones siempre hemos tenido esa casa. A no ser... a no ser que sepa donde vivo y solo no va hasta allí porque seguramente mi padre nos protegió con su magia. Pero ¿por qué no ir a la casa vecina? Seguramente sabe que hay magia allí también, ¿no?

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando escucho mi nombre a lo lejos. Me vuelvo y veo a Brooke llamándome con una mano agitada en lo alto. Cruzo prácticamente todo el huerto para llegar hasta ella.

TRUCO, TRATO, AMOR Y MALDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora