4. UNA SOMBRA

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BROOKE

—¡Tú!

Interrumpo en su habitación sin llamar. Lo sorprendo tanto que se llega a asustar, lo que también hace que se le caiga el sandwich que estaba comiendo. 

—¡Eres un bocazas!

Owen se levanta de un salto de la cama. Levanta ambas manos en son de paz e intenta desesperadamente escapar de mí. 

—¿Qué hice? Te juro que yo no lo hice. No hice nada —sacude su cabeza. 

—Oh, primito mío. No eres nada inocente. 

Solo a él se l había contado. 

Aprieto los dientes y le susurro en gritos su delito. 

—Le contaste a Dorian lo de mi secreto.

—¿Cuál secreto? —ahoga un grito cuando me aproximo a él. 

—Millie. Mi mejor amiga de la infancia a la que le conté... —bajo la voz—. Le conté lo mío y solo tú sabes de eso.

Abre los ojos llenos de pánico.

—¡Fue un accidente!

Levanto las manos exasperada.

—¿Es qué para ustedes los hombres todo es un accidente?

—¿Qué? —sigue sacudiendo su cabeza con fervor—. No, te lo juro. Me estaba presionando para hablar y de la nada se me salió. Le dije que no se lo contara a nadie y creo que hasta el momento funcionó. 

Resoplo frustrada.

—Lo siento, Brooke. Puedes vengarte, golpeamos o hazme un hechizo. 

Owen cierra sus ojos, esperando algún ataque de mi parte. 

Suspiro y muevo una mano quitándole importancia. 

Mi primo vuelve a abrir sus ojos con una mirada culpable. 

—De verdad lo siento. 

—Está bien, te creo. 

—A veces das miedo —añade.

—Tía Agnes es la que da más miedo en esta casa —frunzo los labios sentándome a los pies de su cama.

Su sándwich, que seguía en el suelo, se ve tema de interés cuando Cinnamon viene a atacarlo.

Mi estomago gruñe ante eso. Así que minutos más tarde me encuentro en la cocina preparándome algo. Mientras tanto, tía Agnes revuelve algo en el caldero. Agrega una especie de agua y comienzan a brotar burbujas en dirección al techo. El olor a especias y distintas hierbas se hace presente en nuestro hogar. Solo alcanzo a descifrar que tiene romero, lavanda y miel. Pude descifrar el olor a romero, lavanda y miel. Luego de unos segundos, un humo espeso comienza a desbordarse de las orillas.

—¿Qué preparas? —le pregunto, cerrando el mismo sandwich que tenía mi primo en su habitación. 

—Estoy haciendo pociones para reponer en la tienda. Se nos agotaron la de los Buenos Sueños. Uno pensaría que la mayoría compra para el amor, pero parece que en Salem nadie puede dormir —hace una mueca como diciendo «¿qué le vamos a hacer?».

—Déjame adivinar —le digo—, el segundo más comprado es el de la abundancia.

—No. El segundo más comprado es el Happily Ever After. El tercero es el de la abundancia. 

Buenos Sueños, pócima para dormir plácidamente y sin pesadillas. Happily Ever After, pócima para encontrar el amor o arreglar uno fallido. Buena Fortuna, pócima para atraer la abundancia. 

TRUCO, TRATO, AMOR Y MALDICIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora