2017Jean
Fue imposible pegar un ojo durante el vuelo a Londres. No paraba de pensar en Helena, en nuestro reencuentro, en mis deseos reprimidos, hambrientos y desesperados por verla, atraparla en una jaulita y no dejarla nunca más. Ser culpado de un secuestro me parecía mucha menos tortura que verla otra vez con una despedida ya pactada.
Habían pasado doce años desde la última vez que nos vimos, que fuimos uno solo y que deje el corazón entre aquellas sábanas, con ella.
Ya no éramos unos críos, yo tenía treinta y siete, y ella treinta y cinco, ambos teníamos nuestras propias familias, nuestra propia historia, pero irónicamente, las dos estaban rotas, faltantes de una pieza esencial, que mientras más lo pensaba, más sentido tenía. A solo tres años de cumplir los cuarenta, la posibilidad de darle un hermano a Charlie lucía cada vez más alejada, pero la idea de darle unos que ya han nacido de la mujer que más he querido en mi vida, me parecía fantástica.
Estaba decidido, como nunca lo estuve y como siempre me arrepentí. Iba por ella, costara lo que me costara.
Ya me había tardado toda una vida en darme cuenta de que, por más que intentara convencerme, ella no era mi conocida, tampoco mi amiga, mucho menos mi exnovia. Siempre me dije que era algo más, pero tuvieron que pasar todos estos años para saber que, en realidad, es mi todo. Porque las tormentas no se repiten, ni en el cielo, ni en el pecho.
Que a veces, está bien arrastrarse por la persona que quieres, y yo venía dispuesto a pedirle de rodillas, si era necesario, a dejarme la piel y la dignidad en el suelo con tal de intentarlo una vez más.
La ilusión y la esperanza me inundaban, pero había también un pedacito amargo, una espinita molesta e insegura que me decía al oído que quizá ella no podría perdonarme. Que quizá una tercera oportunidad sería patético e inmaduro, y me recuerde que ya no estamos en nuestros veintes. Que andarse con ilusiones y mariposas en el estómago no eran más que un tren sin retorno que pasó hace tiempo. Y que soñar con un "nosotros" era solo una fantasía mía, y que ella había dejado de quererme desde el día en que nos separamos.
Pero todos esos pensamientos pesimistas y nocivos se esfumaron en el momento que la vi. Volaron tan rápido y frágil como el roce a una burbuja, como un soplido a una capa de polvillo sobre una superficie. En el momento que nuestras miradas se cruzaron, no hubo necesidad de preguntar nada, de indagar, porque en sus ojos, tan grandes, expresivos y preciosos, se asomó toda la verdad. Vi cómo sus pupilas se dilataron y se extendieron gritándome un te quiero, como pasó saliva con esfuerzo tragando las palabras que quería aullarme, como lamió sus labios y después los tensó, reprimiendo todos los besos que al igual que yo, se moría por darme.
No podía disimular mi alegría, suavizar la sonrisa, separar mi agarre de sus brazos mientras nuestro reencuentro se llevaba a cabo. Estaba nerviosa, temblaba, estaba tensa y me parecía incluso incómoda. Quisiera que no fuera así, quisiera que, como yo, se sintiera de nuevo en casa. Y aunque por un momento me pareció que éramos solo ella y yo en ese lugar, el carraspeo de Steve me trajo de nuevo a la realidad.
La ceremonia se lleva a cabo con seriedad y respeto. Yo no dejo de mirarla de reojo durante todo el rato. No mentía cuando dije que los años le habían favorecido, aunque sus ojos ya no eran tan abiertos y soñadores como los recordaba, estaban adornados de unas gafas de marco negro y alargado en sus puntas. Su rostro también era más serio y maduro, dándome en conjunto una versión de Helena más prudente, más elegante, más sensual. Me vi más de una vez en la penosa necesidad de forzarme a desviar la vista cuando inconscientemente esta bajaba para admirar la figura moldeada y trabajada que ahora tenía. Incluso hice una mueca avergonzada de los kilos de más que había ganado en estos años. Los kilos, las canas que comenzaban a divisarse, y las marcas en el rostro por el exceso de trabajo. Y joder que ella estaba cegadoramente hermosa.
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Desvíos
RomanceHelena, una chica muy sociable y traviesa, conoce a Jean, quien ha vivido toda su vida en educación personalizada en casa, motivo por el cual no tiene un solo amigo de su edad. Al encontrarse en un prestigioso internado musical en Londres cuando son...