1997
Helena
Enero
La mitad del ciclo ya se había recorrido, con más o menos la misma cotidianidad de cada año. Salvo por la novedad de que Nadya y Jean habían hecho oficial su relación, como si no hubiéramos sabido ya todos que era un hecho desde hace mucho, y que ambos lucían como una jodida pareja perfecta de revista.
Acabábamos de regresar de las vacaciones de invierno y al entrar en el internado, ya sentía en el aire una amargura difícil de respirar. En las dos semanas que estuve en Long Beach no recibí una sola carta de Alek, estaba realmente preocupada, no era algo que él haría sin una buena razón. Tenía un corazón tan noble y servicial, que siempre pensaba en el bienestar de los demás antes que en el suyo.
Me escabullí a los dormitorios de los chicos buscándole. Hedric me informó que aún no había llegado, y al fondo de su habitación alcancé a divisar a Jean sentado en su cama con las piernas de Nadya sobre su regazo. «Qué despreocupadas se han vuelto con las reglas», pensé a mis adentros. Le agradecí y seguí buscando por el resto del campus sin éxito.
Volví a mi habitación, y pensando que aún estaba vacía al igual que cuando me fui a buscar a mi novio, abrí la puerta de golpe, encontrando a Beth y Steve sentados en la cama de mi compañera con los labios pegados, que de un sobresalto se alejaron rápidamente el uno del otro.
—¡Dios mío!
—¡Helena! ¿¡Por qué coño no tocas!? —gritó Beth espantada.
—¡Porque es mi jodido cuarto! ¿¡Qué demonios!?
—T-Te lo iba a contar...
Beth tartamudeaba y tenía el rostro colorado como un tomate. Steve soltó una carcajada y yo le lancé una almohada.
—¿¡Qué!? —reclamé.
—¡Nada! Es gracioso, ¿no?
—¿Todo para ti tiene que ser un chiste?
Él se encogió de hombros y abrazó a Beth por los hombros.
—Ella no —dijo con coquetería.
Fingí una arcada.
—Por Dios... No tengo tiempo para esto, ¿Han visto a Alek?
Ambos negaron con la cabeza. Me dispuse a irme, pero me detuve en el arco, incapaz de dejar ir la idea en mi cabeza.
—¿Steve? ¿En serio Bethany?
Ella se tapó la sonrisa y lo vio avergonzada. Ambos se rieron como dos idiotas enamorados.
—Qué horror... Estoy segura de que no le hará la misma gracia a Hedric.
Palidecieron y tensaron el rostro en sincronía.
—Tranquilos... Por mí no lo sabrá. Pero se los ruego, cuando vayan a decírselo, dejen que yo esté ahí. Ese cabronazo me debe varias y voy a disfrutarlo como a un show de marionetas.
May interrumpió la plática asomándose por el pasillo hacia nuestra habitación.
—Helena, Alek preguntaba por ti, está en la oficina del director Thomas.
Una sonrisa se dibujó involuntariamente por mis músculos, que rápidamente se desvaneció ante las probabilidades. ¿La oficina del director? ¿Por qué Alek estaría ahí?
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Desvíos
RomanceHelena, una chica muy sociable y traviesa, conoce a Jean, quien ha vivido toda su vida en educación personalizada en casa, motivo por el cual no tiene un solo amigo de su edad. Al encontrarse en un prestigioso internado musical en Londres cuando son...