DORIAN
—Ponte detrás de mí.
—Esto es ridículo. No soy una damisela —Brooke esquiva mi brazo y se pone a mi lado con una mirada desafiante que sorprendentemente no va dirigida a mí, sino a la bruja maldita que está frente a nosotros con una sonrisa maquiavélica—. Puedo defenderme yo sola —sus palabras suenan como acero puro. Es tan bajita que probablemente en otra situación sería divertido, pero ahora solo demuestra valentía.
Y tengo que admitir que eso solo me hace admirarla.
Chasqueo los dedos y los disfracen desaparecen. El cabello anaranjado de Brooke es una llama flameante; sus ojos refulgen chispas como las de un caldero hirviendo.
Frunzo los labios y alzo los brazos en dirección a la bruja.
Esta vez no traía otro cuerpo con ella. Tenemos a la autentica Cecil Marshall ante nosotros. Solo imaginase una versión de Samara mostrando un poco más el rostro. No era bonita y su piel grisácea con aquellos ojos oscuros sin pupilas la hacían ver horrorosa.
—La violencia no arregla los problemas, ¿te apetece si hablamos?
¿Acabo de preguntarle si le apetece hablar? Brooke me mira como si me faltara un tornillo. La ignoro. Sí, fue una pregunta estúpida, pero toda esta situación lo es, ya que estamos.
—Puede que no arregle los problemas, pero sí que me divierte y me satisface verlos sufrir —nos sigue sonriendo con malicia—. Sobre todo a un descendiente de Samuel Parris. Y tú — extiende su brazo delgado y largo, su dedo huesudo y con garras señalan directamente a Brooke. Ella ni siquiera parpadea. Solo está allí, en llamas. Dispuesta a luchar—. Tú solo eres otra bruja más del paquete —se ríe. Una risa tan oscura que las luces de la tienda comienzan a titilar—. Me encargaré de ti después de él y toda su estirpe —deja de sonreír y hace un puchero, ladeando su cabeza en mi dirección—. Tienes una hermana, ¿no? De nombre... ¿Victoria?
Todo mi cuerpo se tensa ante la mención de mi hermana.
—Que no me respondas lo confirma.
—Si te atreves a tocarla yo...
Cecil alza una mano.
—¿Qué? Ya estoy muerta —se ríe. Una risa tan escalofriante como oír gritar a una banshee.
—Le dijiste a Brooke qué nos darías hasta Halloween —le respondo furioso—. ¿Por qué?
Cecil comienza a pasearse entre nosotros. Un olor entre azufre y tierra invaden mis fosas nasales. Brooke apenas se mueve con Cecil, en un movimiento ágil, estira su mano hasta una de las mechas de Brooke. Lo envuelve entre sus dedos y lo acerca a su nariz. Cierra los ojos mientras huele. Disfrutando del terror presente.
—Porque yo soy el gato y ustedes los ratones —responde, soltando el cabello de Brooke y volteándose hacia a mí—. Y el animal siempre juega con su presa antes de comérsela, y tal vez... Tal vez quiero algo a cambio.
Brooke levanta su mentón, observando con una sorprendente furia a la bruja.
—¿Quieres algo a cambio de nuestras vidas? —le pregunta ella.
—Tal vez.
—Basta de juegos y solo dinos —aprieto los dientes.
—Bien —Cecil se encoge de hombros. La tenemos tan cerca que puedo ver el hambre que tiene—. Tráiganme lo que más amo en este mundo y los dejaré libres.
—¿Y cómo sabemos qué es? —le pregunta Brooke—. Tal vez ya no esté en este mundo.
La bruja se acerca tan abruptamente que tenemos que dar un paso hacia atrás. Su lengua baila entre sus dientes y su cabello negro se mueve como si estuviese en aguas profundas. Su vestido blanco es, a simple vista, digno de una leyenda urbana y aterradora. Asimismo, me doy cuenta que se pueden ver sus huesos a través de la tela. Sus pies que están descalzas ahora no tocan el suelo. Flota.
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TRUCO, TRATO, AMOR Y MALDICIONES
Genç KurguBROOKE Se supone que los dieciséis años debería ser normal para una chica. Salvo que, esta chica, no es nada normal. Mi familia y yo somos brujos. Solo tengo que decir aquella palabra para dar por confirmado que mi vida es... mágica. Y también anorm...